martes, marzo 05, 2013

Ser perdonado y perdonar.










Estos día he podido escuchar gozoso, la parábola del hijo pródigo y la curación de Naamán el sirio. No conozco religión diferente a la nuestra que exprese mejor el cariño y el amor loco de un padre, Padre, por sus hijos. Desde hace unos 50 años se ha querido matar al padre y bien que lo han conseguido. La Profesora María Calvo, de la Universidad Carlos III, tiene una estupenda conferencia que taeré aquí uno de estos días, sobre recuperar la figura del padre ( tiene gracia que una mujer, por fin, reivindique la figura del Padre, del esposo, del varón, en tiempos de feminismo agresivo). Aquel hijo ingrato que perdió la herencia en excesos y mala vida, que acaba envidiando a las bellotas de los cerdos, vuelve a su padre, aunque sea para que le trate como el último jornalero. Su padre le abraza, lo besa, lo viste , lo calza y organiza una fiesta, así nos quiere Dios; el otro hermano muy conspicuo, "responsable", que está con su padre, toma un cabreo monumental ( comprensible desde unos ojos humanos ) y se niega a particiapr de la alegría familiar. Su Padre le habla, le explica; todo lo mío es tuyo y no estás contento?, como si me hicieras un favor?. Me siento , soy los dos hijos  y la parábola como se ha dicho debería llamarse la parábola del Padre.

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