sábado, noviembre 28, 2020

Ha fallecido José María Martínez Doral, sacerdote y jurista.

 In pace, usque ad tubas !!!


José María Martínez Doral.



Fue amigo, maestro, padre espiritual, y lo sigue siendo aunque nos vemos poco. Sacerdote y profesor brillante de Filosofía del Derecho. Otro Maestro me decía de él: " en cuestiones complejas, José María es como un cuchillo caliente que corta al milímetro la mantequilla" Su libro, La estructura del conocimiento jurídico, puede que sea el mejor de los últimos 50 años en España. Tenía algo de profeta,aseguraba desde los setenta que no le daba al comunismo y satélites una duración superior a 1990, nadie le tomaba en serio pero él había estado en Rusia en 1968; vino Gorbachov y el muro caía en 1989. Habla como los ángeles. Tampoco le gusta el capitalismo hedonista.Me dio tantos consejos...hoy me acuerdo de uno para la vida: "hacerse cargo de la situación; saber a qué atenerse; ir tomando posiciones;y estar dispuesto a hacer y recibir muchas jugarretas". Estrategias de la vida para pensar. Gracias Maestro. También me dijo que mejor que te hagan las jugarretas que hacerlas.

Prelatura Opus Dei. 38 años.

 

17 preguntas sobre la Prelatura

¿Qué diferencia a una persona del Opus Dei de otro creyente? ¿por qué no hay más prelaturas? ¿los laicos también pertenecen a la Prelatura o sólo los sacerdotes? Planteamos las preguntas más habituales al profesor Carlos José Errázuriz, Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

PRELATURA PERSONAL
Opus Dei - 17 preguntas sobre la Prelatura

Sumario de las 17 cuestiones sobre la Prelatura

1. ¿Qué es una prelatura personal?

2. ¿Cómo se crea una prelatura personal?

3. ¿Desde cuándo hay prelaturas personales en la Iglesia?

4. ¿Cuántas prelaturas personales existen actualmente? ¿Por qué no hay más?

5. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian las prelaturas personales respecto a las diócesis, a las órdenes religiosas y a los movimientos?

6. ¿Qué era el Opus Dei antes de ser prelatura? ¿En qué se diferencian los estatutos de 1950 de los actuales?

7. ¿Tiene el Opus Dei desde que es prelatura una mayor autonomía? ¿Se puede hablar del Opus Dei como de una iglesia dentro de la Iglesia?

8. ¿Cuál es la misión de la prelatura del Opus Dei? ¿Qué hay de peculiar en esa misión que no se encuentre en otras realidades de la Iglesia?

9. ¿Cómo se gobierna la prelatura del Opus Dei? ¿Quién la dirige?

10. ¿Cómo se financia el Opus Dei?

11. ¿De quién depende el prelado del Opus Dei? ¿Quién lo nombra?

12. ¿Los laicos pertenecen a la prelatura, o sólo los sacerdotes?

13. ¿Qué diferencia hay entre un católico corriente, más o menos practicante, y una persona del Opus Dei?

14. ¿Cómo es posible que se requiera una vocación específica para ser miembro de una prelatura?

15. ¿A qué se compromete una persona que se incorpora al Opus Dei?

16. A nivel institucional, ¿qué relaciones tiene el Opus Dei con la diócesis? En su labor pastoral, ¿obra de acuerdo, además, con los institutos religiosos y con otras realidades eclesiales?

17. ¿En qué se beneficia la diócesis con el trabajo de los fieles del Opus Dei?

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∙ Más información en la sección Prelatura personal.

Respuestas del profesor Carlos José Errázuriz, Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.


1. ¿Qué es una prelatura personal?

Una prelatura personal es una parte de la Iglesia Católica, en el sentido de que está compuesta por determinados fieles y se halla estructurada de modo jerárquico, con un prelado que es su cabeza y principio de unidad y con sacerdotes y diáconos que colaboran con él. Lo específico de las prelaturas personales consiste en que promueven la vida cristiana y la tarea evangelizadora de la Iglesia de un modo complementario al de las diócesis, a las cuales siguen perteneciendo los fieles que forman parte de una prelatura personal.

La complementariedad de las prelaturas personales puede responder a variados motivos, siempre en relación con el bien espiritual de los fieles. Puede suceder, por ejemplo, que, con el deseo de favorecer una mayor participación de los emigrantes en la vida eclesial, se organice una prelatura con un clero preparado para atender sus necesidades específicas; o bien, como en el caso de la prelatura del Opus Dei, puede ocurrir que una realidad eclesial que nace de un carisma (es decir, de un don de Dios para la Iglesia) reúna en sí misma las características propias de una prelatura personal.

2. ¿Cómo se crea una prelatura personal?

Es la misma Iglesia, representada por el Papa, quien toma la decisión de crear una prelatura personal, habiendo consultado a las Conferencias Episcopales interesadas, con la intención de servir más eficazmente a las almas. Naturalmente esta decisión presupone que se den los elementos constitutivos de una prelatura personal: una comunidad de fieles, presidida por el Prelado, un clero que le ayuda pastoralmente y una razón eclesial específica.

3. ¿Desde cuándo hay prelaturas personales en la Iglesia?

Aunque existían precedentes similares de estructuras jerárquicas de tipo personal (como los vicariatos castrenses), la figura de las prelaturas personales es un fruto del impulso apostólico del Concilio Vaticano II que luego ha acogido el actual Código de Derecho Canónico. La primera que se erigió fue la prelatura del Opus Dei, en virtud de la Constitución Apostólica Ut sit de Juan Pablo II del 28 de noviembre de 1982.

