Te ha costado mucho ir apartando y olvidando las preocupacioncillas tuyas, tus ilusiones personales: pobres y pocas, pero arraigadas. –A cambio, ahora estás bien seguro de que tu ilusión y tu ocupación son tus hermanos, y sólo ellos, porque en el prójimo has aprendido a descubrir a Jesucristo. (Surco, 765) |
A los judíos les faltaba lo que esta mujer tenía en abundancia: espíritu de penitencia. Es la conciencia de haber pecado, el dolor de sus culpas, y la certeza de que no es digna del perdón. Se postra ante Cristo como se postraría ante Dios, pero sabe que el Maestro no le debe nada. Por eso no se atreve a pedir, sólo ama. Y en ese acto de amor sincero y tierno está su gran obra de penitencia, la que conmueve a Jesús y le lleva a decir: Tus pecados están perdonados. |
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