No me gustan esos cristianos que ven demonios por todas partes. ¿Les duele la cabeza? ¡El Demonio! ¿Pierden el autobús? ¡El Demonio! ¿Les disgustan los políticos? ¡El Demonio! ¿Les cae mal una persona? ¡El Demonio! Andan detrás de exorcismos e imposiciones de manos, cuando deberían buscar aspirinas y un psicólogo sensato. De tanto mirar al Demonio, se les ha llenado el alma de tinieblas. Son cristianos tristes.
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