Se queja Jesús de que las ciudades donde más milagros realizó no se han convertido: Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido.
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Se me ocurre pensar: «Y eso que aquellos hombres no pudieron comulgar. Yo comulgo todos los días, en mí ha realizado el Señor muchos más milagros que en Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm. Y, sin embargo…»
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Podría pensar que todo va bien, que estoy convertido aunque meta la pata de vez en cuando, que tampoco es para tanto. Pero creo que lo mismo pensaban los pobladores de aquellas ciudades. Entonces me echo a temblar.
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Más me vale detenerme y revisar mi vida. Debo considerar qué camino debo dejar y qué camino debo tomar. Porque, aunque recorra mi camino rezando, quizá ese camino no me lleve a Dios, sino a mí mismo. ¿Estoy seguro de estar entregando mi vida a Aquél que amo? ¿O, simplemente, la vivo a su lado?
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| Lo malo es no hacerse esas preguntas. Porque, si las hago cada noche, quizá tenga que corregir tan sólo pequeñas desviaciones. Pero si me confío y dejo de examinarme, pudiera ser que me diese cuenta demasiado tarde. |
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