El Prelado del Opus Dei, obispo Javier Echevarría, escribe mensualmente una carta breve y pastoral, en un tono muy familiar a todos sus hijos, en la Obra le llamamos Padre, cooperadores del Opus Dei y a todos los amigos de la Obra. Es carta pública, que se puede consultar mensualmente en http://www.opusdei.org/ . Destaco algunos contenidos.
Todavía sentimos –y sentiremos siempre– el eco de la alegría de la Iglesia: ‘surrexit Dominus vere et apparuit Simoni’: el Señor ha resucitado realmente y se ha aparecido a Simón.
Asi comienza su Carta de mayo el Prelado del Opus Dei, resaltando la alegría —el gozo sobrenatural y humano— de los Apóstoles…, en la primera Pascua cristiana, continuando con algunas consideraciones sobre los acontecimientos que siguieron a la resurrección del Señor, a la que se refiere como la ‘buena nueva’ por excelencia.
Para dar testimonio de ese hecho, continúa Mons. Echevarría, los Apóstoles se dispersaron por la tierra, después de superar todos sus temores; los mártires fueron fuertes ante toda clase de tormentos y ante la misma muerte; muchos confesores y vírgenes dejaron de lado las ambiciones y las comodidades de aquí abajo, para aspirar con todas sus energías a los bienes eternos; e innumerables cristianos corrientes, a lo largo de los siglos, han sabido alzar su mirada al Cielo, mientras trabajaban con rectitud y amor a Dios y a los hombres en las cosas de la tierra.
Después de citar unas palabras de Benedicto XVI en su último libro ‘Jesús de Nazaret’, en las que el Santo Padre, se refiere a que Jesucristo no se manifestó resucitado a todo el mundo, afirma el Prelado que con el transcurrir de los siglos, la fe en la resurrección del Señor se ha ido extendiendo por la tierra; ha echado raíces en nuevas culturas, en diversas civilizaciones, sirviéndose de la colaboración de los creyentes, miembros del Cuerpo místico que peregrina en la tierra. Ahora –como con tanta fuerza nos insistió San Josemaría– nos toca a ti y a mí, a todos los cristianos, dar testimonio de Cristo con nuestra conducta y con nuestras palabras.
Manifiesta el Prelado la alegría inmensa por la beatificación de Juan Pablo II, que gastó su vida generosamente por las almas hasta sus últimos momentos en la tierra. Hemos sido testigos de la hondura de su fe, de la seguridad de su esperanza, del ardor de su caridad, que abrazaba a todos y a cada uno. En el Opus Dei, además, como os he recordado en varias ocasiones, guardamos una gran deuda de gratitud con el nuevo Beato; sobre todo porque Juan Pablo II fue el instrumento del que se sirvió el Señor para concedernos la forma jurídica definitiva de la Obra y la canonización de San Josemaría.
Y refiriéndose al mes de mayo: en estas semanas, la Iglesia nos invita a honrar especialmente a Santa María. Os sugiero que acudáis a la intercesión de nuestro Padre y de Juan Pablo II; pidámosles que nos obtengan –en estos días que siguen inmediatamente a la beatificación del Papa– la gracia de querer y venerar con todas nuestras fuerzas a la Madre de Dios (…) También nosotros, que somos –queremos ser– completamente del Señor, hemos de caminar por esa senda mariana que San Josemaría nos legó en herencia. «Si en algo quiero que me imitéis –decía–, es en el amor que tengo a la Virgen». Este mes nos brinda una ocasión estupenda para fomentar la devoción mariana, mediante la tradicional Romería de mayo. Invitemos a nuestros amigos y conocidos a visitar en estos días alguna ermita o santuario de la Virgen, rezando y contemplando los misterios del Rosario.
El 14 de mayo, continúa, conferiré la ordenación sacerdotal a 35 diáconos, hermanos vuestros. Como siempre en estas ocasiones, os pido que estemos todos muy unidos en la oración y en el ofrecimiento de algún sacrificio por los nuevos presbíteros y por los sacerdotes del mundo entero. Tened especialmente presentes en vuestras plegarias al Papa y a todos los Obispos, para que imitemos siempre al Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas.
