viernes, octubre 30, 2020

Todos los santos.

 


1 de noviembre: Todos los Santos

Evangelio de la Solemnidad de todos los Santos (Ciclo A) y comentario al evangelio.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Opus Dei - 1 de noviembre: Todos los Santos

Evangelio (Mt 5,1-12a)

Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y abriendo su boca les enseñaba diciendo:

—Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.

Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.

Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas de antes de vosotros.


Comentario

Hoy la Iglesia conmemora a todas aquellas personas que vivieron la amistad con Dios en su caminar terreno y entraron por eso en su gloria. Algunos santos son elevados a los altares como modelos de virtud y amor de Dios. Pero muchos otros dejaron día a día una impronta de santidad que pasó quizá desapercibida a ojos humanos, pero que nunca escapa a la mirada atenta y amorosa de Dios.

“Todos los Santos es la fiesta de la santidad discreta, sencilla —comentaba Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei—. La santidad sin brillo humano, que parece no dejar rastro en la historia; y que, sin embargo, brilla ante el Señor y deja en el mundo una siembra de Amor de la que no se pierde nada”[1].

Como evangelio de la Misa de este día de todos los Santos, la liturgia eligió el pasaje de las bienaventuranzas según san Mateo, como para subrayar que ellas son el equivalente de la santidad, tanto de aquella que se hace famosa, por decirlo así, y destinada a algunos, como de aquella que solo es conocida plenamente en el Cielo.

Los evangelios recogen dos versiones del discurso de Jesús sobre las bienaventuranzas: la de Lucas, con sus cuatro bienaventuranzas y cuatro ayes, y la de Mateo, que es la que contemplamos hoy y que incluye nueve bienaventuranzas. Mateo nos muestra a Jesús enseñando al pueblo, sentado en lo alto de un monte, rememorando a Moisés, que entregó a los israelitas las tablas de la Ley después de permanecer en lo alto del monte Sinaí junto a Dios. Jesús baja a la tierra y enseña con autoridad, para llevar a plenitud aquella primera ley e invita a los hombres a ser perfectos como el Padre celestial (cfr. Mt 5,48).

Cada una de las bienaventuranzas, con su lenguaje desconcertante, han suscitado numerosos comentarios a lo largo de la historia de la Iglesia. A modo de síntesis, el Catecismo explica que sobre todo “las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad” [2]. Jesús es el principal bienaventurado y dichoso porque vivió en la tierra en unión amorosa con el Padre, que es la mayor dicha, por encima de cualquier tribulación.

Por eso las bienaventuranzas son un compendio de la santidad y una llamada a la misma, ya que “iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos”[3].

Jesús nos invita, en palabras del Papa Francisco, a “que emprendamos el camino de las Bienaventuranzas. No se trata de hacer cosas extraordinarias, sino de seguir todos los días este camino que nos lleva al cielo, nos lleva a la familia, nos lleva a casa. Así que hoy vislumbramos nuestro futuro y celebramos aquello por lo que nacimos: nacimos para no morir nunca más, ¡nacimos para disfrutar de la felicidad de Dios! El Señor nos anima y a quien quiera que tome el camino de las Bienaventuranzas dice: ‘Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos’ (Mt 5,12). ¡Que la Santa Madre de Dios, Reina de los santos, nos ayude a caminar decididos por la senda de la santidad! Que Ella, que es la Puerta del Cielo, lleve a nuestros amados difuntos a la familia celestial”[4].


[1] Mensaje del Prelado, 1 de Noviembre de 2017.

[2] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1717.

[3] Ídem.

[4] Papa Francisco, Ángelus, 1 de Noviembre de 2018.

martes, octubre 20, 2020

Mensaje del Prelado.

 

https://opusdei.org/es-es/

Mensaje del Prelado (20 octubre 2020)

Mons. Ocáriz nos asegura su continua oración y cercanía durante la pandemia y comunica que en unos días publicará una nueva carta pastoral.

