
Hoy voy a exultar de mi tierra, de mi gente. Cosa que es fácil después de tomar un buen bonito con tomate y media botella de txakoli. El clima, el verde, el mar, las galernas, el cantábrico, el euskera. Los vascos son excelentes gestores de lo público y de lo privado, gente con iniciativa, las cooperativas de Mondragón se enseñan a los econominstas como una tercera vía entre socialismo y capitalismo, por cierto que fueron impulsadas por un cura en proceso de beatificación. España y el mundo no se entienden sin los vascos: San Ignacio y los jesuitas, un ejército para servir a Dios y a la Iglesia, miles de misioneros y misioneras vascas. El almirante Oquendo, Churruca, Juan sebastián Elcano, el apóstol de las filipinas ( que no recuerdo su nombre). La cocina hecha arte, la nouvelle cuisine (Arzak me dijo que cuando quería comer bien se iba a un caserío). Vascos de mucho corazón, demasiado, que lleva a soluciones radicales, la lacra de ETA que ha condicionado y condiciona a España. Vascos en Madrid, vascos que crearon la feria de sevilla. Donde mejor se canta en las Iglesias, agur jesusen ama, Gure aita, Sukía, Usandizaga. Veraneos de reyes, los 40 de Ayete, las regatas, Urtain, la regente María Cristina, Chillida, Leku eder, mezcla de nacionalismo y catolicismo, medio salvajes y un tanto afrancesados o anglófilos de Bilbao. Ahora en una decadencia notable, pero que saldrán adelante, pagando sus pecados.