En la peluquería.

Cada mes y medio hay que pasar por el peluquero. Cada vez hay menos peluquerías clásicas de caballero; el unysex, la franquicia, el peeling. La vida de uno son los peluqueros con los que charlaste, sobre todo de fútbol. Yo voy a la pelu de Angel y Juan, clásica. Llegué a las cuatro y media, antes de abrir, pero oh!! desilusión había un chico de diez años antes. Su abuela estaba en la puerta, llamando a su hija que iba a venir con su nieto. Angel estaba tenso. El niño aparece con una buena melena y con su madre, pero le dice a su madre que no piensa entrar ahí, que no se quiere cortar el pelo. Monta un número que su madre no está dispuesta a soportar; no vas al cine, o entras o no meriendas. El niño se va con su madre. El peluquero me dice, menos mal, ese niño es insoportable; claro sus papás están separados, su papá es italiano, se corta el pelo en Italia; es hijo único, nieto único y por lo que parece chantajea de mala manera a mamá, al peluquero y a quien se ponga por delante. Recuerdo que mi madre me mandaba de vuelta al peluquero para que me cortara más, para que el flequillo quedara mejor, con el consiguiente "furor infantis" mío. Oigo una anuncio, que dice antes te casabas para toda la vida, ahora te pasas la vida casándote (in memoriam Liz Taylor). La mayor enfermedad de este siglo son las rupturas matrimoniales. No se pueden hacer declaraciones generales, pero si ya tiene su esfuerzo educar a los hijos con unos padres bien unidos, las dificultades se multiplican por diez en estos casos y tenemos pequeños salvajes desubicados y enfadados con la vida desde los 7 años. Mi homenaje a todos los peluqueros de mi vida, para las señoras ir a la pelu es un pequeño lujo delicioso. Y debemos plantearnos el valor de los compromisos, la educación para un amor duradero. Javier, cazador y hombre de clase, cuando le preguntaban que cómo quería que le cortaran el pelo, decía siempre: en absoluto silencio.