No resulta compatible amar a Dios con perfección, y dejarse dominar por el egoísmo –o por la apatía– en el trato con el prójimo. (Surco, 745) |
Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Dos velos han caído en la cámara secreta donde el místico alcanza su unión con Cristo. El primero está señalado en estas palabras de Jesús: a los pequeños –y los místicos son pequeños, porque son sencillos– Dios Padre les revela «estas cosas». «Estas cosas» son la gloria de su Hijo, la hermosura de su rostro, lo inefable. Y los místicos, ante la contemplación de «estas cosas», se enamoran. |
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