CARTAS PASTORALES Y MENSAJES
Opus Dei - Mensaje del Prelado (20 octubre 2020)

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Os escribo unas pocas líneas para aseguraros mi oración y mi cercanía, especialmente a quienes seguís sufriendo más directamente la emergencia sanitaria y sus diversas consecuencias, que se están recrudeciendo ahora en muchos sitios. Esta oración, como la vuestra, tiene también muy presente, junto a tantas cosas buenas, el cúmulo de sufrimientos en la humanidad: enfermedad, desempleo, privación de legítimas libertades, hambre y la ignorancia del amor de Dios revelado en Jesucristo. No me detengo más. Dentro de poco, os enviaré una carta extensa –con fecha 28 de este mes– sobre las características de la dedicación a la Obra según las distintas circunstancias personales. Todas y todos tenemos una idéntica vocación: el mismo espíritu, la misma misión apostólica, los mismos medios espirituales y de formación.

Con todo cariño os bendice

vuestro Padre

Roma, 20 de octubre de 2020

Bar de Triana y olé.

 




sábado, octubre 17, 2020

Diez frases de la Fratelli.

 


“Fratelli Tutti”: 10 frases de la nueva encíclica del Papa Francisco

En el documento publicado el pasado 3 de octubre, el Santo Padre nos impulsa a reflexionar para que, “frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”. Compartimos algunas claves de su mensaje.

DE LA IGLESIA Y DEL PAPA
Opus Dei - “Fratelli Tutti”: 10 frases de la nueva encíclica del Papa Francisco

10 frases de “Fratelli Tutti” (Descárgala en formato digital)


1. Entre todos. Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos. (Punto 8)

2. Devolver la esperanza. En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca. Este desengaño que deja atrás los grandes valores fraternos lleva a una especie de cinismo. Esta es la tentación que nosotros tenemos delante, si vamos por este camino de la desilusión o de la decepción. El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí. (Punto 30)

3. Reconstruir este mundo que nos duele. La parábola del buen samaritano es un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Toda otra opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en el camino. La parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común. (Punto 67)

4. Redescubrir la fraternidad. La fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales, ni siquiera de cierta equidad administrada. Si bien son condiciones de posibilidad no bastan para que ella surja como resultado necesario. La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad. ¿Qué ocurre sin la fraternidad cultivada conscientemente, sin una voluntad política de fraternidad, traducida en una educación para la fraternidad, para el diálogo, para el descubrimiento de la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores? Lo que sucede es que la libertad enflaquece, resultando así más una condición de soledad, de pura autonomía para pertenecer a alguien o a algo, o sólo para poseer y disfrutar. Esto no agota en absoluto la riqueza de la libertad que está orientada sobre todo al amor. (Punto 103)

5. Todos en la misma barca. Necesitamos desarrollar esta conciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. La pobreza, la decadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son un silencioso caldo de cultivo de problemas que finalmente afectarán a todo el planeta. Si nos preocupa la desaparición de algunas especies, debería obsesionarnos que en cualquier lugar haya personas y pueblos que no desarrollen su potencial y su belleza propia a causa de la pobreza o de otros límites estructurales. Porque eso termina empobreciéndonos a todos. (Punto 137)

6. Hacia una civilización del amor. A partir del «amor social» es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos. El amor social es una fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos. (Punto 183)

8. Artesanos de paz. Los procesos efectivos de una paz duradera son ante todo transformaciones artesanales obradas por los pueblos, donde cada ser humano puede ser un fermento eficaz con su estilo de vida cotidiana. Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios o despachos. Entonces cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador, para escribir una nueva página de la historia, una página llena de esperanza, llena de paz, llena de reconciliación. Hay una “arquitectura” de la paz, donde intervienen las diversas instituciones de la sociedad, cada una desde su competencia, pero hay también una “artesanía” de la paz que nos involucra a todos. (Punto 231)

9. Podemos perdonar. El perdón no implica olvido. Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. El perdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino. Si el perdón es gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al arrepentimiento y es incapaz de pedir perdón. (Punto 250)

10. Ir al encuentro. Pido a Dios que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro ser con el aceite de la misericordia que cura las heridas de los errores, de las incomprensiones, de las controversias; la gracia de enviarnos, con humildad y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de la paz. (Punto 254)


Link al libro electrónico de la encíclica “Fratelli Tutti”.

sábado, octubre 10, 2020

La imaginación de la caridad.

