miércoles, octubre 19, 2016

Tírele un huevo a Franco decapitado.










Hay que estar tarados de odio para una vez quitarlo, convertirlo en una feria..no pueden vivir sin Franco.

http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/2392504/dependencia/franco.html#.WAcO0NTQ4Z8.twitter

EN Barcelona han organizado una exposición llamada Victòria. República. Impunitat i espai urbà. Consiste en la instalación en el epicentro sentimental del independentismo (en el Born Centro de Cultura) de la estatua ecuestre de Franco que estuvo en Montjuïc, aunque decapitada, y de otra, alegórica, de la Victoria, que estuvo en la Diagonal celebrando la ídem. Se ha montado un buen jaleo. 

Hay quienes consideran ofensiva la instalación, no para el decapitado Franco, qué va, sino para los antifranquistas, pues hasta decapitado desazona. A otros les gusta, por la mofa. Esas actitudes pueden simbolizarse en las diversas posturas que se han producido durante la inauguración, entre los parabienes de los de Podemos y los paramales de los nacionalistas. Unos se han hecho selfies y otros han tirado huevos. "Selfies y huevos" habría sido un buen título para esta columna.

He preferido otro menos gracioso, más pedagógico. La francodependencia es la clave. No han terminado de quitar, con la ley de memoria histórica en la mano, los símbolos franquistas y ya están, ¡los mismos! (los mismos símbolos y los mismos que los quitaron), trayéndolos de nuevo. Hay un horror vacui progresista que no se resigna a renunciar al generalísimo. Se entienden contra Franco y, si no está, hay que reponerlo rápidamente. Como los camiones con regulares de Queipo de Llano (con perdón), van a circular en círculo (redundancia infinita) los iconos franquistas. Los que se quitan son los que se reponen, y vuelta a empezar. 

3 comentarios:

Alvaro dijo...

Ya, ahora recuerdo. Vaya, surte efectos legales, ope legis, -ley de memoria de la guerra del 36-,-el resentir la humanidad de un caudillo, que en su testamento, acto de disposición después de la muerte, pidió perdón a quienes hubiera podido ofender. Pero a él ahora poco le puede ofender lo que hagan los vivillos, que huelen a muerte de azufre, que le insultan. Se diría que uno y otros siguen los mismos impulsos que motivaron la guerra civil: la dignidad de un gesto heroico, asumir las consecuencias de una sublevación legítimada por el desgobierno reinante frente a una legalidad seca y falsa, ahora en forma de disfrute de la gloria del perdón y la misericordia que otorga paz y serenidad, y los insultos y blasfemias que identificaban un bando, ahora en forma de memoria viciosa infernal, ante la efigie iconoclástica de un muerto que siempre les acaudillará otros 40 años.

Anónimo dijo...

En españa no entran mas idiotas....

Sinretorno dijo...

gracias, amigos por los comentarios, tristes!!!