4. ¿Cuántas prelaturas personales existen actualmente? ¿Por qué no hay más?

Actualmente sólo existe la prelatura personal del Opus Dei. El hecho de que no se hayan erigido hasta ahora otras se explica por la misma novedad de las prelaturas personales, que han de ofrecer garantías de solidez eclesial y deben insertarse armónicamente en las diócesis en las que actúen. Por lo demás, existen otras circunscripciones eclesiásticas, como los ordinariatos militares, dotadas de una configuración del mismo tipo, es decir, personal y complementaria a las diócesis.

5. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian las prelaturas personales respecto a las diócesis, a las órdenes religiosas y a los movimientos?

Conviene tener presente que todas las realidades eclesiales de cualquier naturaleza participan de la misma vida y finalidad de la única Iglesia. Por tanto, todas están llamadas a vivir en la misma comunión eclesial y a tener relaciones de mutuo afecto.

Tanto las prelaturas personales como las diócesis son comunidades de fieles de naturaleza jerárquica. Las diócesis son Iglesias particulares y comprenden a todos los fieles en un determinado territorio. Las prelaturas personales viven y actúan dentro de una o de varias diócesis, con las que cooperan mediante el cumplimiento de su finalidad eclesial específica, en una relación de complementariedad.

Dentro de la Iglesia los fieles pueden constituir realidades de carácter asociativo que, sin ser comunidades de naturaleza jerárquica como las diócesis y las prelaturas, llevan a cabo una actividad eclesial con fines variados. Algunas, como las cofradías o asociaciones de caridad, no suponen una vocación específica en sus miembros. Otras, en cambio, presuponen que haya una llamada que hace participar en un carisma determinado. Las órdenes y congregaciones religiosas agrupan a fieles que, movidos por un carisma propio, dan en su vida y en su acción apostólica un testimonio público y oficial de la radicalidad del Evangelio.

Los movimientos son realidades asociativas de origen carismático que comprenden toda clase de fieles, en especial fieles laicos que viven en el mundo, y que establecen entre ellos vínculos de fraternidad y de apostolado ligados a su carisma.

6. ¿Qué era el Opus Dei antes de ser prelatura? ¿En qué se diferencian los estatutos de 1950 de los actuales?

Desde su misma fundación el 2 de octubre de 1928 el Opus Dei era ya esencialmente, aunque en estado germinal, lo mismo que vemos hoy desplegado: una parte de la Iglesia, compuesta por fieles y estructurada jerárquicamente en torno a una cabeza que fue primero el fundador, san Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote. Esta realidad eclesial universal necesitaba naturalmente ser reconocida por la Iglesia, y era preciso que la Santa Sede interviniera para configurarla como estructura jerárquica. Ha sido un proceso largo, lo que se entiende por tratarse de un fenómeno nuevo en la vida de la Iglesia.

Antes de la erección como prelatura personal, que constituye la figura que responde plenamente a la realidad del Opus Dei, éste había sido aprobado como instituto secular, lo que permitía reconocer que todos los fieles, sacerdotes y laicos, pertenecían a la misma realidad eclesial, y atribuía una cierta potestad al sacerdote que en ella hacía cabeza. Los estatutos de 1950 recogían fielmente la realidad del Opus Dei, pero, debiendo responder a la figura de instituto secular, mantenían elementos que no cuadraban con la realidad secular que es propia del carisma del Opus Dei. Estos elementos han desaparecido en sus estatutos como prelatura.

7. ¿Tiene el Opus Dei desde que es prelatura una mayor autonomía? ¿Se puede hablar del Opus Dei como de una iglesia dentro de la Iglesia?

Ninguna parte de la Iglesia constituye “una iglesia dentro de la Iglesia”, sino justamente lo contrario: cada parte promueve vínculos de comunión respecto a toda la Iglesia. Los fieles del Opus Dei, precisamente en cuanto tales, son y se sienten miembros vivos de la Iglesia universal y de sus diócesis respectivas, en cuya vida participan como los demás fieles: hay que tener en cuenta, además, que esta prelatura, a diferencia de lo que podría suceder en otras, no contempla algunos aspectos de la pastoral ordinaria (bautismos, confirmaciones, matrimonios, funerales, etc.), y en cambio dedica especial atención a la formación de sus fieles y de quienes se acercan a sus apostolados (encuentros y retiros espirituales, estudio de las ciencias sagradas, dirección espiritual personal, etc.)

La legítima autonomía del Opus Dei para llevar a cabo su misión eclesial, como por lo demás la autonomía que en diversos grados es propia de todo fiel y de cualquier realidad eclesial, es siempre autonomía en la comunión con la Iglesia universal y el Romano Pontífice, y con las Iglesias particulares y los Obispos diocesanos. En este sentido, el Opus Dei, en su actual configuración como prelatura, goza de la autonomía propia de los entes de la constitución jerárquica de la Iglesia (cuya cabeza es un sujeto con potestad episcopal), que es distinta de la autonomía propia de los entes de estructura asociativa.

8. ¿Cuál es la misión de la prelatura del Opus Dei? ¿Qué hay de peculiar en esa misión que no se encuentre en otras realidades de la Iglesia?