 


La imaginación de la caridad

Artículo del prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, en La Vanguardia.

Opus Dei - La imaginación de la caridadMons. Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei. Foto: Flickr (Opus Dei Communications Office)

La VanguardiaLa imaginación de la caridad (Descargar en PDF)

En estos meses en los que el mundo está siendo sometido a una dura prueba, a causa de la pandemia, hemos sido testigos de actitudes heroicas por parte de personas de todos los sectores de la sociedad. El personal sanitario de los cinco continentes ha manifestado un espíritu de sacrificio que arrancó aplausos desde los balcones de muchas ciudades; los medios de comunicación han transmitido noticias de profunda humanidad, al narrar iniciativas solidarias de muchas personas que se movilizaron –y lo siguen haciendo- para ofrecer remedio a las necesidades urgentes que se han presentado; la Iglesia también ha reaccionado con generosidad, y son varios centenares los sacerdotes que han dado la vida por acercar a los enfermos los auxilios espirituales. El dolor y el sufrimiento unen, y es frecuente que muchos vecinos que antes no se conocían ahora estén reunidos por lazos de amistad, pues se han ayudado en los momentos de mayor emergencia.

SI NO NOS UNIMOS, POR MÁS QUE SE SUPERE LA CRISIS SANITARIA PERMANECERÁN LAS HERIDAS DE UNA SOCIEDAD INDIVIDUALISTA

En la audiencia general del pasado 23 de septiembre, el papa Francisco recordaba que “o trabajamos juntos para salir de la crisis, a todos los niveles de la sociedad, o no saldremos nunca”. Si hemos comenzado estas líneas poniendo de manifiesto tantos ejemplos de entrega a los demás que se han dado durante la crisis sanitaria, no podemos cerrar los ojos ante realidades de signo opuesto.

La cultura contemporánea, que posee tantos valores positivos, al mismo tiempo está marcada por una enfermedad grave, a la que hace referencia el Santo Padre: el individualismo. Si no nos unimos, si no miramos a los demás como nuestros prójimos, como personas que tienen en sí mismas un valor único, que merecen respeto, comprensión, cercanía, por más que se supere la crisis sanitaria permanecerán las heridas de una sociedad individualista, anónima, que termina por convertirse en un campo de batalla entre los intereses egoístas.

El trabajo es una dimensión esencial de la vida social. La crisis sanitaria ha causado una crisis laboral de grandes proporciones. Los desafíos que se presentan son muchos y urgentes. En las circunstancias actuales cobran especial relieve algunas características del trabajo, que pueden paliar las consecuencias negativas de la crisis. Pienso, en primer lugar, en el espíritu de servicio. El trabajo está al servicio del bien común social y de la persona humana entendida en su integridad. La creación de nuevos puestos de trabajo, la conservación de los ya existentes, y, sobre todo, el cambio de mentalidad que pone siempre en el centro a la persona humana y no a una lógica meramente económica son un antídoto contra el individualismo imperante. Se impone, con palabras de san Juan Pablo II, hacer funcionar “la imaginación de la caridad”.

TRABAJAR BIEN ES MANIFESTAR CERCANÍA Y SUPERAR CON AMOR EL DISTANCIAMIENTO SOCIAL FÍSICO QUE IMPONEN LAS CIRCUNSTANCIAS

Todos soñamos con una sociedad justa. La situación de muchas sociedades se ha trastocado después de este largo sufrimiento de la humanidad. Si justicia es “dar a cada uno lo suyo”, es necesario que quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones en la vida social, ejerciten esa “imaginación de la caridad”. Porque, como decía san Josemaría Escrivá, “convenceos de que únicamente con la justicia no resolveréis nunca los grandes problemas de la humanidad”. Y añadía que la dignidad de la persona humana exige más: la caridad, que “es como un generoso desorbitarse de la justicia”. Caridad que implica realizar bien el trabajo que tenemos encomendado, puesto al servicio de las necesidades de los demás, que en este momento se han hecho más acuciantes. Trabajar bien es sacar todo el partido posible a nuestras capacidades –en la familia, en la empresa, en la escuela, en todos los ámbitos del quehacer humano– para manifestar cercanía y superar con amor el “distanciamiento social” físico que imponen las circunstancias.

