Señor Jesucristo, Redentor del género humano,
Sacerdote eterno y Rey del Universo:
nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza,
con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza.
Sacerdote eterno y Rey del Universo:
nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza,
con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza.
Señor Jesucristo, Salvador del mundo,
al cumplirse el centenario de la consagración de España a tu Sagrado Corazón,
los fieles católicos volvemos a postrarnos en este lugar
donde se levanta este trono de tus bondades,
para expresar nuestra inmensa gratitud por los bienes innumerables
que has derramado sobre este pueblo de tu herencia y de tus predilecciones.
al cumplirse el centenario de la consagración de España a tu Sagrado Corazón,
los fieles católicos volvemos a postrarnos en este lugar
donde se levanta este trono de tus bondades,
para expresar nuestra inmensa gratitud por los bienes innumerables
que has derramado sobre este pueblo de tu herencia y de tus predilecciones.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo,
te alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón,
el cual, traspasado por nosotros, es fuente de nuestra alegría
y manantial del que brota la vida eterna.
te alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón,
el cual, traspasado por nosotros, es fuente de nuestra alegría
y manantial del que brota la vida eterna.
Reunidos en tu Nombre, que está por encima de cualquier otro nombre,
renovamos la consagración que fue hecha aquí hace cien años
a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la
verdad y la caridad.
renovamos la consagración que fue hecha aquí hace cien años
a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la
verdad y la caridad.
Al renovar la consagración de España,
los fieles católicos expresamos nuestro ferviente deseo
de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordia,
impulsando, en comunión con toda la Iglesia,
una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio.
los fieles católicos expresamos nuestro ferviente deseo
de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordia,
impulsando, en comunión con toda la Iglesia,
una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio.
Cuando la Iglesia nos llama por la voz del Sucesor de Pedro
a impulsar una nueva evangelización, concédenos salir valerosos
al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos
para llevar a todos el bálsamo de la misericordia que brota de tu Corazón traspasado.
a impulsar una nueva evangelización, concédenos salir valerosos
al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos
para llevar a todos el bálsamo de la misericordia que brota de tu Corazón traspasado.
Que a todos anunciemos con mansedumbre y humildad: ¡sus heridas nos han curado!
Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino,
que es Reino de justicia y de amor.
Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino,
que es Reino de justicia y de amor.
Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares,
en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras,
y en nuestras leyes e instituciones.
en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras,
y en nuestras leyes e instituciones.
Concédenos permanecer siempre junto a María,
Madre tuya y Madre nuestra, como en la víspera de Pentecostés,
para que el Espíritu Santo produzca un profundo rejuvenecimiento de la fe en España.
Madre tuya y Madre nuestra, como en la víspera de Pentecostés,
para que el Espíritu Santo produzca un profundo rejuvenecimiento de la fe en España.
Que nuestro pueblo, tierra de María, sepa recibir y custodiar
los frutos santos de su herencia católica para que pueda hacerlos crecer
afrontando con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro.
los frutos santos de su herencia católica para que pueda hacerlos crecer
afrontando con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro.
Líbranos del maligno
y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón.
y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón.
Que al consagraros nuestra vida,
merezcamos recibir como premio de ella
el morir en la seguridad de vuestro amor
y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable.
¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti,
al Padre y al Espíritu Santo,
único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos!
Amén
merezcamos recibir como premio de ella
el morir en la seguridad de vuestro amor
y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable.
¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti,
al Padre y al Espíritu Santo,
único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos!
Amén





En primer lugar deseo agradecer la amable invitación del profesor Javier Escrivá para impartir esta lección en el solemne acto de graduación del
Sócrates, el primero de los filósofos, se ven a sí mismos puestos sobre la ciudad —como el tábano sobre el caballo— para que no se amodorre. Los filósofos queremos cambiar el mundo, queremos cambiar incluso los sueños de quienes nos escuchan para que comiencen a vivir de verdad, esto es, apasionadamente, con cabeza y también con corazón. Como saben, Sócrates fue obligado a beber una copa de cicuta porque su actitud resultaba incómoda a sus conciudadanos; estoy bien seguro de salir hoy yo mejor parado. «Las lecciones magistrales —escribía un querido colega fallecido hace unos años— son una muestra de libertad y por eso forman en libertad»: el maestro muestra su alma al mostrar que la lección es verdaderamente suya y no tomada en préstamo de otro.