Casi al final de su Carta comenta un reciente viaje rápido a Eslovenia y a Croacia, donde me he reunido con los fieles de la Prelatura y con otras muchas personas que se benefician del espíritu del Opus Dei. Doy gracias a Dios porque el trabajo apostólico de mis hijas y de mis hijos va echando raíces firmes en esos dos países, por los que tanto rezó nuestro Padre: difícil me resulta describiros cómo amó a todas las tierras, más aún a las que atravesaban dificultades de cualquier género.
Para dar testimonio de ese hecho, continúa Mons. Echevarría, los Apóstoles se dispersaron por la tierra, después de superar todos sus temores; los mártires fueron fuertes ante toda clase de tormentos y ante la misma muerte; muchos confesores y vírgenes dejaron de lado las ambiciones y las comodidades de aquí abajo, para aspirar con todas sus energías a los bienes eternos; e innumerables cristianos corrientes, a lo largo de los siglos, han sabido alzar su mirada al Cielo, mientras trabajaban con rectitud y amor a Dios y a los hombres en las cosas de la tierra.
Después de citar unas palabras de Benedicto XVI en su último libro ‘Jesús de Nazaret’, en las que el Santo Padre, se refiere a que Jesucristo no se manifestó resucitado a todo el mundo, afirma el Prelado que con el transcurrir de los siglos, la fe en la resurrección del Señor se ha ido extendiendo por la tierra; ha echado raíces en nuevas culturas, en diversas civilizaciones, sirviéndose de la colaboración de los creyentes, miembros del Cuerpo místico que peregrina en la tierra. Ahora –como con tanta fuerza nos insistió San Josemaría– nos toca a ti y a mí, a todos los cristianos, dar testimonio de Cristo con nuestra conducta y con nuestras palabras.
Manifiesta el Prelado la alegría inmensa por la beatificación de Juan Pablo II, que gastó su vida generosamente por las almas hasta sus últimos momentos en la tierra. Hemos sido testigos de la hondura de su fe, de la seguridad de su esperanza, del ardor de su caridad, que abrazaba a todos y a cada uno. En el Opus Dei, además, como os he recordado en varias ocasiones, guardamos una gran deuda de gratitud con el nuevo Beato; sobre todo porque Juan Pablo II fue el instrumento del que se sirvió el Señor para concedernos la forma jurídica definitiva de la Obra y la canonización de San Josemaría.
Y refiriéndose al mes de mayo: en estas semanas, la Iglesia nos invita a honrar especialmente a Santa María. Os sugiero que acudáis a la intercesión de nuestro Padre y de Juan Pablo II; pidámosles que nos obtengan –en estos días que siguen inmediatamente a la beatificación del Papa– la gracia de querer y venerar con todas nuestras fuerzas a la Madre de Dios (…) También nosotros, que somos –queremos ser– completamente del Señor, hemos de caminar por esa senda mariana que San Josemaría nos legó en herencia. «Si en algo quiero que me imitéis –decía–, es en el amor que tengo a la Virgen». Este mes nos brinda una ocasión estupenda para fomentar la devoción mariana, mediante la tradicional Romería de mayo. Invitemos a nuestros amigos y conocidos a visitar en estos días alguna ermita o santuario de la Virgen, rezando y contemplando los misterios del Rosario.
El 14 de mayo, continúa, conferiré la ordenación sacerdotal a 35 diáconos, hermanos vuestros. Como siempre en estas ocasiones, os pido que estemos todos muy unidos en la oración y en el ofrecimiento de algún sacrificio por los nuevos presbíteros y por los sacerdotes del mundo entero. Tened especialmente presentes en vuestras plegarias al Papa y a todos los Obispos, para que imitemos siempre al Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas.
