Santificar el propio trabajo no es una quimera, sino misión de todo cristiano...: tuya y mía. –Así lo descubrió aquel ajustador, que comentaba: "me vuelve loco de contento esa certeza de que yo, manejando el torno y cantando, cantando mucho –por dentro y por fuera–, puedo hacerme santo...: ¡qué bondad la de nuestro Dios!" (Surco, 517) |
Me he acordado de Salomé. Herodes prometió darle lo que pidiese, y ella tuvo el juicio necesario para pedir consejo. Lo malo es que se lo pidió a la pérfida Herodías, y por culpa del consejo fue decapitado Juan. No creo que Salomé viviese tranquila en adelante. |
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