La misión de la prelatura del Opus Dei es la misma misión salvífica de toda la Iglesia, llevada a cabo conforme a un carisma específico de santificación y apostolado en el trabajo profesional y en el conjunto de la vida ordinaria. Lo peculiar de ese carisma y de esa misión, como sucede con cualquier carisma, proviene del don de Dios, primero a San Josemaría como fundador, luego a sus hijas e hijos espirituales, y también a todos los que de él participan en mayor o menor medida. El hecho de que ese carisma dé lugar a una prelatura no es fruto de una simple decisión basada en motivos de conveniencia, sino que deriva de la realidad misma de ese carisma, que comporta necesariamente la conformación de una comunidad de fieles jerárquicamente estructurada.

9. ¿Cómo se gobierna la prelatura del Opus Dei? ¿Quién la dirige?

Como en toda prelatura, el gobierno de la prelatura del Opus Dei corresponde a su prelado y a sus vicarios, que cuentan a diversos niveles con consejos en los que colaboran otros fieles, muchos de ellos laicos, tanto hombres como mujeres. Además, los fieles laicos dan una contribución decisiva en las tareas de organización y realización inmediata de la actividad formativa del Opus Dei.

10. ¿Cómo se financia el Opus Dei?

La prelatura del Opus Dei se financia como las diócesis u otras prelaturas, es decir ante todo con las aportaciones de sus mismos fieles y de otras personas que colaboran económicamente en su misión. Las iniciativas apostólicas ligadas a la prelatura en el ámbito de la educación, de la salud, de la promoción social, etc. – de las que la prelatura asume sólo la responsabilidad en lo que respecta a su vitalidad cristiana – se financian como las demás instituciones del mismo tipo en cada país.

11. ¿De quién depende el prelado del Opus Dei? ¿Quién lo nombra?

El prelado del Opus Dei y la misma prelatura dependen –como todas las circunscripciones eclesiásticas– de la Santa Sede, o sea del Romano Pontífice y del órgano que le ayuda en lo referente a las diócesis y prelaturas, es decir la Congregación para los Obispos.

El prelado del Opus Dei es nombrado por el Papa, tras seguir el procedimiento de determinación de la persona que está previsto en los estatutos de la prelatura; estos contemplan la intervención de fieles de la misma para pronunciarse sobre quién sería el sacerdote más indicado. El Romano Pontífice puede después llamar al prelado a recibir el sacramento del episcopado, que aunque no sea necesario, resulta muy congruente con su misión jerárquica de pastor. Así ha ocurrido con los dos primeros prelados, Mons. Álvaro del Portillo y Mons. Javier Echevarría.

12. ¿Los laicos pertenecen a la prelatura, o sólo los sacerdotes?

Tanto unos como otros pertenecen igualmente a la prelatura, en la que, como en toda la Iglesia y en cualquiera de sus partes, existe igualdad fundamental entre todos los fieles en cuanto a su dignidad y misión como cristianos, y al mismo tiempo se da una diversidad esencial por lo que respecta al sacerdocio. Esta diversidad fundamenta la cooperación orgánica entre sacerdotes y laicos en la misma misión de la Iglesia. Concebir la prelatura como una institución formada sólo por sacerdotes contradiría tanto la realidad del Opus Dei como la misma novedad e índole específica de las prelaturas. Esa concepción vería las prelaturas como asociaciones de sacerdotes incardinados en ellas, instituciones ciertamente muy importantes en la vida de la Iglesia, pero esencialmente distintas por su carácter asociativo y sólo clerical.

En cambio, la realidad del Opus Dei sí comprende una asociación de sacerdotes, la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, inseparable de la prelatura. La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz concierne sólo a la vida espiritual de sus miembros: no a su trabajo pastoral, que no cambia por el hecho de pertenecer a ella. Forman parte de esta asociación los sacerdotes de la prelatura y otros sacerdotes diocesanos que han recibido también la vocación al Opus Dei para santificarse en su misma vocación sacerdotal, sin constituir un grupo aparte, sino procurando que su ministerio e inserción en la diócesis, su lugar propio en el servicio de la Iglesia, sean cada vez más fecundos, en plena y cordial obediencia a la autoridad del obispo diocesano, única autoridad eclesiástica de la que dependen, y en fraternal unión con todos los demás sacerdotes.

13. ¿Qué diferencia hay entre un católico corriente, más o menos practicante, y una persona del Opus Dei?

No hay ninguna, en cuanto una persona del Opus Dei es un católico corriente, que ha recibido una llamada específica dentro de su vocación cristiana para formar parte de una familia espiritual y para procurar ser mejor cristiano y colaborar en la misión de la Iglesia. Esa llamada no le distingue de los demás, pues no implica que su vida se transforme en un signo eclesial del seguimiento de Cristo, como es propio de la vocación de los religiosos. La secularidad es esencial para todos los fieles del Opus Dei, también para los que viven el celibato como parte de su vocación.

Obviamente si por católico corriente se entiende un católico que en su vida no está especialmente comprometido con el Señor y con la Iglesia, los fieles del Opus Dei procuran con todas sus fuerzas no reconocerse en ese tipo: es más, se saben llamados a recordar que lo corriente para los discípulos de Cristo debe ser seguirle incondicionalmente, con un estilo de vida que a veces puede resultar sorprendente para quien no lo comprenda desde una perspectiva plenamente cristiana.

14. ¿Cómo es posible que se requiera una vocación específica para ser miembro de una prelatura?

