viernes, julio 25, 2008

Ya está bien de diagnósticos.

Este blog, miles de blogs, periódicos, radios, informativos, nos pasamos el dia y parte de la noche haciendo diagnósticos, profecías, previsiones, denunciando paradojas. Ya está bien...Jesús dijo id a todo el mundo y bautizad, dad testimonio de Mí. Los apóstoles no encargaron un estudio de la situación del Imperio romano Se pusieron a predicar, a extender la palabra de Jesús, a sufrir por el evangelio y a morir por Cristo como Santigo. Ponte a rezar media hora al día, ve a Misa a diario , levántate media hora antes, estudia más, tanto como esos compañeros descreidos pero que estudian o trabajan mas que tú, contacta con caritas, escribe una carta al periódico, no esperes a que sean sacerdotes o se entreguen a Dios otros, tú puedes si te fías de Dios. Pon tu grano de arena o la roca de tu vida, basta de teorías. Yo el primero...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, es el tiempo de los laicos!!

tomás moro dijo...

Os propongo hoy dos citas que me parecen muy oportunas a propòsito de lo que sin retorno somenta hoy. Una es de mi tocayo, tomada de su libro "La agonía de Cristo", es muy breve pero "enjundiosa": "Cuando se ama, -escribe Santo Tomás Moro- ¡qué difícil es disimularlo!".

La segunda cita es de Juan Pablo II, y creo que es de las que vale la pena tener a mano (está entresacada de una homilía en México). Hoy se necesita LEALTAD, FIDELIDAD, COHERENCIA: si los cristianos nos lo propusiérmaos en serio...:


Virgo fidelis. Virgen fiel. ¿Qué significa esta fidelidad de María? ¿Cuáles son las dimensiones de esa fidelidad? La primera dimensión se llama búsqueda. María fue fiel ante todo cuando con amor se puso a buscar el sentido profundo del designio de Dios en Ella y para el mundo. Quomodo fiet. ¿Cómo sucederá esto?, preguntaba Ella al ángel de la Anunciación (...). No habrá fidelidad si no hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y generosa búsqueda (...)
La segunda dimensión de la fidelidad se llama acogida, aceptación. El quomodo fiet se transforma, en labios de María, en un fiat. Que se haga, está pronta, acepto: éste es el momento crucial de la fidelidad, momento en el cual el hombre percibe que jamás comprenderá totalmente el cómo; que hay en el designio de Dios más zonas de misterio que de evidencia; que, por más que haga, jamás logrará captarlo todo (...)
Coherencia es la tercera dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo con lo que se cree. Ajustar la propia vida al objeto de la propia adhesión. Aceptar incomprensiones, persecuciones antes que permitir rupturas entre lo que se vive y lo que se cree: ésta es la coherencia (...)
Pero toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El fiat de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el fiat silencioso que repite al pie de la cruz (Juan Pablo II; homilía Catedral de México)