En abril de 2010 el general Stanley A. McChrystal, comandante en jefe de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán, acusó al programa PowerPoint de haberse convertido en el principal enemigo del ejército de Estados Unidos. Casi una década antes, en 2001, la revista norteamericana The New Yorker había publicado un artículo titulado “Cómo edita nuestros pensamientos un programa”, sobre la influencia de PowerPoint en los entornos en los que era utilizado. El problema radica en que si bien en su origen estaba más bien destinado a reuniones de trabajo o a presentaciones de productos o de servicios, con el paso de los años este programa se ha convertido en una herramienta de uso común en cualquier ámbito profesional e incluso personal.
A lo largo de su ensayo, el periodista francés Franck Frommer dibuja el itinerario por el que ha transitado PowerPoint desde su lanzamiento en 1987 hasta nuestros días. Desde unos inicios en los que nadie podía imaginar que acabaría con el uso habitual de transparencias y filminas, hasta protagonizar una media diaria de más de 500 millones de presentaciones.
Frommer achaca el auge de PowerPoint a la nueva organización del mundo empresarial que había emergido en los años sesenta, basada en la gestión de proyectos y en la formación de equipos transversales. En ese amplio campo profesional en el que no había proyecto sin reunión, la capacidad de comunicación y la habilidad para realizar presentaciones se convierte en un aspecto clave del perfil de cualquier ejecutivo. Si bien la crítica de Frommer se fundamenta en argumentos lógicos como la dictadura de la forma sobre el contenido, la devaluación del lenguaje o la retórica de las listas impuestas por PowerPoint, la convicción de los ejemplos escogidos es discutible. No parece justo achacar al programa la tragedia de la nave espacial Columbia en 2003 y su análisis no resulta del todo imparcial al traer a colación el empeño de los republicanos en demostrar la existencia de las armas de destrucción masiva en Irak, especialmente si en el otro lado se presenta a un Al Gore con aura de visionario.
Dejando a un lado las suspicacias, Frommer analiza la influencia de PowerPoint en la consolidación del mundo de la consultoría, que alcanzaría el clímax en el año 2000 con el cambio de siglo; y en el mundo de la enseñanza, donde destaca algunos estudios como el del japonés Satoshi Sugahara, que señala que la preferencia de los alumnos por PowerPoint es inversamente proporcional a sus notas en los exámenes finales.
“En veinte años –concluye Frommer–, el programa también se ha convertido en el soporte privilegiado de una determinada ideología que prefiere la acción eficaz a la reflexión, la racionalización a la razón, la modelización a la inspiración”. Para pensárselo si tiene usted que hacer una presentación.
A lo largo de su ensayo, el periodista francés Franck Frommer dibuja el itinerario por el que ha transitado PowerPoint desde su lanzamiento en 1987 hasta nuestros días. Desde unos inicios en los que nadie podía imaginar que acabaría con el uso habitual de transparencias y filminas, hasta protagonizar una media diaria de más de 500 millones de presentaciones.
Frommer achaca el auge de PowerPoint a la nueva organización del mundo empresarial que había emergido en los años sesenta, basada en la gestión de proyectos y en la formación de equipos transversales. En ese amplio campo profesional en el que no había proyecto sin reunión, la capacidad de comunicación y la habilidad para realizar presentaciones se convierte en un aspecto clave del perfil de cualquier ejecutivo. Si bien la crítica de Frommer se fundamenta en argumentos lógicos como la dictadura de la forma sobre el contenido, la devaluación del lenguaje o la retórica de las listas impuestas por PowerPoint, la convicción de los ejemplos escogidos es discutible. No parece justo achacar al programa la tragedia de la nave espacial Columbia en 2003 y su análisis no resulta del todo imparcial al traer a colación el empeño de los republicanos en demostrar la existencia de las armas de destrucción masiva en Irak, especialmente si en el otro lado se presenta a un Al Gore con aura de visionario.
Dejando a un lado las suspicacias, Frommer analiza la influencia de PowerPoint en la consolidación del mundo de la consultoría, que alcanzaría el clímax en el año 2000 con el cambio de siglo; y en el mundo de la enseñanza, donde destaca algunos estudios como el del japonés Satoshi Sugahara, que señala que la preferencia de los alumnos por PowerPoint es inversamente proporcional a sus notas en los exámenes finales.
“En veinte años –concluye Frommer–, el programa también se ha convertido en el soporte privilegiado de una determinada ideología que prefiere la acción eficaz a la reflexión, la racionalización a la razón, la modelización a la inspiración”. Para pensárselo si tiene usted que hacer una presentación.
3 comentarios:
Lo confieso, a veces también uso el Power Point.
Lo reconozco, también estoy hasta el gorro del Power Point.
Conclusión: he de cambiar.
Muy agudo.
donsin,
También se dice aaquello de "¿ me entiendes o te pongo un power point ?"
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