Me parece que la imagen más feliz de la ternura es la de la madre —o el padre— cuidando de su hijo en brazos. En los viajes largos en avión me impresiona siempre comprobar cómo unos padres pueden estar durante ocho o nueve horas seguidas totalmente pendientes de su hija o de su hijo pequeño. No piensan que estén haciendo nada extraordinario: advierten cualquier gesto o síntoma que requiera alguna acción por su parte: alimentación, movimiento, cambio de pañal o lo que sea.
filósofa madrileña que se lanzaba a pensar con valentía acerca de la maternidad a raíz del nacimiento de su primer hijo en el año 2009 (desde entonces ha tenido dos hijos más). Es un libro revolucionario porque denuncia la pobre acogida de la maternidad en nuestra sociedad —el menosprecio, diría yo más bien, de la maternidad, sobre todo en el imaginario de muchas mujeres jóvenes— e introduce en el horizonte la «lógica del don» —del darse— que tanto contrasta con la «lógica del interés», con el egoísmo individualista quizá predominante en nuestra cultura occidental. Del Olmo defiende el cuidado —que es otro nombre para la ternura— como un elemento central de la experiencia humana.
solo de cuidar a los niños y a los ancianos; también los jóvenes y los adultos deben aprender a cuidar y a dejarse cuidar —que muchas veces es más difícil, como ha escrito mi maestro Alejandro Llano—: tanto jóvenes como adultos deben aprender a cuidarse unos a otros y a tratarse con ternura. Como leí en un whatsapp: «Amar es cuidar. Así de simple. Así de profundo».
imagen moderna del hombre autónomo, aislado y solitario, MacIntyre pone de manifiesto que dependemos unos de otros no solo en la infancia o en la ancianidad, sino a lo largo de toda la vida, tanto en el ámbito familiar como en el social.
que la primera vez que me paré a pensar y a escribir sobre la ternura fue cuando ya cerca de los cuarenta me tropecé con un álbum recopilatorio de Ana Belén y Víctor Manuel que llevaba por título «Para la ternura siempre hay tiempo» y que traduje para mis adentros como «para la ternura siempre estiempo». Así es. La ternura renuncia al control del tiempo [como los padres en el avión]. La prisa se opone a la ternura; la ternura es lenta, la prisa violenta. No hay ternura apresurada, no hay amor con prisas. Quien ama no tiene prisa.
expresión del amor; sin ternura, una relación basada en la sexualidad está condenada a la ruptura. Porque aunque pueda haber intensidad sensorial en el intercambio físico, sin ternura se produce una relación que se encierra en la búsqueda del propio placer y hace del otro un objeto de satisfacción y nada más. […] La pasión del enamoramiento es efímera y deja paso con el tiempo a una relación más reposada donde se instala la ternura. Sin ella, la relación de pareja está condenada al fracaso porque su ausencia genera aburrimiento, rutina, apatía, distancia y egoísmo».
Perdonad que me ponga tan serio, pero me parece que el asunto lo requiere. Se dice a veces que aquellos hombres que dañan con su comportamiento violento a las mujeres han sufrido probablemente en su infancia o juventud formas severas de violencia y abuso. No sé si es verdad. Lo que sí sé es que quienes han sufrido la violencia pueden aprender a curar su terrible experiencia pasada mediante el cariño y el servicio a los demás. Responder con ternura inteligente y concreta a la violencia es —en palabras de san Josemaría con gran fuerza poética— «ahogar el mal en abundancia de bien».
3) La sonrisa y la caricia: Los seres humanos llevamos el alma a flor de piel y una sonrisa o una caricia cambian nuestro día. Cuántas veces un malentendido, una discusión, un disgusto con aquella otra persona que queremos queda relegado al olvido simplemente con una caricia amable, con un beso. No hacen falta palabras; más bien sobran.









