martes, enero 06, 2009

Sangre de mártires.

El Papa ha propuesto también el ejemplo de una familia que sufrió el martirio en 1936. Se trata de María Teresa Ferragud Roig, valenciana de 83 años, de Acción Católica, ejecutada después de ver cómo mataban a sus cuatro hijas monjas, que ocultaba en su casa. María Jesús, María Felicidad y María Verónica Masiá Ferragud eran clarisas capuchinas de Agullent. Josefa era agustina descalza. Cuando los milicianos cogieron a las cuatro hermanas, ella dijo: «Donde van mis hijas, voy yo». A ellas las animaba diciendo: «Hijas mías, no temáis, esto es un momento y el cielo es para siempre».
Mataron a las monjas, una a una, delante de su madre y dijeron a la anciana: «Oye, vieja, ¿tú no tienes miedo a la muerte?». Ella contestó: «Toda mi vida he querido hacer algo por Jesucristo y ahora no me voy a volver atrás. Matadme por el mismo motivo que a ellas, por ser cristiana». Era el 25 de octubre de 1936, fiesta de Cristo Rey. Desde el primer momento, el pueblo las consideró mártires, asesinadas sólo por ser profundamente religiosas. Juntas fueron al martirio y juntas fueron beatificadas, la madre y sus cuatro hijas, en marzo de 2001. No abundan los casos de padres e hijos adultos que mueren juntos por la fe.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué fuerte!Y yo pensando en el horreur de la vuelta a clase...Todavia me falta madera de "santo".Saludos!!!!!!

Anónimo dijo...

Toma ya libertad religiosa en la República que no dio ningun motivo para el alzamiento....

Anónimo dijo...

Impresionante. Gracias por publicarlo.