Naturalmente este requisito vocacional no es esencial en las prelaturas personales, las cuales pueden fundarse en circunstancias muy diversas, generalmente ligadas a vínculos sociales entre sus fieles.

Sin embargo, es posible que se requiera porque la misma realidad eclesial suponga una vocación específica, como sucede en el caso del Opus Dei. La Iglesia reconoce y favorece algo que proviene del Espíritu Santo, sin lo cual toda la prelatura del Opus Dei dejaría de existir.

15. ¿A qué se compromete una persona que se incorpora al Opus Dei?

La incorporación a la prelatura del Opus Dei está esencialmente unida a la vocación personal de ese fiel. De ahí que la incorporación comporta el compromiso de vivir todo aquello que se refiere a esa vocación. En sus manifestaciones externas este compromiso se sitúa siempre exclusivamente en el plano de la vida eclesial de la persona, sin entrar nunca en ámbitos de naturaleza temporal. Se trata de deberes que se refieren a la vida espiritual, a la propia formación, a la participación activa en las actividades apostólicas desarrolladas por la prelatura. Por tratarse sólo de ámbitos en los que un fiel goza de libertad para seguir uno u otro camino, el compromiso con la prelatura es perfectamente armónico con los deberes del fiel respecto a la Iglesia universal y a la Iglesia particular, y con otras obligaciones que naturalmente o por propia voluntad haya asumido. La vinculación al Opus Dei busca precisamente ayudarle a vivir el conjunto de sus deberes ordinarios, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil.

Para algunos fieles, el compromiso comprende también el celibato apostólico y una mayor disponibilidad al servicio de las actividades apostólicas propias de la prelatura.

16. A nivel institucional, ¿qué relaciones tiene el Opus Dei con la diócesis? En su labor pastoral, ¿obra de acuerdo, además, con los institutos religiosos y con otras realidades eclesiales?

La vida de la prelatura se inserta, como parte viva, dentro de cada diócesis. Por eso, la prelatura está en constante relación con la diócesis y con el respectivo obispo. Además, es jurídicamente necesaria la intervención de éste para comenzar el trabajo de la prelatura en la diócesis o bien para abrir centros de la prelatura. Lo más importante, sin embargo, son los contactos permanentes que ayudan a la plena sintonía con la vida diocesana y con los objetivos pastorales del Obispo diocesano.

La prelatura del Opus Dei está en comunión con todas las realidades eclesiales presentes en la diócesis. Dentro de la legítima autonomía eclesial de cada una de esas realidades, la vida de la diócesis a la que todas pertenecen ofrece habitualmente múltiples ocasiones de contacto y colaboración. Conviene tener presente que el Opus Dei no constituye un grupo aparte dentro de la diócesis y no es ni actúa como una asociación, por lo que sus miembros pueden libremente participar en asociaciones de fieles de carácter secular.

El trabajo y la entera vida de las personas del Opus Dei, en la medida en que son fieles a su vocación, constituye una parte del bien espiritual y apostólico de la diócesis en que se desarrolla. Como es propio del carisma del Opus Dei, la aportación de sus fieles al bien de la diócesis – y lo mismo se puede decir de la aportación de la inmensa mayoría de los católicos – tiene por escenario la vida secular, o sea el ámbito familiar, cultural, económico, político, etc., en los cuales las personas del Opus Dei, gozando de la misma libertad y autonomía que cualquier otra persona, se empeñan en vivir a fondo según el Evangelio: es decir, en servir a los demás por Dios.

17. ¿En qué se beneficia la diócesis con el trabajo de los fieles del Opus Dei?

El trabajo y la entera vida de las personas del Opus Dei, en la medida en que son fieles a su vocación, constituye una parte del bien espiritual y apostólico de la diócesis en que se desarrolla. Como es propio del carisma del Opus Dei, la aportación de sus fieles al bien de la diócesis – y lo mismo se puede decir de la aportación de la inmensa mayoría de los católicos – tiene por escenario la vida secular, o sea el ámbito familiar, cultural, económico, político, etc., en los cuales las personas del Opus Dei, gozando de la misma libertad y autonomía que cualquier otra persona, se empeñan en vivir a fondo según el Evangelio: es decir, en servir a los demás por Dios.

domingo, noviembre 22, 2020

Cómo reina Cristo.

 


Mons. Fernando Ocáriz: «Cristo reina dándonos su vida»

Recogemos algunas anotaciones de la predicación realizada por el prelado del Opus Dei con ocasión de la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

Opus Dei - Mons. Fernando Ocáriz: «Cristo reina dándonos su vida»El prelado del Opus Dei habló sobre Cristo, Rey del Universo.

Mons. Fernando Ocáriz señaló que “Cristo es el Rey del Universo. Nos alegramos con toda la Iglesia. Nos sentimos gobernados por Él, por su amor, por su omnipotencia. Pertenecemos a un Reino eterno, universal, de paz, que lo abarca todo. Es también un Reino de santidad, porque podemos ser santos; y un Reino de gracia, porque es Él quien nos sostiene: Él es nuestra paz. En Cristo recibimos todo el amor de Dios a través de su corazón humano”.

El Prelado invitó a considerar cómo se hace presente el Reino de Cristo: “Podemos hacer esta pregunta: ¿dónde está tu reino, Señor? ¿Cómo podemos hacer tu Reino más visible, más presente? Y Él nos responderá con las mismas palabras que dijo a Pilato: Mi reino no es de este mundo. Pero está ya presente entre nosotros, creciendo como una semilla hasta llegar a ser un árbol frondoso”.

