martes, junio 21, 2011

Padres.




Hay una cita, creo que es de Mark Twain, que me gusta mucho y que dice: “Cuando era
un niño de 14 años, mi padre era tan ignorante que apenas podía soportar tenerle cerca.
Pero cuando cumplí 21, estaba sorprendido por lo mucho que aprendió en siete años.”

Bien, estoy seguro que a estas alturas del año, podéis encontrar palabras más cordiales
sobre la paternidad y la educación de los hijos, pero hay un sentimiento aquí con el que
creo que todos nos podemos identificar.

Crecer puede ser dolorosamente difícil, y con mucha frecuencia –para los niños al
menos- son nuestros padres los que cargan con la peor parte de nuestros enfados. Pero
si tienes la suerte de tener un padre que es cercano, puedes dirigirte a él y entonces,
un rayo de luz se enciende en tu interior. Estar cercano no es ser una persona que te
prohíbe salir o ver la televisión. Es alguien que se sacrifica un día y otro, y lo hace por
ti; alguien que te ha ofrecido todas las oportunidades que puede porque desea que tengas
éxito y seas feliz; alguien que tiene mucha sabiduría y conocimientos que dar.

Nunca me he cansado de de decir que las familias son la piedra angular de nuestra
sociedad, las rocas sobre las que se construyen nuestras vidas. Y hoy, el primer Día
del padre desde que el mío falleció, quiero expresar hasta qué punto los padres son
importantes para sentar esos cimientos.

Sé que, para algunos, esto es discutible. Vivimos en una era de igualdad en la que la
gente no quiere ver diferencias entre los sexos. En este mundo, las palabras “padre”
y “madre” se han hecho intercambiables, y se considera que ambos pueden ofrecer a
los hijos lo mismo. En cierto sentido, así es. Ambos pueden velar y proteger a sus hijos
e hijas. Ambos pueden cocinar y enseñar a sus hijos como montar en bicicleta. Ambos
pueden inculcarles valores como la responsabilidad y el respeto a la autoridad.

Pero no es necesario decir que dos personas diferentes al educar al mismo hijo aportarán
cosas diferentes. Así ha sido en mi caso. Me siento orgulloso de mi familia, y lo
mejor de todo fue lo que recibí de cada uno de mis progenitores. De mi madre, María,
magistrada, recibí mucho cariño y apoyo. Es alguien que siempre procura ver lo
positivo de los demás. Pero también me inculcó un profundo sentido del deber y un
gran sentido social. Puede resultar pasado de moda hablar de servicio público, pero me
enseñó que la vida era algo más que hacer dinero.

De mi padre, Ian, aprendí responsabilidad. Verle levantarse antes del amanecer para
enfrentarse a un duro día de trabajo, y no volver hasta bien entrada la noche, produjo
en mi un profundo impacto. Todos conocemos lo que se siente cuando suena la alarma
del despertador por la mañana y lo que uno desea es acallarlo como sea. Una de las
razones por las que nos levantamos no es simplemente la responsabilidad que un trabajo
comporta, sino sobre todo porque queremos ofrecer a nuestros hijos el mismo ejemplo
que nosotros recibimos de nuestros padres. Mi padre, que era discapacitado, también me
enseñó a ser optimista. Que no importa cuán mal estén las cosas. Todo puede superarse
si se afronta con el adecuado estado de ánimo. De hecho, si hay un regalo que recibí de
mi padre y que no pude agradecerle bastante fue su capacidad de ver siempre el lado
bueno de la vida.

Todo esto es impagable. Créanme, yo se lo afortunado que he sido, y lo afortunados que
son tantos niños en nuestro país. Muchos padres varones se están involucrando cada
vez más en educar a sus hijos, y como gobierno, les apoyamos. Por ejemplo, estamos
estudiando un sistema de cuidado parental flexible para que las madres y los padres
puedan compartir el cuidado de los hijos en su primer año. Pero también sé una cosa: en

Inglaterra, a día de hoy, hay niños que nunca verán los beneficios de esto, niños que no
podrán conocer el amor de un padre. Y todos sabemos las consecuencias que esto tiene.
Cuando los padres varones no están ahí para sus hijos, los niños son más propensos a
vivir en la pobreza, al fracaso escolar, a acabar en la cárcel o a engrosar el paro en el
futuro.