Todos estamos llamados a vivir la “imaginación de la caridad”, para resolver juntos los desafíos que nos pone este mundo nuestro, que queremos mejorar siguiendo los pasos de Aquel que nos dio ejemplo de un olvido de sí hasta dar la vida por los demás.

Sin ostentación.

 








"Cuanto más religioso es un hombre menos ganas tiene de ostentar su religiosidad, de orar a gritos o de tocar trompetas -e invitar a los periodistas- cuando da limosna. El gran pudor de mostrar lo que hay de mejor en nosotros viene del miedo al manoseo, que lo estropea todo. Cuando un hombre tiene dones extraordinarios tiene un grandísimo deseo de parecer un hombre ordinario; por lo menos en lo religioso."

P. Leonardo Castellani

viernes, octubre 09, 2020

Fratelli tutti, la opinión de Navarro Valls.

 


‘Fratelli tutti’: fraternidad y amistad social; por Rafael Navarro-Valls, académico y catedrático

08/10/2020
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El día 8 de octubre de 2020 se ha publicado, en el diario El Mundo, un artículo de Rafael Navarro-Valls en el cual el autor analiza algunos de los aspectos más destacados de la tercera encíclica del Papa Francisco.

‘FRATELLI TUTTI’: FRATERNIDAD Y AMISTAD SOCIAL

Era de prever .La encíclica Fratelli tutti ha resultado moderadamente polémica. Para algunos, es la mejor encíclica social de la Historia. Para otros -menos-, un manifiesto político de alguien que debe ser neutral. Permítaseme acercarme al documento dejando al margen las pasiones y guiándonos por la inteligencia.

En realidad, la encíclica viene juzgándose más por el autor que por el contenido. Francisco no es un híbrido entre Rambo y una estrella de rock. Es algo más modesto: un hombre de 83 años, con fe profunda, amplio corazón y una buena cabeza. Eso sí, asistido con especial intensidad por el Espíritu Santo.

Dicho esto, vayamos a la encíclica. Empezaré por decir que me ha divertido una curiosa coincidencia anecdótica. Cuando el primer poder temporal de la tierra (léase, el presidente de Estados Unidos Donald Trump) se encuentra en cuarentena sufriendo el coronavirus, el primer poder moral del mundo sale a su encuentro con una encíclica en la que la pandemia está muy presente. Probablemente ambos habrán percibido la paradoja y también, seguramente, habrán sonreído.

Recuerdo que, muy poco después de que Francisco fuera elegido obispo de Roma, me preguntaron por los grandes desafíos a los que se enfrentaba el Papa argentino. Enumeré 10. Solamente aquí citaré uno de ellos: “Promover la causa de la paz y la justicia en todo el mundo”. Este ha sido su empeño constante desde que asumió la carga del papado y que se refleja en esta encíclica.

Desde luego algunas de las afirmaciones apuntan más a la tierra que al cielo. Lo contrario que se decía del Rey Alfonso X el Sabio: “De tanto mirar al cielo se olvidó de la tierra”. Pero no debe perderse de vista que, después de la Creación, todas las cosas de la tierra tienen reflejos divinos.

Recuerdo que en cierta ocasión Juan Pablo II, hablando con un grupo de periodistas, comentó el “papel político” que dicen desempeñó en la caída del marxismo en los países del Este. San Juan Pablo II matizó que “no se puede hablar de un papel político en sentido estricto”. “La misión del Papa -continuó- es predicar el Evangelio, pero en él se encuentra el hombre y, por tanto, sus derechos humanos”. Me parece que este es el sentido que se entrevé en Fratelli tutti.

En rápida sucesión pasan por el lector temas muy variados: la pandemia, la guerra, las sanciones legales, la especulación financiera, los muros entre personas, el nacionalismo, el populismo, la pena de muerte, la Shoah, la Organización de Naciones Unidas, la política, el anverso y el reverso de las religiones, y un largo etcétera. Toda una serie de cuestiones que hurgan en las grandes cicatrices de la civilización moderna y a las que ofrece soluciones concretas para cerrarlas.

