martes, marzo 04, 2025

día 5 miércoles de ceniza.

 


Un Tiempo de Verdadera Conversión:
MIÉRCOLES DE CENIZA
5 de marzo

El acto de conversión está intrínsecamente ligado a la infinita misericordia de Dios. Hoy, mientras la Iglesia esparce cenizas—obtenidas de las palmas bendecidas del año pasado—sobre la cabeza de los fieles, se nos recuerda nuestra fragilidad y mortalidad humana. En este solemne rito, expresamos nuestro dolor por nuestros pecados e imploramos al Señor que bendiga estas cenizas, que sirven como un recordatorio conmovedor de que no somos más que polvo. Le suplicamos que perdone nuestras transgresiones y nos guíe en nuestra observancia de la Cuaresma, pues Su deseo no es que los pecadores perezcan, sino que abracen la vida eterna a través de Cristo resucitado.

En este momento de reflexión, reconocemos nuestras deficiencias: nuestra negligencia en el cumplimiento de nuestros deberes, nuestra falta de celo y generosidad en el servicio a Dios, nuestras frecuentes caídas en la piedad y nuestra tendencia a priorizar el interés propio sobre la comunión divina. Al presentarnos ante el Santo de los Santos, percibimos las manchas de nuestros pecados y, llenos de contrición, abrazamos las palabras de la Sabiduría Divina, repetidas por la Iglesia: “Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás.” Sin embargo, en medio de este reconocimiento, anhelamos la gracia transformadora de Cristo, quien nos ofrece la redención a través de Su sacrificio. Imploramos: “Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me arrojes lejos de tu presencia, y no quites de mí tu Santo Espíritu.”

Cada año que pasa ilumina no solo nuestras faltas, sino también el profundo poder de la salvación de Dios. Suplicamos: “Que tu compasión venga pronto a nosotros, p”rque estamos muy abatidos. Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, para la gloria de tu nombre.” Al reconocer nuestra identidad como hijos de Dios, nos llenamos de la confianza de que el perdón es alcanzable. Nuestro Señor, en Su infinita misericordia, soporta nuestras infidelidades y nos espera con los brazos abiertos, colmados de gracia.

Esta certeza del amoroso abrazo de Nuestro Padre nos impulsa a acercarnos a Él con sinceridad y transparencia: “Nuestras aspiraciones de eliminar todo lo que empaña nuestra entrega están arraigadas en Ti; nuestra esperanza de una conversión renovada en nuestras vidas está anclada en Ti; nuestra visión de mejora diaria depende de Ti.” Dios, como un Padre compasivo, nos asegura: “En el tiempo favorable, te he escuchado, y en el día de la salvación, te he socorrido.” A la luz de Sus promesas de gloria y amor, estamos llamados a reflexionar sobre nuestra respuesta: ¿Qué ofreceremos al Señor a cambio de Sus dones generosos? ¿Cómo responderemos al amor de Jesús, quien nos extiende Su mano para acogernos de nuevo en Su redil?

En este tiempo de Cuaresma, comprometámonos a un compromiso más profundo con nuestra fe, conscientes de la misericordia que nos invita a la transformación y renovación.







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