viernes, marzo 29, 2024

De la Sábana Santa.

 



Cuando reconstruyeron en 3D al hombre de la Sábana Santa, los científicos quedaron sobrecogidos.
«Consideramos que tenemos finalmente la imagen precisa de cómo era Jesús en esta tierra. De ahora en adelante ya no se le podrá representar sin tener esta obra en cuenta». Giulio Fanti, profesor de mediciones mecánicas y térmicas en la Università di Padova y experto de la reliquia, ha confiado al semanario Chi la exclusiva de esta obra suya, y les reveló:
«Según nuestros estudios, Jesús era un hombre de una belleza extraordinaria. Esbelto, pero muy robusto, tenía un metro ochenta centímetros de alto, cuando la estatura media de la época era de 1,65 metros. Y tenía una expresión real y majestuosa»
A través del estudio y la proyección tridimensional de la figura, Fanti ha podido también hacer un cómputo de las numerosísimas heridas sobre el cuerpo del Hombre de la Sindone:
«En la Sábana Santa –añade el profesor– he contado 370 heridas de flagelo, sin tener en cuenta las laterales, que el lienzo no ofrece porque envolvía sólo la parte anterior y posterior del cuerpo. Pero podemos lanzar la hipótesis de unos 600 golpes. Además la reconstrucción tridimensional ha permitido reconstruir que en el momento de la muerte, el hombre de la Sindone estaba encorvado hacia la derecha porque el hombro derecho estaba luxada de manera tan grave que había lesionado los nervios» (Il Mattino di Padova).
Las preguntas que envuelven el misterio de la Sindone siguen aún presentes, seguramente en ese hombre martirizado vemos el signo del sufrimiento, y en él encontramos un poco de cada uno de nosotros; pero también –a los ojos de la fe– la esperanza de que ese hombre no fuese un hombre cualquiera, sino el Hombre por excelencia, ese Ecce Homo que se presentó dócil frente a Pilatos y que tras la tremenda flagelación fue crucificado siendo inocente, pero cargando con las culpas de todos.
Y aunque en la Sindone no sea obligatorio ni siquiera para el cristiano, la excepcionalidad de ese lino permanece allí para desafiar nuestra comprensión y nuestras certezas, casi como hizo en persona Jesús de Nazaret, que desafió nuestras certezas amando a sus perseguidores, perdonándoles desde la cruz y venciendo a la muerte hace dos mil años

Palabras de Jesús en la Cruz.

 





lunes, marzo 25, 2024

Murió por cada uno de nosotros.

 





Semana Santa: Sábado Santo



A la hora de la desbandada general, cuando todo el mundo se ha sentido con derecho a insultar, reírse y mofarse de Jesús, ellos van a decir: dadnos ese Cuerpo, que nos pertenece. ¡Con qué cuidado lo bajarían de la Cruz e irían mirando sus Llagas! Pidamos perdón y digamos, con palabras de san Josemaría Escrivá: yo subiré con ellos al pie de la Cruz, me apretaré al Cuerpo frío, cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor..., lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones..., lo envolveré con el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, ¡y ahí, Señor, descansad!
Se comprende que pusiesen el cuerpo muerto del Hijo en brazos de la Madre, antes de darle sepultura. María era la única criatura capaz de decirle que entiende perfectamente su Amor por los hombres, pues no ha sido Ella causa de esos dolores. La Virgen Purísima habla por nosotros; pero habla para hacernos reaccionar, para que experimentemos su dolor, hecho una sola cosa con el dolor de Cristo.
Saquemos propósitos de conversión y de apostolado, de identificarnos más con Cristo, de estar totalmente pendientes de las almas. Pidamos al Señor que nos transmita la eficacia salvadora de su Pasión y de su Muerte. Consideremos el panorama que se nos presenta por delante. La gente que nos rodea, espera que los cristianos les descubramos las maravillas del encuentro con Dios. Es necesario que esta Semana Santa —y luego todos los días— sea para nosotros un salto de calidad, un decirle al Señor que se meta totalmente en nuestras vidas. Es preciso comunicar a muchas personas la Vida nueva que Jesucristo nos ha conseguido con la Redención.
Acudamos a Santa María: Virgen de la Soledad, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a comprender —como escribe San Josemaría— que es preciso hacer vida nuestra la vida y la muerte de Cristo. Morir por la mortificación y la penitencia, para que Cristo viva en nosotros por el Amor. Y seguir entonces los pasos de Cristo, con afán de corredimir a todas las almas. Dar la vida por los demás. Sólo así se vive la vida de Jesucristo y nos hacemos una sola cosa con Él.
Mons. Javier Echevarría

sábado, marzo 23, 2024

Semana Santa.

 



Nos vemos en Pascua, en esta semana celebramos lo único importante de la historia de la humanidad.