Vayamos a algunos de los temas más polémicos, comenzando por la política. La actual política -según el Papa- basada exclusivamente en el mercado o el populismo no resuelve la injusticia; al contrario, genera nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social. La política que patrocina Francisco es la que dice no “a la corrupción, a la ineficacia, al mal uso del poder o a la falta de respeto a las leyes”. Una política popularista (no populista) centrada sobre la dignidad humana, no sobre el beneficio, ya que para Francisco “el mercado por sí mismo no resuelve todo”. Los estragos producidos por la especulación financiera así lo demuestran.

No significa esto -como dicen algunos- que “todas las ganancias son obscenas y todas las pérdidas castas”. El propio Francisco lo hacía notar en Evangelii Gaudium, su primera exhortación apostólica (2013) en la que de algún modo repudiaba las “economías angélicas”. Para él, el oficio “empresarial” es una “noble tarea”. Ante ella, las palabras de Francisco no deben entenderse como las de un enemigo sino, al contrario, como las de un amigo -”ajeno a cualquier interés personal o ideología política”- que desea apartar una mentalidad “individualista, indiferente y egoísta” en aquellos que la poseen. Se trata, en síntesis, de exigir una sólida responsabilidad social a los agentes económicos.

La guerra es un asunto abordado muy interesante de la encíclica. Aquí Francisco no transige. Es contundente. Para Francisco es muy difícil hablar hoy de guerra justa. De ahí que exclame: “Jamás la guerra”. Precisamente porque no es “un fantasma del pasado” sino una amenaza “constante”. A causa de las armas nucleares, químicas y biológicas, representa “la negación de todos los derechos”. De hecho -según Francisco-, la Tercera Guerra Mundial ha comenzado, aunque sea “a pedazos”. Se lee en la encíclica que la eliminación total de las armas nucleares es un “imperativo moral y humanitario”. Incluso sugiere algo extremadamente difícil, que se dediquen “los fondos destinados a los armamentos a crear un fondo mundial para eliminar el hambre”.

Podríamos seguir analizando esas concretas cuestiones a las que se refiere la encíclica y que antes enumeramos. Pero, en mi opinión, no las entenderíamos bien sin ir al fondo de la misma.

Desde el subtítulo de la encíclica Fratelli tutti -fraternidad (universal) y amistad social-, ambos polos se ofrecen como el leit motiv del mensaje. Lo dice expresamente el texto: “La fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales. Separarlos lleva a una deformación y a una polarización dañina”. Con la fraternidad universal no hay duda: “Todos los seres humanos somos hermanos y hermanas”. Con palabras del Documento sobre la fraternidad humana firmado en Abu Dabi (febrero de 2019): “Dios ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos”.

A la fraternidad universal se opone una grave enfermedad: “El individualismo radical es el virus más difícil de vencer”, tal como se manifiesta en las “sombras de un mundo cerrado”. Por eso, subraya, “mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal”.

Vayamos al otro polo: la amistad social. Se describe en la encíclica diciendo que el amor que se extiende más allá de las fronteras tiene su base imprescindible en el amor a la propia ciudad o país. “Cuando es genuina, esta amistad social dentro de una sociedad es una condición de posibilidad de una verdadera apertura universal”.

En fin, subraya Francisco que fomentar la amistad social precisa la apertura y el diálogo. Las religiones, cuando son acordes a esta verdad profunda de la dignidad humana y la promueven a través del diálogo entre las culturas y la búsqueda de la paz, se sitúan “al servicio de la fraternidad en el mundo”. La propuesta creyente aporta “razones sólidas y estables para la llamada a la fraternidad”.

El fundamento que une y mantiene viva y fecunda esa polaridad es claro: “Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia”.

Cabe concluir que esta extensa encíclica parece el testamento espiritual de Francisco. Recoge en ella el conjunto de sus mensajes anteriores. Por ello, requiere un estudio pausado si queremos entender el papel que este Papa está desempeñando en la Historia.