Quienes tratan de encontrar una relación entre los supuestos méritos del hombre y los dones de Dios están abocados a la locura. «Padre –me dicen– mi abuela era tan buena, que no debe usted celebrar un funeral convencional, vistiendo de morado y pidiendo que se salve. Mejor vista de blanco y celebremos misa de gloria»… Y van y te canonizan a la abuelita porque era un encanto de mujer.
Seguro que lo era. Pero, con Dios, las cosas funcionan de otro modo.
¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¡Vaya si la tiene! Y, además, la ejerce. Nosotros, que lo pensamos todo al revés, creemos que podemos hacer lo que nos da la gana, y que Dios debe obedecernos si le pedimos algo. Pero lo cierto es que es Dios quien hace lo que le da la gana –para eso es Dios– y nosotros quienes le debemos obediencia.
El que regaló el Paraíso a un ladrón e hizo un apóstol con un perseguidor de la Iglesia no nos salvará porque seamos buenos. Nos salvará porque Él es bueno. Y, antes de salvarnos, nos hará buenos… Porque le da la gana. Privilegios de ser Dios.
6 comentarios:
Además Dios sabe más.El ve el rompecabezas entero,nosotros solo un par de piezas.Tenemos qué confiar en El
Qué cosas más bonitas decís del Señor, anima en este mundo lleno de maldad, y anima a dejarle hacer para crear luego fruto y dejar el curso de los acontecimientos sin meter tanto la mano del hombre, que muchas veces no es la adecuada.
anónimo, lo que dices sí que es bello, reza por todos..
Vuelvo, como el hijo pródigo. Sólo para saludarle, aunque ya nunca lo haga usted, aunque me haya eliminado de sus blogs amigos. El sábado es un día grande y no soy nada rencorosa :)
Feliz tarde de lunes
Luisa un abrazo fuerte, en su blog no se puede comentar, solo puntuar....
¿Y eso? dígame, que me interesa. Porque yo tengo comentarios de otros blogueros...
Publicar un comentario