Es de noche porque es tiempo de fe. Porque no vemos el rostro de Cristo. Porque vivimos rodeados de fantasmas, espectros y pesadillas que sólo desaparecerán cuando se haga de día. Nos engañan, nos hacen dar importancia a lo que no la tiene y temer peligros que no nos amenazan. Nos seducen con luces de artificio, que se apagan apenas las tocamos.
Mientras hay lucha, lucha ascética, hay vida interior. Eso es lo que nos pide el Señor: la voluntad de querer amarle con obras, en las cosas pequeñas de cada día. Si has vencido en lo pequeño, vencerás en lo grande. (Via Crucis, 3ª Estación, n. 2) |
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