"¿DÓNDE ESTÁ TU REINO, SEÑOR? ¿CÓMO PODEMOS HACER TU REINO MÁS VISIBLE, MÁS PRESENTE?"

Los textos del Nuevo Testamento que se leen en la misa del día invitan a tener fe: “Ante la experiencia de las dificultades en nuestra vida, es necesario creer en la acción de Dios, como nos dice la segunda lectura de la misa de hoy: Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. Si somos fieles, el Reino de Dios será una realidad en toda nuestra vida”.

¿Cómo es el Reino de Cristo?, se preguntó el Prelado. “La primera lectura de hoy nos presenta al Señor como un pastor que cuida de sus ovejas. Él reina como pastor que nos alimenta continuamente con buenos pastos, a través de su Palabra y la Eucaristía. La Palabra de Dios que recibimos con fe nos llena, da sentido a toda nuestra vida y nos da fuerza para que reine sobre nosotros”.

“Agradezcamos especialmente la Eucaristía, ese grandísimo don por el que Jesús nos da su propia vida. Cristo no reina dando órdenes, sino que reina dándonos su vida de modo total en la cruz y de manera continua en la Eucaristía”.

"QUEREMOS, SEÑOR, NO TENER OTRA LIBERTAD QUE LA DE AMARTE, PORQUE ASÍ ES COMO SEREMOS REALMENTE LIBRES".

Tomando pie de unas palabras del fundador del Opus Dei, recordó que “para que Jesús reine en ti y en mí, necesitamos gracia abundante, para que hasta la última respiración o la palabra más elemental, sea una alabanza a Cristo Rey, como decía san Josemaría. Queremos, Señor, no tener otra libertad que la de amarte, porque así es como seremos realmente libres. Podemos hacer todo con alegría si lo hacemos con la libertad del amor. ¡Te lo pedimos, Señor!”

Mons. Ocáriz concluyó su meditación haciendo referencia al Evangelio del día, en el que “se habla de un Rey que juzga y del Reino preparado desde antes de la constitución del mundo. Poseemos el Reino como fruto de la caridad, también ahora como anticipo a través de ese darnos a los demás como Él se nos da a nosotros”.

jueves, noviembre 19, 2020

Presentación de la Virgen.

 


Vida de María (III): Presentación de la Virgen

El día 21 celebramos la Presentación de la Virgen. María es ofrecida a Dios por sus padres, Joaquín y Ana, en el Templo de Jerusalén.

Opus Dei - Vida de María (III): Presentación de la VirgenGiotto, La Presentación de María al templo, 1302-1305. Capilla Scrovegni, Padua.

► Descarga en PDF Vida de María (III): Presentación de la Virgen

Evangelio del 21 de noviembre, memoria de la Presentación de la Virgen María en el Templo y comentario al evangelio.

 Vida de María (III): Textos del Magisterio, Padres, santos, poetassobre la Presentación de la Virgen

 Libro electrónico “María, una vida junto a Jesús”


Fueron callados, como su humildad, los años de infancia de María Santísima. Nada nos dice la Sagrada Escritura. Los cristianos, sin embargo, deseaban conocer con más detalle la vida de María. Era una aspiración legítima. Y como los evangelios guardan silencio hasta el momento de la Anunciación, la piedad popular, inspirada en varios pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, elaboró pronto algunas narraciones sencillas que luego se recogerían en el arte, en la poesía y en la espiritualidad cristiana.

Uno de estos episodios, quizá el más representativo, es la Presentación de la Virgen. María es ofrecida a Dios por sus padres, Joaquín y Ana, en el Templo de Jerusalén; lo mismo que otra Ana, madre del profeta Samuel, ofreció a su hijo para el servicio de Dios en el tabernáculo donde se manifestaba su gloria (cfr. 1 Sam 1, 21-28); igual que, años después, María y José llevarían a Jesús recién nacido al Templo para presentarlo al Señor (cfr. Lc 2, 22-38).

COMO LOS EVANGELIOS GUARDAN SILENCIO HASTA EL MOMENTO DE LA ANUNCIACIÓN, LA PIEDAD POPULAR, INSPIRADA EN VARIOS PASAJES DEL ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO, ELABORÓ PRONTO ALGUNAS NARRACIONES SENCILLAS

En rigor, no hay una historia de estos años de la Virgen, sino lo que la tradición nos ha ido transmitiendo. El primer texto escrito que refiere este episodio —de él dependen los numerosos testimonios de la tradición posterior— es el Protoevangelio de Santiago , un escrito apócrifo del siglo II. Apócrifo significa que no pertenece al canon de los libros inspirados por Dios; pero esto no excluye que algunos de estos relatos tengan ciertos elementos verdaderos En efecto, despojado de los detalles posiblemente legendarios, la Iglesia incluyó este episodio en la liturgia: primero en Jerusalén, donde en el año 543 se dedicó la basílica de Santa María Nueva en recuerdo de la Presentación; en el siglo XIV, la fiesta pasó a Occidente, donde su conmemoración litúrgica se fijó el 21 de noviembre.

