Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos... ¡La eficacia de la corredención depende también de cada uno de nosotros! –Medítalo. (Surco, 945) |
Por muchas riquezas materiales que tuviera, aquel día se convirtió en pobre de solemnidad, porque tuvo al alcance la mano la mayor de las riquezas y la dejó escapar. Cuando Jesús se quedó mirándolo, lo amó. Y él, al ser rozado por el brillo de los ojos del Señor, sintió un vértigo terrible y bajó la vista. No quiso sumergirse en aquella mirada, temió ahogarse en ella y no poder salir jamás. Temió enamorarse, dejarse robar el corazón y pertenecer a Cristo para siempre. Se negó a entregarse al Amor. Pero después, al volver a su casa, se dio cuenta de que todas sus riquezas eran basura. Mientras no había conocido el Amor, aún podía gozar de ellas. Pero, tras haber tocado el cielo y haberlo rechazado, todo aquello le sabía a muerte. |
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