jueves, septiembre 07, 2006

Ejército de Dios.


Fui a Misa por la tarde, tormenta fuerte, rayos. Iglesia de S. Marcos: sacerdote, siete señoras por encima de los 65 y yo. Nietzsche hubiese confirmado que nuestra religión es de débiles, de raros, quizás se hubiese reido, como se ríen tantos del espectáculo, incluso grotesco. Pues sí ahí estaba la fuerza de Dios, su gente. Gordas, feas ,viejas (6) y yo parecido. Pero Jesús renovaba en el altar su precioso sacrificio de la cruz y por tanto esa Misa era universal,infinita, abracé a los libaneses, a mi familia, los del cielo y de la tierra, a Pepu Hernández, a mis lectores, a todos, porque allí estábamos todos. En el poder y la gloria, un sacerdote pecador y perseguido intenta celebrar Misa, hasta que ofrece su vida por Dios, haciéndose Cristo y derramando su sangre.Leo estos días las primeras palabras de Benedicto XVI, Jesús no es tu competidor, no te quita nada de lo bueno, bello y verdadero. Búscale.

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