María en el Templo. Toda su belleza y su gracia —estaba llena de hermosura en el alma y en el cuerpo— eran para el Señor. Éste es el contenido teológico de la fiesta de la Presentación de la Virgen. Y en este sentido la liturgia le aplica algunas frases de los libros sagrados: en el tabernáculo santo, en su presencia, le di culto, y así me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está mi potestad. Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad (Sir 24, 15-16).

Lo mismo que Jesús cuando fue presentado en el Templo, María continuaría viviendo con Joaquín y Ana una vida normal. Donde Ella estaba —sujeta a sus padres, creciendo hasta hacerse mujer—, allí estaba la llena de gracia (Lc 1, 28), con el corazón dispuesto para un servicio completo a Dios y a todos los hombres, por amor a Dios.

LA VIRGEN FUE MADURANDO ANTE DIOS Y ANTE LOS HOMBRES. NADIE NOTÓ NADA EXTRAORDINARIO EN SU COMPORTAMIENTO, AUNQUE, SIN DUDA, CAUTIVARÍA A QUIENES TENÍA ALREDEDOR, PORQUE LA SANTIDAD ATRAE SIEMPRE

La Virgen fue madurando ante Dios y ante los hombres. Nadie notó nada extraordinario en su comportamiento, aunque, sin duda, cautivaría a quienes tenía alrededor, porque la santidad atrae siempre; más aún en el caso de la Toda Santa. Era una doncella sonriente, trabajadora, metida siempre en Dios, y a su lado todos se sentían a gusto. En sus ratos de oración, como buena conocedora de la Sagrada Escritura, repasaría una y otra vez las profecías que anunciaban el advenimiento del Salvador. Las haría vida suya, objeto de su reflexión, motivo de sus conversaciones. Esa riqueza interior se desbordaría luego en el Magnificat, el espléndido himno que pronunció al escuchar el saludo de su prima Isabel.

Todo en la Virgen María estaba orientado hacia la Santísima Humanidad de Jesucristo, el verdadero Templo de Dios. La fiesta de su Presentación expresa esa pertenencia exclusiva de Nuestra Señora a Dios, la completa dedicación de su alma y de su cuerpo al misterio de la salvación, que es el misterio del acercamiento del Creador a la criatura.

Como cedro del Líbano crecí, como ciprés de los montes del Hermón. Crecí como palmera en Engadí, como jardín de rosas en Jericó, como noble olivo en la planicie, como plátano crecido junto al agua en las plazas (Sir 24, 17-19). Santa María hizo que en torno suyo floreciera el amor a Dios. Lo llevó a cabo sin ser notada, porque sus obras eran cosas de todos los días, cosas pequeñas llenas de amor.

J.A. Loarte

miércoles, noviembre 18, 2020

Un gran filósofo, fallecido por covid-

 


JAVIER HERNÁNDEZ-PACHECO. CATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA

"En la Universidad ya no se puede cuestionar la ideología de género"

  • Formado en algunas de las mejores universidades del mundo, este profesor es una 'rara avis' en una universidad cada vez más invadida por los prejuicios y homogénea ideológicamente.

 Comentarios 3

¿Qué tiene que ver Nietzsche con la Virgen del Rocío? ¿Y Millán Astray con Sartre? ¿Por qué Heidegger es "poco honesto"? ¿Y qué interés puede tener en pleno siglo XXI Santo Tomás de Aquino? Charlar con Javier Hernández-Pacheco (Madrid, 1953), catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla, es darse cuenta de los extraños y secretos lazos que unen a las cosas, personas y conceptos. El mundo es un gran enredo y la filosofía la llave para comprenderlo. Eso sí, antes hay que dejar en la puerta los prejuicios y los dictados de lo políticamente correcto. Ex miembro del Opus Dei y ex candidato de Vox en las últimas elecciones municipales, presume de sus ancestros institucionistas, por parte de padre, y proletarios, por parte de madre (su abuelo fue inmigrante ilegal en Francia). Como filósofo se ha formado en algunas de las universidades más importantes del mundo (Viena, Oxford, Columbia, MIT...) y manifiesta su deuda con los alemanes pensantes (se considera un neorromántico) y con el pensamiento liberal-conservador anglosajón. Aficionado al alpinismo, a la cerveza y al vino, es un hombre de estilo universitario a la antigua usanza: vestimenta de corrección burguesa pero desaliñada, educación a prueba de bomba, amabilidad y buen humor.

-Pese a que por parte paterna pertenecía a una familia de tradición institucionista, usted fue numerario del Opus Dei.

-Vivíamos tiempos de radicalidad. Éramos una juventud que tenía cierta propensión al compromiso. Para muchos jóvenes de aquella época, el Opus Dei significó un horizonte que exigía esa radicalidad con la fe cristiana. Ya no pertenezco al Opus, pero no reniego en absoluto de mi paso por allí. Tengo recuerdos agradables y grandes amigos. Me pasa igual que a muchos que pertenecieron al Partido Comunista, la evolución existencial los ha llevado a otros lugares, pero no se arrepienten de su pasado. En general, los miembros de mi generación conservamos esa idea de radicalidad y nos escandaliza mucho la frivolidad y la superficialidad en las interpretaciones del mundo.

-¿Las nuevas generaciones son más frívolas?

-En general, la juventud salió muy desengañada de las utopías y los grandes relatos. Los jóvenes de hoy son mucho más escépticos y eso les lleva a vivir al día. No les gusta el compromiso sostenido, el largo plazo.

-Usted es bisnieto de Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan, considerado el padre de la Geología en España. ¿Lo conoció?

