Burocracia.

Desde hace años nos dicen que la administración pública, o las administraciones, está más cerca del ciudadano, con internet todo es cercano, maravilloso, comprobable. Puedes hacer la declaración de renta con el programa padre (el Estado es el padre), reclamar por inet. Pero la realidad es otra en mi experiencia. Me piden el currículum vitae normalizado para ser miembro de un tribunal; envío el que mandé al Ministerio de Educación, me contestan que me decargue el de la Universidad X. No se me descarga, me dicen que no agote papel por el bien de la biosfera. Debo introducir lo que escribo (libros, artículos,en un index de mi Universidad), que luego no sirve para lo mismo en otra comunidad u otra Universidad. Con mandarte un enlace el personal ha cumplido y el trabajo lo tengo que hacer yo. Ahora el catastro va por foto satélite, un amigo mío recibe la notificación de que el satélite dice que hay un edificio de más donde antes no estaba; mi amigo dice que es una tejabana de uralita ( lo es realmente) pero debe ir al catastro con fotos no de satélite para demostrar que es así. Hay fondos europeos de investigación que se quedan sin pedir, pero es que hay que mandar tal cantidad de papeleo, firmas electrónicas, digitales, talla de ropa interior, que habría que contratar a una secretaria para que haga ese trabajo. Las administraciones son las que deben comprobar todo eso, que para eso están y no el pobre ciudadano. Es más, la prueba de inocencia se está convirtiendo en que eres culpable hasta que no demuestres lo contrario ( ley de igualdad, de violencia de género). Además de tomadura de pelo es el mundo orwelliano de 1984. Y ellos tienen todos los datos, más que tú. Se ha perdido la confianza entre médico y paciente, entre profesor y alumno, entre farmaceútica y cliente habitual. Como dice el blog de Kufisto, en su perfil de datos personales, contesta: pregúntale a Rubalcaba.