domingo, agosto 14, 2011

Sociedad enferma.



“Una sociedad enferma”, carta del Arzobispo de Burgos




Una sociedad con varios millones de parados, que mata impune y sistemáticamente a sus hijos más inocentes, que administra la justicia según los colores políticos, que miente con descaro y desde las más altas instancias, que viola los pactos más sagrados, que fomenta el odio y el enfrentamiento entre sus miembros, que impide el ejercicio libre de la religión, que destruye la inocencia de los niños desde su más tierna edad, que azuza las pasiones de los jóvenes, que niega que haya acciones buenas y malas con independencia de tiempo y circunstancias, que convierte la escuela en un instrumento ideológico y el poder político en trampolín para el enriquecimiento personal y el medro de los suyos, que se empeña en no tener hijos, en una palabra, una sociedad cuarteada en sus estructuras básicas y removida en sus cimientos éticos es una sociedad decadente y enferma de extrema gravedad.
Si tal sociedad fuese creación de un pesimista empedernido o fruto de una imaginación febril, no causaría ningún tipo de preocupación y hasta podría convertirse en objeto de estudio y reflexión. Pero si esa sociedad es la nuestra, si es el ámbito en el que vivimos el día a día de nuestro trabajo, de nuestra familia, de nuestras amistades, de nuestros proyectos y de nuestras aspiraciones, entonces las cosas adquieren un dramatismo inusitado y necesita que le apliquemos de inmediato un remedio radical. Por desgracia, esto es lo que nos ocurre a nosotros. Porque la actual sociedad española es la sociedad decadente y gravemente enferma que he descrito antes. Porque en ella conviven y coexisten todas las lacras denunciadas. Y, además, hasta parte de los mismos eclesiásticos no están a la altura de su misión.
Pero esta sociedad, precisamente porque es la nuestra, no debe ser mirada con desinterés, desprecio u odio. Tampoco con un buenísimo enfermizo. Necesita ser amada, pero para ser renovada. Ahora bien, dado que las enfermedades que la aquejan son muy graves y tienen carácter de metástasis generalizada, no podemos aplicarle una cataplasma. Y cataplasmas serían todos los remedios que no contemplen una profunda regeneración ética de cuantos formamos parte de esa sociedad. Las estructuras son posteriores al uso y abuso de nuestra libertad. Por eso, ni la justicia, ni la política, ni la escuela, ni la familia, ni la convivencia, ni la economía, ni las finanzas saldrán de la situación calamitosa en que se encuentran si las personas que son jueces, políticos, profesores, economistas, financieros, periodistas y cónyuges no cambian. En caso contrario, haríamos bueno lo que el refranero español sentenció con extraordinaria justeza y sencillez de formulación: “Distintos perros con los mismos collares”. Si quien está enfermo es el perro –la sociedad- es inútil cambiar el material y color de los collares –instituciones y estructuras sociales-. Hay que cambiar a las personas.Por eso, lo que ahora necesitamos en España con absoluta urgencia es volver a Dios. Tenemos, ciertamente, hambre de pan –paro alarmante-, de cultura –bajísimos niveles educativos-, de bienestar –más y mejores coberturas sociales-. Pero la necesidad más urgente y general es reconocer que tenemos que dar un cambio ético radical, salir de nuestro egoísmo y entrar en la lógica del don, de la gratuidad, de la solidaridad, del respeto mutuo, de la paz social y familiar, de los conceptos de bien y de verdad. Digámoslo claramente: necesitamos reconocernos pecadores, acudir al perdón y reiniciar el camino del bien y de la verdad.
Lo decía san Juan Crisóstomo con su acostumbrada belleza: “Necesitamos confesar nuestros pecados y derramar muchas lágrimas, porque estamos pecando sin remordimiento, porque nuestros pecados son grandes”.




Mons. Francisco Gil Hellín, Arzobispo de Burgos.


A nuestra Santísima Madre, la Virgen, me encomiendo.

10 comentarios:

Mento dijo...

Solo la confesion de nuestros pecados puede aliviar tanta infamia.

Cordelia dijo...

Hace una semana puse el primer párrafo en mi blog. El resto es mejor. Lo fusilo con permiso

María dijo...

Si, la confesión para empezar y la Comunión, recibir la Eucaristía en Gracia de Dios, eso debe ser la continuación y lo demás vendrá poco a poco. Pero no hay que olvidar que recibir en todo su cuerpo al Señor es la gasolina.
La confesión, nos decían en Cursillos de Cristiandad, es como meterte en una lavadora. Sales todo limpito, pero te han centrifugado, y te han espantado los pecados para siempre, quedas limpio. Pero la Eucaristía es lo que te va a hacer, resistir el día a día, y sacarle brillo a todo lo que te enfrentas en todo momento.
Esa es mi opinión, pero sé que mucha gente no la entiende....

Francisco Javier dijo...

Muy buena entrada porque tiene toda la razón... es el gran mal de esta sociedad que la sociedad no conoce a Dios y el hombre sin Dios está perdido.
.

Miriam dijo...

Espero que la JMJ renueve nuestros corazones, el de cada uno
Y así se inicie un cambio en esta sociedad enferma, que la renueve y la sane.

Vila dijo...

Es bien dura y clara esta carta. Pero recoge gran cantidad de verdades.

Si queremos que la sociedad cambie debemos empezar por cambiar nosotros, pero de verdad, e influir en que la gente de nuestro alrededor también empiece a cambiar. La responsabilidad es de cada uno y de forma personalizada.

Anónimo dijo...

Buenos días don Sinretorno.¿Quién es el exorcista de la Diócesis de Burgos? Ya,ya.Hermoso escrito y bellas parolas, parolas.Un abrazo.

Anónimo dijo...

Esto es ya una tan gran evidencia que hasta Cameron se ha dado cuenta.
Saludos

Anónimo dijo...

Cambiamé a mi misma,Señor.Siempre estaré a tiempo de reconocer que soy parte,y tal vez activa,de esta sociedad enferma.La denuncia del obispo es un diagnóstico perfecto de lo que sucede en mi patria,en mi ciudad...así puedo llegar a mi casa y a mi corazón.Un abrazo de Janusa

Anónimo dijo...

Cuanto drama, por peores épocas hemos pasado y más esclavos hemos sido y hemos salido adelante. Los fans del apocalipsis no traerán la esperanza al mundo, intentarán desesperanzarlo.