-Sí, le llamábamos "el abuelo de las barbas". Yo nací en su casa. También presumo de la familia de mi madre, que es la que me da el caché proletario. Mi abuelo materno fue minero e inmigrante ilegal en Francia. Cruzó el Bidasoa de noche. Por eso le tengo un enorme respeto a los que llegan a las playas.

-Sin embargo, usted, junto a otros catedráticos universitarios, formó parte de una candidatura municipal de Vox, una formación cuyo discurso no es muy amable con la inmigración.

-Con Vox, la opinión pública ha sido muy injusta. De su programa no se podía decir que no fuese acogedor con la inmigración. Se defendía un proceso ordenado que no produjese fracturas sociales. Por lo que yo vi en Vox, era un partido que respondía a unas pautas que eran completamente asumibles por un intelectual que perteneciese a la tradición liberal-conservadora. En absoluto era un partido xenófobo.

-Volvamos a su bisabuelo. Como buen institucionista fue muy aficionado al excursionismo. Una juventud que se lanzó a los caminos de España.

-Sí señor, fue de los responsables de que Ordesa fuese declarado Parque Nacional, uno de los precursores del conservacionismo y del montañismo en el entorno de Madrid.

-¿De ahí su afición a la montañas?

-A mí me viene de mi estancia en el Colegio Mayor Moncloa de Madrid, donde había mucha afición. Mi estancia en Austria la consolidó.

-Es un deporte que, pese a que también está masificado, aún conserva un halo romántico.

-Sí, porque se ve la naturaleza como un reto que exige un compromiso personal y de superación, algo que está dentro del espíritu romántico. Muchas veces se piensa en el romanticismo como una especie de torre de marfil donde uno se refugia en el esteticismo o en una poesía blandita. Es todo lo contrario: el romanticismo nace en el contexto de la Revolución Francesa, en la recepción de esos ideales transformadores, y es una filosofía de respuestas a desafíos, de dejar atrás la vulgaridad de lo cotidiano. Esos son los valores en los que yo me eduqué como estudiante y en los que he profundizado durante el desarrollo de mi vida filosófica.

-¿Se considera un neorromántico?

-Me podría definir así. Mi mundo es el siglo XIX y no me encuentro cómodo en el escepticismo posmoderno, en eso que podríamos llamar la filosofía del desengaño, que es lo que nos caracteriza actualmente.

-Hábleme más de esa filosofía del desengaño.

-Digamos que los dos grandes traumas de Auschwitz e Hiroshima crearon la conciencia posmoderna y generan esa filosofía del desengaño en la que yo no me encuentro cómodo.

-Hoy en día hay mucho llorica quejándose de todo, ¿no?

-Hay algo mucho peor. Se está dando un fenómeno de autodesprecio, de indignación con nosotros mismos y nuestra propia cultura; es el odio a lo propio que tiene que ver con una cultura desengañada y que ha perdido la conciencia de sus raíces en la tradición. Somos cultura que odia a sus propios padres y eso genera unas pulsiones suicidas.

-¿El multiculturalismo es una de ellas?

-No el multiculturalismo entendido como la apertura de los unos a los otros, sino.... ¿Cómo diría? Cuando una opción radical como la ideología de género establece una alianza con un terrorista yihadista es que están ocurriendo cosas muy raras, porque el común denominador es el odio por lo occidental, por nuestra propia tradición, y eso está produciendo daños que llegan a ser personales: nos odiamos a nosotros mismos, a nuestro país, a nuestro propio cuerpo... Es lo que pasa cuando la transexualidad se convierte en el paradigma de la liberación erótica. Cuando queremos liberarnos de nuestra propia naturaleza se producen situaciones que llevan a la cultura al borde de la psiquiatría.

-También, según algunos, produce ese fenómeno llamado cristianofobia.

-Hegel tiene una tesis que dice que la historia de la libertad en occidente es la historia del cristianismo. El hilo conductor de todo mi pensamiento filosófico tiene que ver con esa continuidad -que los románticos vieron muy bien- entre la tradición cristiana y la modernidad ilustrada. Es decir, que la Ilustración (el liberalismo, la emancipación de la mujer, etc...) tiene sus raíces en el pensamiento cristiano. Cuando esa continuidad se rompe, cuando las dos partes dejan de entenderse la una a la otra, terminan por no entenderse a sí mismas.

-No es lo que piensa la mayoría de la gente...

-La corrección no ya sólo política, sino filosófica y cultural, nos dice que el cristianismo y la modernidad ilustrada son magnitudes inasumibles respectivamente. Eso es algo que está muy consolidado y la ruptura es muy difícil de reconstruir.

-Además de en Austria, usted se ha formado en prestigiosas universidades anglosajonas, que le han influido, principalmente, en su pensamiento político y económico.

-Me llamo y me entiendo a mí mismo como liberal-conservador. Creo que la fidelidad a la tradición es lo que da el suelo para proyectarse hacia una visión progresista de la historia.

-Pero, hoy en día, liberal es una palabra que se usa como un insulto político por parte de la izquierda, sobre todo si va con el prefijo neo. ¿Qué es para usted ser liberal?

-La creencia de que el progreso es el producto del despliegue de la libertad individual. Esta ley se da en todos los ámbitos: cultural, económico, político, científico, eclesiástico... La iniciativa individual es insustituible como motor de todas estas cosas. Aunque hay muchos conservadores a los que progreso les resulta una palabra maldita, yo sí sigo creyendo en su existencia. Además, pienso que este concepto está esencialmente unido al de tradición, el cual, por su parte, es rechazado por los progresistas.