No podemos ignorar esto. De hecho, sería una irresponsabilidad que los políticos lo
hicieran. Nosotros somos los que recaudamos dinero de los contribuyentes y destinamos
millones de libras para hacer frente al fracaso escolar, al crimen y al desempleo. Por lo
tanto tenemos la responsabilidad –de cara a los contribuyentes y a la sociedad– de hacer
lo posible para que los padres varones regresen a la vida de todos nuestros niños.

Ahora bien, sé que no podemos hacer esto con un solo golpe de pluma del legislador.
No hay nada que podemos hacer en Whitehall para obligar a los padres a involucrarse.
Pero lo que si podemos hacer es facilitar a los padres varones el hacer lo correcto antes
que lo incorrecto. Esto es en gran parte lo que nuestro paquete de medidas sobre la
familia pretende. Estamos abordando el problema del perjuicio impositivo para las
parejas en el sistema de prestaciones para aquellos con ingresos más bajos. Hemos
aumentando el número de asistentes sociales a 4.200, y les estamos reorientando de una
perspectiva exclusiva de atención materno-infantil a una atención en la que se apoye
a toda la familia incluyendo a los padres varones. Estamos invirtiendo en apoyar a las
parejas para prevenir la desintegración familiar, y cuando esta es inevitable, asegurar
que se realice correctamente. Y sí, quiero que reconozcamos el matrimonio en el
sistema tributario como un país que reconoce el valor del compromiso.

Al mismo tiempo, también considero que necesitamos hacer de Inglaterra un lugar
realmente hostil para los padres varones que se ausentan de su responsabilidad (padres
desertores). Es hora de que los padres fuera de control sean estigmatizados, y de
que toda la fuerza de la deshonra caiga sobre ellos. Deben ser considerados como
conductores alcohólicos, como personas marginadas. Necesitan que este mensaje les
golpee desde cada uno de los ámbitos de nuestra cultura, que lo que están haciendo
está mal al dejar a las madres solteras que hacen un heroico trabajo para ocuparse de sí
mismas en solitario. Simplemente no es de recibo.

Todo esto ayudará a cambiar. Pero al final, serán los hábitos cotidianos y las decisiones
de los padres varones de Inglaterra lo que determinará si tenemos éxito. Su decisión de
apoyar económica y emocionalmente a su hijo, incluso si ha de separarse de su madre;
el pasar tiempo con sus hijos los fines de semana; el llevarles al fútbol o al parque; o ir a
su representación de navidad y tomar interés en la educación de sus hijos.

Digo esto sabiendo lo difícil que es ser padre. Como brillantemente señaló en escritor
americano Kent Nerburn: “Es más fácil convertirse en padre que serlo” Y yo, ni por un
minuto pretendo ser un padre perfecto para mis hijos. Basta preguntarle a Sam. Pero
este es un asunto demasiado importante como para permanecer callados. Afecta al
futuro de nuestros hijos, y por tanto, al futuro de nuestro país. Se lo debemos a ellos por
muy duro que nos resulte.

Por tanto, en este Día del padre, abracemos y celebremos nuestras responsabilidades.

David Cameron.

The Telegraph. 19.I.2011 Gentileza y traducción de motorromeros.

5 comentarios:

Francisco Javier dijo...

Hola, vecino de blog:
.
¿Te puedo pedir que leas el último post que he publicado en mi blog? Es que estoy un poco emocionado con la idea y quería una opinión seria.
.
Un cordial saludo y que Dios te bendiga:
.
Javier

Francisco Javier dijo...

Es interesante este artículo que has colgado sobre la paternidad de David Cameron. Falta la experiencia de lo religioso en la vida familiar. En mi caso fue gracias a mi madre que me llegó la fe de niño, y nunca la llegué a perder del todo aunque estuve muy lejos de la Iglesia y de Dios en un momento dado de mi vida...
.

Gordon dijo...

Muy bonito el post,sobre todo cuando se tiene al padre pachucho.Tenemos que dar muchas gracias

Anónimo dijo...

Nosotros somos abuelos.He tenído unos padres excepcionales,singulares en la España que vivieron.Están con Dios,no me cabe duda y con algunos a los que salvaron la vida.A veces pienso que no les valoré lo suficiente cuando estaban conmigo,no le olvido jamás y he trasmitido su recuerdo y su ejemplo.Un abrazo de Janusa

José Antonio del Pozo dijo...

Maravilloso y lleno de sentido todo lo que pones, Sinre.
Saludos blogueros