domingo, marzo 10, 2013

Sacrificio y amor; una historia de cuaresma.










Aquel monje mayor que vivía en desierto salía a pedir en las horas de más calor. Su cuerpo enjuto aguantaba bien el calor, pero en ocasiones debía meterse una pequeña chinita en su boca para que no se le pegara la lengua. Al atardecer pasaba por una fuente cristalina y fresca y ofrecía a Dios el sacrificio de no beber hasta que llegaba al convento; como una respuesta de Dios salía un lucero que le llenaba de gozo. Aquel día un monje recién llegado le acompañaba. El nuevo monje sudaba y sudaba y su cara se iluminó cuando vio la fuente. El viejo monje pensaba qué haría. Podía darle ejemplo, explicarle lo del lucero, pero no había tiempo para grandes reflexiones. El joven monje le miraba con ansiedad. El viejo se inclinó y bebió. El joven ,gozoso, se bebía la fuente. Poco después el viejo monje alzó la mirada, esperando no ver el lucero, pero ante su sorpresa vio que habían salido dos.

4 comentarios:

Cordelia dijo...

Qué bonito, Sinretorno. Gracias.

Anónimo dijo...

Precioso,precioso de verdad.La foto,(!ay!)ni pintada,creo,para el texto.La moraleja,para mi,es que el amor se impone al sacrificio y sin él,nada es nada.Y llega el premio,dos luceros.Un abrazo de Janusa,un poquito emocionada.

Sinretorno dijo...

Gracias Cordelia y tía Janusa.Esas historias nos las contaban en el cole...y quedan para toda la vida.

Anónimo dijo...

Llega al corazón.precioso.