martes, junio 16, 2015

Bush III.









El gran Navarro-Valls nos tiene al día de una política que sí funciona, aunque parezca aburrida.


Bush III busca su trono

 

·         Jeb Bush presenta su candidatura lanzando un claro mensaje a las minorías étnicas

·         El hijo y hermano de presidentes aboga ahora por un 'conservadurismo moderado'

·         'Hubiera obrado de modo diverso al de mi hermano' en Oriente Medio, afirma Jeb

·         Su anuncio ha estado precedido de una visita a Europa en la que arremetió contra Putin

·         Un sondeo muestra que en el estado de Virginia supera por dos puntos a Hillary Clinton

 


El ex gobernador de Florida y candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Jeb Bush. REUTERS
 
RAFAEL NAVARRO-VALLS

Jeb (iniciales de John Ellis Bush), hermano e hijo de presidentes, acaba de presentar su candidatura a la Casa Blanca. Lo ha hecho en un lugar significativo: el Miami Dade College, la universidad más grande de Florida y la que produce el mayor número de graduados hispanos y afroamericanos de todo el país. Un claro mensaje a las minorías étnicas, cuyo voto necesita desesperadamente. Desde luego le ayudará su matrimonio con una mexicana (Columba Garnica, nacida en León, Guanajuato), su dominio del español y su posición política moderadamente favorable a una reforma de la normativa sobre inmigración, que permita la regularización de los inmigrantes ilegales.
La presentación de Bush III coincide con un momento más o menos "dulce" en torno a su persona. La Universidad Christopher Newport de Virginia acaba de adelantar un sorprendente resultado en una encuesta sobre las elecciones a la Casa Blanca de 2016. En ella, Jeb Bush supera por 48 a 46% en ese importante estado a Hillary Clinton. Digo sorprendente porque en la anterior encuesta de febrero, la ex secretaria de Estado aventajaba -siempre en Virginia- en cinco puntos al ex gobernador de Florida (48 a 43%). Lo cual coincide con otro dato interesante. Por primera vez desde que dejó la presidencia, su hermano George supera en popularidad a su sucesor, Obama. Según un sondeo de CNN/ORC el 52% de los americanos interrogados tienen una opinión favorable de George W. Bushcontra el 49% del actual ocupante de la Casa Blanca, Barack Obama. Esto ha llevado a que algunos consejeros de Jeb Bush opinen algo que está por comprobar: que el americano medio tiene una memoria corta, y que los sentimientos anti-Obama serán más fuertes que los recuerdos de la discutida presidencia del hermano George.

Efectivamente, un tema que se cierne sobre la candidatura de Jeb es la influencia -para bien o para mal- de la azarosa presidencia de su hermano, que por cierto se decidió en Florida, con Jeb como gobernador, y por dos diezmilésimas del 1% de los votos de George W. Bush sobre Al Gore, después de la suspensión por el Tribunal Supremo del recuento de los votos. Si la presidencia del discutido hermano mayor comenzó con problemas legales, su final fue dramático. Atrapado en Irak y Afganistán, con medio mundo en las calles maldiciendo sus guerras y con un Congreso copado por los demócratas paralizando sus proyectos, Bush II acabó su segundo mandato con el índice de aprobación más bajo de la historia de la presidencia. No ha habido presidente reelegido que se haya desplomado desde altas cotas de popularidad como George W. Bush (casi un 90% después de la caída de las Torres Gemelas) a niveles tan bajos (un 35%). En mi opinión, no tuvo presente en su política exterior que a las dictaduras contra las que se enfrentó no le preocupaban las elecciones: solo las revoluciones.

Distanciándose de su hermano

Pero no olvidemos que, junto a la mayoría demócrata y liberal que opina que Bush II "todo lo hizo mal", existe un reducido núcleo de seguidores que consideran "que todo lo hizo bien". Estos últimos son muy activos y poco a poco van logrando que los americanos vuelvan a mirar al 44º presidente con mayor benevolencia. Lo que explica su actual popularidad frente a Obama. Así las cosas, el apellido 'Bush' tiene un doble peso sobre el joven Jeb. Por un lado, la dinastía con ese apellido -con las sombras y luces de Bush I (padre) y Bush II (hermano)- le ayuda a impulsar su candidatura. Es sintomático que cuando Mitt Romney intentó resucitar hace unos meses su antigua pretensión presidencial, importantes contribuyentes republicanos discretamente hicieron llegar al candidato mormón que se hiciese a un lado: preferían la candidatura de Bush III.

