sábado, enero 30, 2010

Haití, a veinte días.



La tragedia de Haití me trae a la cabeza algunas reflexiones. 1. El mal, la desgracia, el sufrimiento físico y moral que en ocasiones como ésta acogota , nos plantea sobre si alguien cuida de nosotros o qué sentido tiene la vida. Cuántos , una vez más, han dicho, si Dios existe, dónde está?. La respuesta es clara, en la cruz, redimiendo, participando de la soledad , del dolor y de la muerte de los hombres y las mujeres. Todos vamos a morir , la vida de cada uno es un drama, una tragedia. Este punto no me hace gracia, no me gusta. Decía un buen amigo, no sería mejor un destino menos sublime y una existencia más llevadera?. Pero la muerte no tiene la última palabra, existe la vida eterna, la resurrección de la carne. 2. La capacidad de solidaridad humana ha crecido sorprendentemente y quizás éste puede ser el comienzo de un nuevo Haití. Contrasta esta ayuda, con la frialdad que en ocasiones tenemos con el vecino o el prójimo que vemos todos lo días. 3. A todos nos ha hecho pensar, sentir, ayudar y rezar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando sucedió la catástrofe,veíamos las noticias por la tele totalmente emocionados.Mi hijo el de 9 años empezó una colecta entre sus hermanos y me dió lo recaudado para que les ayudara.Cuando fui al banco no había persona en el mundo más orgullosa que yo.Qué lección me dió el pequeño¡

Mar dijo...

Referente a esta entrada te envio una presentación que me ha gustado mucho. Espero que te llegue.

Oráculo ciego dijo...

El mal devastador respecto a Haití reside en el olvido. En dos semanas ya nadie (o casi) se acordará de la miseria y del sufrimiento. Casi me atrevo a decir que es lo natural: ¿Cuántas personas estaban pendientes de Haití antes del terremoto? Y motivos no faltaban...
Yo creo que las imágenes de Haití son una muestra de nuestra miseria, al menos se salvan como elemento de reflexión para nosotros. Y sí, Cristo está en la cruz, pero cuesta tragar tanta destrucción entre los más pobres de los pobres.

javier dijo...

Oráculo ciego: Lo que cuesta es mirar la Cruz. Es más fácil ver la tele.