jueves, noviembre 17, 2005

Muerte, vida.


Miguel Angel, vivió en mi casa dos años. Divertido, muy servicial, un manitas que lo mismo te arregla un lavabo, que monta el Belén, montañero, le encantaba la sopa, experto en ordenadores. Atendía siendo todo un ingeniero de telecos una actividad de chavales de un club juvenil. Sabía hacer pacharán, sus horarios eran un poco atípicos, iba a su ritmo, se reía mucho. Desde hace dos años trabajaba en la Escuela de Ingenieros de San Sebastián, estaba feliz y sus alumnos también. Vino hace dos días a Madrid para un Congreso, pasó por nuestra casa y a la vuelta en la carretera de Burgos tuvo un accidente mortal de coche. Me quedé helado, me enfadé, recé, me calmé. MAO, era su nombre de batalla , había recorrido sus días en la tierra y estaba con Dios. Es siempre un hasta luego, más o menos largo, pero no un adiós. Descansa Mao y dedícate a recorrer praderas celestiales y si juegas con ángeles, no les hagas trampa.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Siento la noticia.Desde luego hay cosas q no se entienden pero Dios sabe mas!

Anónimo dijo...

Yo también tuve la suerte de coincidir con él. Estaba viviendo en Guadalajara, cuando hicieron unas obras en su casa, y se trasladó con los que vivía, al Colegio Mayor donde yo residia en Madrid. Recuerdo su habilidad para los arreglos y su optimismo. Descanse en paz, y si nos ve desde donde se encuentre, espero que nos ayude en nuestro camino.

Lilian dijo...

Siento que una vida como esa acabe así. Como dice Mario qué descanse en paz y donde se encuentre te cuide.
:)

hna. josefina dijo...

¡Qué linda persona, Miguel Angel!
Y qué bueno tener fe para tener también la certeza de que la muerte no es la única palabra.
Retribuyo tu visita ¡Y volveré! Saludos