Pero cuando comienza a hurgarse en la política del Gran Hermano en Irak, el apellido Bush es como una losa que tira hacia abajo del más joven de los hermanos. Jeb aquí oscila entre dos polos: su admiración por su hermano George -en el que alaba su visión geopolítica- y el hecho de que un 60% de republicanos opina que aquella guerra no valió la pena, si se tienen en cuenta los muertos americanos e iraquíes producidos. Por eso Jeb, después de una época de defensa de la política de Bush II en Oriente Medio, ha dado marcha atrás : "Sabiendo lo que hoy sabemos, hubiera obrado de modo diverso al de mi hermano". Y un tanto exasperado suele añadir: "Yo obro autónomamente . Tengo derecho a ser juzgado por lo que hago y no por mi apellido".

De precampaña por Europa

Su candidatura ha estado precedida de una visita de cinco días a Europa, donde ha sido calurosamente acogido, aunque no "elevado a los altares" como lo fue Obama en su viaje a lo 'rock star' en 2008. En Alemania -con la presencia de Merkel-, abandonando su fama de centrista moderado, hizo un guiño a los republicanos conservadores. En efecto, lanzó una dura advertencia a Putin: "Estados Unidos debe responder con una vigorosa acción a las acciones agresivas de Rusia contra su vecina Ucrania". Y en Polonia añadió que Estados Unidos debe "ampliar la presencia de su ejército en Europa Central ", es decir, mostrar músculo frente a Rusia, que es lo que pretendía durante el viaje.

Naturalmente, todavía tiene que superar unas durísimas primarias contra los numerosos candidatos republicanos que compiten contra él para conquistar la nominación del partido republicano al Despacho Oval. Los primeros datos son cautamente alentadores. La encuesta McClatchy-Marist muestra a Bush como el candidato GOP favorito entre los republicanos y los independientes. De los candidatos republicanos potenciales, Bush recibió el 15% de los apoyos, un poco más que el senador Rand Paul y el representante Paul Ryan (13 %).Marco Rubio quedó en sexto lugar ( 6 %), por detrás de los gobernadores Chris Christie, de Nueva Jersey (12 %), y Rick Perry, de Texas (7 %). Pero no hay que fiarse: son datos que cambian de día en día.

La premisa original de la candidatura de Bush fue ahuyentar a posibles rivales, esgrimiendo su apellido como una maza y mostrando su capacidad de recolectar fondos como una verdadera máquina de guerra. Esta estrategia falló, pues, salvo en el caso de Mitt Romney, una nube de candidatos republicanos corren ya hacia las primarias. El error consistió en retrasar su presentación, en un ejercicio de dudas y ambigüedades que ha durado un año. Cuando lo ha hecho, los candidatos le habían perdido el respeto.

Envuelto en el "conservadurismo moderado"

Ed O'Keefe y Robert Costa, analistas políticos expertos en el partido republicano, acaban de publicar un demoledor artículo en el 'Washington Post' sosteniendo que la campaña de Jeb está en un punto muerto antes de iniciarla. Razón: una serie de errores estratégicos, unidos a luchas internas dentro de su equipo, con un desenlace inesperado al cambiar recientemente a toda su plantilla de colaboradores, comenzando con el jefe de la campaña. Jeb pide paciencia y no duda de que su "conservadurismo moderado" agrupará en torno a su candidatura a los independientes y a los republicanos distantes del Tea Party. Desde Berlín pide confianza a sus seguidores: "Por el amor a Dios, tened paciencia. Estamos solamente en junio. Queda un largo camino a recorrer. Voy a competir en todas partes y voy a ganar".

¿Qué es ese "conservadurismo moderado" del que hace gala Jeb Bush? Algunos candidatos republicanos se han presentado en las primarias con planteamientos conservadores "duros"; luego, ganadas las primarias, en la elección a presidente contra el candidato demócrata han girado hacia el centro. La peculiaridad del centrismo del tercer Bush parte de la experiencia de las elecciones anteriores. Mitt Romney intentó esa duplicidad y fracasó. Jeb, sin haber comenzado las primarias, está mandando mensajes claros a los republicanos moderados, menos gritones que los del Tea Party, pero prácticamente la mitad del electorado del GOP. Quiere superar el dilema republicano: "quien gana en la convención, pierde en la nación". Tanto en materia fiscal como en inmigración o cuestiones sociales está jugando la carta de la moderación. Hasta el punto de que dos analistas "duros" republicanos (Rush Limbaugh y Laura Ingraham) han escrito que "Hillary y Jeb deberían correr en el mismo ticket".

Lo cual nos lleva a una posible lucha entre dinastías: dos Clinton contra tres Bush. Pero primero Jeb debe ganar las primarias, venciendo a esa miríada de candidatos republicanos (12 ya oficiales y cuatro más probables) que "calientan las bandas" antes de comenzar el gran partido. Un combate lleno de propuestas, votaciones, errores, luchas en la televisión, en los medios y en la red. Una verdadera locura solamente apta para corredores de fondo.


Rafael Navarro-Valls es catedrático y académico. Autor de 'Entre dos orillas: De Obama a Francisco'

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