- SANTIAGO COLLADO
- 6.NOV.2014
Autor: José Soler Gil
Encuentro.
Madrid (2013).
336 págs.
24 €.
Madrid (2013).
336 págs.
24 €.
La racionalidad científica goza hoy de un estatuto social privilegiado. Incluso para algunos Dios ya no es necesario, pues ahora es la ciencia la que ilumina nuestro origen, e incluso nuestro destino. Este planteamiento, no obstante, resulta paradójico. La ciencia nos “libera” de la religión, pero pagando por ello un precio: convertir a la misma ciencia en religión. El libro de Soler Gil parece dar un paso más y nos dibuja un escenario en el que la ciencia ya no es ni si quiera una religión propiamente dicha, sino más bien un mito.
La acepción de esta palabra es, ciertamente, peyorativa. Los mitos nos pueden ofrecer ricas enseñanzas de carácter sapiencial. Pero el uso que hace del término el autor del texto es perfectamente legítimo. Sobre todo si se tiene en cuenta que lo que pretende es provocar al lector, hacerle reaccionar ante ciertas interpretaciones de los resultados científicos, lecturas de la ciencia como él las llama, que carecen precisamente de aquello de lo que presumen: de ser científicas.
Soler Gil no entra, ni lo pretende, en análisis gnoseológicos de gran finura. Lo que le interesa es delatar las nuevas mitologías, es decir, visiones falseadas y asentadas en nuestra cosmovisión de la realidad. Lo que constituye en definitiva una de las tesis centrales del libro es que existe una dualidad mental-material en la realidad de la que tenemos experiencia, que dicha dualidad es irreductible, y que las opciones que adoptemos ante esta nítida distinción determinan, antes o después, nuestras posiciones frente a Dios y ante el modo en que nos comprendemos a nosotros mismos.
Lo que al autor parece interesar no son los problemas derivados del dualismo que pueden surgir como consecuencia de esta abrupta distinción, sino los que proceden de un menosprecio de esas dimensiones que son propiamente humanas y que se nos muestran exclusivamente en el ámbito de lo mental. El materialismo y su consiguiente ateísmo es una lectura de la realidad que supedita lo mental a lo material y que parece estar alentada por la ciencia actual. Pero Soler no considera esta lectura ni la única ni la mejor. Antes bien, atender cuidadosamente a lo mental nos ofrece la posibilidad de alcanzar una comprensión de la ciencia que no nos obliga a prescindir de Dios, sino que más bien nos pone en condiciones de redescubrirlo.
En los diversos capítulos del libro, Soler Gil examina brillantemente lo que en la cosmovisión actual es pura mitología de la ciencia. Para conseguirlo emplea con gran acierto numerosos textos de algunos de los autores que más han contribuido en la formación de esos mitos. Afronta con desenvoltura tres de las grandes áreas temáticas donde, al abrigo de la ciencia, han florecido los mitos modernos: darwinismo y ateísmo, en el primer capítulo; cerebro, mente y libertad, en el segundo; teísmo, materialismo y cosmología, en el tercero.
El tono algo polémico del libro desde su inicio hace que se pierdan algunos matices que después se pueden revelar problemáticos. Uno de ellos, que no es marginal, consiste precisamente en la distinción tan abrupta que se establece entre el mundo material y el mental. Me parece que se deben tener más en cuenta las jerarquías que observamos en el mundo natural. En algunos ambientes resulta valiente defender la irreductibilidad de lo mental a lo material. Pero la honradez intelectual lleva a distinguir las realidades cuando son diferentes, aunque sea molesto tener que renunciar a nuestro afán de unificación de toda la realidad.
En cualquier caso se trata de un libro que se enfrenta con valentía y eficacia al reduccionismo más extendido en nuestros días, y que aporta numerosos datos y argumentos muy pertinentes. En mi opinión, es de lectura muy recomendable
2 comentarios:
La religión se encarga de lo espiritual, la ciencia de lo material. El colchón entre la ciencia y la religión es la filosofía.
El libro es muy bueno, lo acabé de leer hace poco y lo recomiendo a todo el mundo, de lo mejor sobre el debate Ciencia/Fe que he leído últimamente. Un abrazo, Daniel.
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