-¿La corrección política se está convirtiendo en la gran mordaza del pensamiento contemporáneo?

-El asunto está empezando a ser grave. No sólo hay que hablar de corrección política, sino también de la académica, de la cultural, de la eclesiástica... Pues bien, cuando esa corrección se une al radicalismo antisistema se hace tremendamente opresiva. En la Universidad, en clase o en una mesa redonda con compañeros, ya no se puede cuestionar la ideología de género. Hoy por hoy chaval joven que tenga posiciones alternativas a la corrección política se juega la carrera. No hay nada peor que cuando el antisistema se convierte en sistema. Con ropaje de tolerancia, se está imponiendo una intolerancia que empieza a ser muy dañina.

-Usted fue un alternativo. A principios de los 70, en unos momentos en los que todo el mundo estaba fascinado con el marxismo o el estructuralismo, decidió hacer su tesis doctoral sobre Santo Tomás de Aquino. ¿Por qué?

-Pensé y sigo creyendo que Tomás de Aquino es una escuela de pensamiento argumental que enseña mucho. No reniego de esa tradición de presentar racionalmente tus propias creencias, de obligarte a pensar lo que crees. En ese sentido, Tomás de Aquino hizo una contribución muy importante a la libertad de pensamiento.

-La racionalidad hace tiempo que dejó de estar de moda. A la gente le gusta presumir más de irracional.

-Son herencias del 68: "No pretendas ser muy racional porque eso es agresivo", "cualquiera puede decir cualquier cosa sin necesidad de justificar nada". Creo que eso es una renuncia a nuestra propia humanidad. Todo lo que creemos y consideramos bueno tiene que ser transformado en un argumento, en algo que podamos compartir como sujetos. No estamos hablando de una racionalidad cerrada y pétrea que nunca ha existido, sino de la idea de Sócrates de que criticando nuestras opiniones, abriéndolas a la crítica, se nos muestra un horizonte argumental al final del cual puede haber convicciones compartidas. En la filosofía, en la política, en la moral o en la religión, uno tiene que dar cuenta de aquello que asume como un valor. Eso es la racionalidad.

-La de Santo Tomás fue su tesis española. En Viena se la dedicó a Heidegger, un pensador polémico por su pasado político.

-Terminé aquella tesis con muy poca simpatía por Heidegger. Me parece un pensador muy poco honesto.

-¿Por qué?

-Por que en filosofía no puede existir el adanismo, el intento de comenzar de cero. La filosofía son argumentos que, generación tras generación, nos vamos dando los unos a los otros desde el siglo V antes de Cristo hasta nuestros días. Aquí no hay pólvoras que descubrir, sólo se trata de profundizar en espiral en la historia de nosotros mismos y de nuestra forma de pensar. Sin embargo, Heidegger intenta una ruptura, hacer un nuevo comienzo del pensamiento, y eso sólo se puede intentar no siendo honesto con las fuentes. Es un hombre que tiene una verdadera obsesión por ocultar sus influencias, a quiénes han sido sus maestros. De ahí que camufle su pensamiento con el neologismo y en la ruptura semántica. Cuando lo lees, terminas con un mareo importante... Sin embargo, cuando se buscan sus raíces, cuando se hace arqueología con Heidegger, puede llegar a ser muy interesante.

-¿Y no le dejó ninguna enseñanza?

-Él hizo una filosofía de los límites, de la existencia finita. Es un pensamiento que nos liga al tiempo, a la muerte... que nos enseña a ser humildes, algo que, curiosamente, Heidegger no era. La preocupación por la muerte era algo muy vivo después de la Primera Guerra Mundial. Lo he recordado ahora con la polémica sobre la avenida que le han quitado en Madrid a Millán Astray. Precisamente, con su ¡Viva la muerte!, el fundador de la Legión demostró que era una persona leída. Eso del "ser para la muerte" es algo que se incorpora a la filosofía tras la experiencia de las trincheras y que produce, por decirlo un tanto pedantemente, una tanatofilia. Eso de que el hombre es "el novio de la muerte" viene de Hegel y aparece en Heidegger y Sartre. Era algo que estaba en el ambiente, entraba por la piel. Había una conciencia de la propia finitud muy dramática.

-Siento hacerle esta pregunta llena de prejuicios, pero me extrañó ver que en su página web presumía de haber formado parte de la junta directiva de una hermandad del Rocío.

-El Rocío ha sido muy importante en mi vida, pese a que no soy andaluz y no lo mamé. A mí me influyó mucho el estudio de Nietzsche, que hace una crítica del cristianismo como antivitalista. Sostiene que es una religión que aniquila la vida, la imaginación, que cierra el paso a la belleza. Lo que yo descubrí en el Rocío fue una refutación de Nietzsche con guitarra y baile. Él decía: "cuando yo vea un Dios que sepa bailar, entonces creeré". Pues bien, yo he visto a un Dios y a una Virgen que saben bailar, y una cristiandad que baila, que canta y que reza. Hay tradiciones mediterráneas que el cristianismo acoge y reformula. Es una religiosidad de raíces, que nos liga a la naturaleza, al erotismo, a la alegría de vivir. El que se acerca sin prejuicios lo ve.