Aun así, podemos equivocarnos. Y nos equivocamos. ¿Vosotros estáis seguros de que todos los consejos que dais son acertados? Yo no. Pero, si me preocupara por ello, no me sentaría en el confesonario. He aprendido que lo único que debo hacer es desear servir a Dios. Y el Señor, para guiar a las almas, se servirá de mis errores tanto como de mis aciertos.
Buscas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo..., aunque los amigos a veces traicionan. -No me parece mal. Pero... ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona? (Camino, 88) |
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