Casi al final de su Carta comenta un reciente viaje rápido a Eslovenia y a Croacia, donde me he reunido con los fieles de la Prelatura y con otras muchas personas que se benefician del espíritu del Opus Dei. Doy gracias a Dios porque el trabajo apostólico de mis hijas y de mis hijos va echando raíces firmes en esos dos países, por los que tanto rezó nuestro Padre: difícil me resulta describiros cómo amó a todas las tierras, más aún a las que atravesaban dificultades de cualquier género.
viernes 6 de mayo de 2011
8 comentarios:
Cada día me gusta mas la el Opus dei. Siempre digo que son el ejercito de los católicos.
un saludo.
MaRCO bienvenido . El Opus Dei, es maravilloso, como todas ls instiuciones fieles de la Iglesia, que es la xasa común? Vas por algún centro? A tu disposición.
Te parece bien que los católicos tengamos ejército?? ... ya tuvimos uno hace unos 1000 años y solo lo usamos para sesgar vidas allá donde fue... espero que no comentan el mismo error estos soldados y no sean tan fanáticos...
Ejercito del espíritu, de la paz, de la alegría. Sólo mentes tan retorcidas como la tuya anónimo nos pueden retrotraer al típico tópico de las cruzadas; distigue tempora et concordabis iura. A Stalin no le preocupaba la I católica pues según le contaron sólo tenía un odesto y folklrico ejército de guardias suizos. Las divisiones de la URSS cayeron y caerán las de USA. En la Iglesia y en la Obra, no somos mejor que nadie, y luchamos contra nuestros defectos y con las armas del evangelio, la cruz y la alegría. Un abrazo. lee más en la vida ,te irá mejor.
Estimado anonimo, tal y como esta el mundo hay fuera yo me vestiria de Rambo para proteger a mi prole. Eso si, sin armas y sin dañar a nadie. Soy madre de dos hijos pequeños que educo en el mundo, no los aparto, ni los sobreprotejo. Pero si soy como un soldado de puerta, ante cualquier peligro que atañe a mi casa. Siempre como madre de familia, porque hay peligros que nadie puede salvarguardar. Pero en cuanto a la fe y a la libertad de mis hijos, no quiero que nadie me los engañen. Yo he vivido veinte años de mi vida con miedo a muchas cosas, hasta que Jesucristo me enseñó a vivir el instante sin temer. Y aunque se que mis hijos son libres y que solo Dios sabe que historia tendrá con cada uno de ellos. Mientras esten bajo mi tutela, le haré la guerra a quien sea para que no me los esclavicen. Quizás no me explique bien anonimo, solo soy una madre con un E.G.B de nota suficiente.
Pero se lo que es sentirme engañada y solo la historia que Jesús ha tenido conmigo como individuo primero y ahora como madre de familia me ha hecho libre. Por esa libertad yo voy a defenderla al fin del mundo con mi palabra, aunque haya muchos con mas estudios y mejores para desarrollarla. Como yo hay muchos cristianos, a los que el Señor ha salvado independiente de otros y hemos sido reunidos bajo un mismo techo, la Iglesia. Puede que en algunas cosas yo nunca me ponga de acuerdo con la Iglesia, como tampoco con mi padre o mi madre. Pero la defenderia donde fuera con mi testimonio, porque en ella esta Jesucristo y yo soy su cara y su voz aqui y ahora, sin querer queriendo somos un ejercito por la verdad de lo que se ha cumplido ya en nuestras vidas.
A mí también me gusta mucho el Opus dei, pero no entiendo bien que un supernumerario pueda ser si lo desea numerario y no al revés. Es una duda que tengo
Sin retorno es usted es más vil despota que puebla este blog, y como tal se retrata, su fanatismo le hará llegar lejos y matar a quien se le ponga por delante, es usted de esos que no tienen entrañas, ojalá no tenga suerte en sus macabros fanatismos.
Aprenda de Mento, le irá mejor en la vida.
Anonimo , te quiero y gracias. Es verdad que me encanta ser un déspota, te pido perdón y un abrazo. De Mento aprendo todos los dias.
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