miércoles, septiembre 28, 2016

Francia tiene raíces cristianas.



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Philippe Portier, catedrático de Historia y Sociología de la laicidad de la Universidad de la Sorbona revela que en el debate público de Francia crece con fuerza la vuelta a las raíces cristianas de la nación, entre otras razones, debido al “pánico moral” que está causando el islamismo, sobre todo el fundamentalismo islámico. 
Philippe Portier, catedrático de la Sorbona. Philippe Portier, catedrático de la Sorbona.
En una entrevista realizada en el diario francés Le Monde, el catedrático y autor de numerosos libros sobre religión y estado en Francia y Europa, analiza un fenómeno que está creciendo en su país: retornar a los fundamentos de la civilización francesa, construida entre tradiciones cristianas y culturas plurales, además de la contribución de la Ilustración y el laicismo.
El periodista Fréderic Joignot pregunta a este historiador sobre el debate de las raíces culturales en Francia y Europa: “Se ha vuelto a instaurar en el país la idea de nación, olvidada en la década de los 60 debido a la expansión del individualismo, de la integración europea y del ideal de la `globalización feliz´. Pero este concepto ha regresado durante los años 90.A la derecha de esta visión, se reconoce aún más las raíces cristianas de la nación de Francia”.
Philippe Portier afirma que el cristianismo describe un fondo cultural común, una idea de “nación cristiana, y este concepto está en el debate público. Estas raíces no sólo provienen del deseo de inscribirse en un linaje común, sino también de la finalidad acerca del Islam, cuya visibilidad sin precedentes - por no hablar de sus facciones terroristas – están creando una sensación de incomodidad e incluso `pánico moral`".

Influencia del cristianismo

El historiador de la Sorbona recorre en esta entrevista las diferentes culturas que han influido en la identidad de Francia. La influencia cristiana fue muy decisiva durante el primer mileno, sobre todo en los siglos V y VI cuando el cristianismo se extiende por los Reyes francos y monasterios.
En el siglo VIII, bajo la influencia de los carolingios, se consolidan las estructuras institucionales, el cristianismo social y mental, con un control mucho más asertivo del obispo en sus sacerdotes y fieles. En el siglo IX, la abadía de Cluny ejerce una influencia intelectual y espiritual, y en los siglos siguientes, los franciscanos o dominicos.
“En la Edad Media el mundo está lleno de religión. La incredulidad es impensable. Todo viene de Dios y volvemos a él. San Agustín habla en el sentido del tiempo terrestre como un `noviciado de la eternidad´, una mayor preparación, la vida con Dios”, recuerda Portier.
El historiador reitera que la Iglesia abarca la existencia hasta la revolución francesa. Tiene casi un monopolio en la educación infantil o en la asistencia a los enfermos o necesitados. Excepto los judíos, el cristianismo no se enfrenta a otra religión. “La alianza de la Iglesia católica con el poder real es, en Francia, la principal característica del sistema políticodel antiguo régimen, lo que dio lugar a un posterior anticlericalismo de la revolución y la República”, apunta Portier.

Ley de laicidad  

La revolución de 1789 da lugar al nuevo orden mundial. Sería un paso de una sociedad aristocrática, donde los hombres se instalan en un conjunto jerárquico establecido por la Providencia, en una sociedad democrática. "El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación. La libertad de conciencia es un derecho reconocido, como el derecho a expresar sus opiniones, a creyentes y no creyentes. La unidad religiosa desaparece, la pluralidad se afirma”, afirma el historiador. 
Como consecuencia se introdujo el matrimonio civil y el divorcio. Posteriormente, la tercera República tenía la intención de excluir a las iglesias de la esfera pública del Estado: las leyes escolares de 1880suprimieron la enseñanza religiosa y la presencia de religiosos en las escuelas públicas, y se suprime el reconocimiento y la financiación de la religión con la ley de separación de iglesias-Estado y laicidad de 1905.  “Estas leyes se basan en una construcción filosófica: la religión no es necesaria la construcción de la ética de la sociedad”, apunta Portier.
Pero la separación Iglesia-Estado en Francia deja a las iglesias libertad casi total de la organización interna y externa, y para los creyentes, de forma individual, una amplia libertad de afirmación, a excepción de los funcionarios públicos en el ejercicio de su misión. este es el punto de vista liberal que ha prevalecido.

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