lunes, mayo 28, 2007

Qué grande es ser del Opus dei.


















Empieza una serie en que explicaré cosas muy personales, con el ánimo de que te plantees qué te pide Jesús. Punto 913 de camino (no literal): no lo olvides, la vocación es lo más grande que te ha dado Dios. Me crié con mis padres y una sotana cerca de mi tío. Mi tío cura me parecía venerable. Nunca se enfadó conmigo, era cariñoso y jamás interfirió en mi vida espiritual. Fui a las monjas y después al Colegio de Aldapeta, marianistas. Siempre me llamaron la atención las personas que daban su vida a Dios, pero pensaba que eso había que decidirlo a los 20 años. Me gustaban las chicas, y de hecho de tres a seis ligué bastante y me enamoré de una profesora. Luego el basket, los estudios, los amigos, el monte y el camping, no dejaban mucho tiempo para chicas. En el cole me caían bien los sacerdotes, confesaba, iba a Misa, sobre todo cuando había exámenes, hablaba con Dios por la calle del partido de basket, de mis miedos, de mi familia. Conocí el Opus dei a través de un buen amigo. me presentó a un cura que me cayó bien, pues con mis 16 años me ofreció tabaco para hablar con él (para los curas fumar estaba muy mal, ahora para el gobierno), me ganó. Me preguntó que que tal de chicas y le dije que no me dedicaba por el momento, se rió. me confesé con él. Luego mi amigo me enseñó un club llamado Txindoki, que no me gustó, todos me daban papeles pàra hacerme socio, tiraban el balón a una vecina, no me gustó y lo dejé....

1 comentario:

Enrique Monasterio dijo...

Ese título me suena, querido maestro. No es que me parezca mal, pero quiero dejar constancia de que te sigo espiando como el primer día.
Un abrazo muy fuerte