sábado, enero 11, 2025

EL CURA DICE: “YO TE BAUTIZO” PERO TE LAVA EL ESPÍRITU SANTO Y EMPIEZA T...

Sic.

 

11 de enero de 2025
“Te ha de urgir la caridad de Cristo”
Necesitas vida interior y formación doctrinal. ¡Exígete! –Tú –caballero cristiano, mujer cristiana– has de ser sal de la tierra y luz del mundo, porque estás obligado a dar ejemplo con una santa desvergüenza.

–Te ha de urgir la caridad de Cristo y, al sentirte y saberte otro Cristo desde el momento en que le has dicho que le sigues, no te separarás de tus iguales –tus parientes, tus amigos, tus colegas–, lo mismo que no se separa la sal del alimento que condimenta. Tu vida interior y tu formación comprenden la piedad y el criterio que ha de tener un hijo de Dios, para sazonarlo todo con su presencia activa. Pide al Señor que siempre seas ese buen condimento en la vida de los demás. (Forja, 450)

Un cristiano no puede detenerse sólo en problemas personales, ya que ha de vivir de cara a la Iglesia universal, pensando en la salvación de todas las almas.

De este modo, hasta esas facetas que podrían considerarse más privadas e íntimas –la preocupación por el propio mejoramiento interior– no son en realidad personales: puesto que la santificación forma una sola cosa con el apostolado. Nos hemos de esforzar, por tanto, en nuestra vida interior y en el desarrollo de las virtudes cristianas, pensando en el bien de toda la Iglesia, ya que no podríamos hacer el bien y dar a conocer a Cristo, si en nosotros no hubiera un empeño sincero por hacer realidad práctica las enseñanzas del Evangelio.

Impregnados de este espíritu, nuestros rezos, aun cuando comiencen por temas y propósitos en apariencia personales, acaban siempre discurriendo por los cauces del servicio a los demás. Y si caminamos de la mano de la Virgen Santísima, Ella hará que nos sintamos hermanos de todos los hombres: porque todos somos hijos de ese Dios del que Ella es Hija, Esposa y Madre.

Los problemas de nuestros prójimos han de ser nuestros problemas. La fraternidad cristiana debe encontrarse muy metida en lo hondo del alma, de manera que ninguna persona nos sea indiferente. María, Madre de Jesús, que lo crió, lo educó y lo acompañó durante su vida terrena y que ahora está junto a Él en los cielos, nos ayudará a reconocer a Jesús que pasa a nuestro lado, que se nos hace presente en las necesidades de nuestros hermanos los hombres. (Es Cristo que pasa, 145)

viernes, enero 10, 2025

Creo, pero no practico.

 


Creo, pero no practico

Cambiar el mundo

El Padre Gabriel (exorcista) dice:» creo pero no soy practicante «, que quiere decir esto?. Jamás me he encontrado con un diablo ateo, todos los diablos creen pero no practican, porque han desobedecido a Dios.

Asombra un poco o bastante, las afirmaciones de tantos y tantas , Creo en Dios pero no practico, en Jesús sí en la Iglesia no. Lo que más duele o cuesta de la Fe es la coherencia. Si fallamos, el justo peca siete veces al día, a levantarse con la confesión.

El demonio es creyente. Endemoniados se dirigían a Jesús, sabían que era Dios, pero le increpan , le odian. Con Jesús pasa parecido, unos vieron y creyeron, otros se inquietaron, le denuncian… Por eso no se queden tranquilos con creencias que no llevan a cambiar de vida, a rectificar, a perdonar y pedir perdón. Los demonios también creen.

Daniel Tirapu

Sic.

 

10 de enero de 2025
“Nos anima, nos enseña, nos guía”
“Iesus Christus, perfectus Deus, perfectus Homo” –Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre. Muchos son los cristianos que siguen a Cristo, pasmados ante su divinidad, pero le olvidan como Hombre..., y fracasan en el ejercicio de las virtudes sobrenaturales –a pesar de todo el armatoste externo de piedad–, porque no hacen nada por adquirir las virtudes humanas. (Surco, 652)

Enamórate de la Santísima Humanidad de Jesucristo.

–¿No te da alegría que haya querido ser como nosotros? ¡Agradece a Jesús este colmo de bondad! (Forja, 547)

¡Gracias, Jesús mío!, porque has querido hacerte perfecto Hombre, con un Corazón amante y amabilísimo, que ama hasta la muerte y sufre; que se llena de gozo y de dolor; que se entusiasma con los caminos de los hombres, y nos muestra el que lleva al Cielo; que se sujeta heroicamente al deber, y se conduce por la misericordia; que vela por los pobres y por los ricos; que cuida de los pecadores y de los justos... ¡Gracias, Jesús mío, y danos un corazón a la medida del Tuyo! (Surco, 813)

En esto se concreta la verdadera devoción al Corazón de Jesús: en conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos, y en mirar a Jesús y acudir a Él, que nos anima, nos enseña, nos guía. No cabe en esta devoción más superficialidad que la del hombre que, no siendo íntegramente humano, no acierta a percibir la realidad de Dios encarnado.

Jesús en la Cruz, con el corazón traspasado de Amor por los hombres, es una respuesta elocuente ‑sobran las palabras‑ a la pregunta por el valor de las cosas y de las personas. (Es Cristo que pasa, nn. 164-165)

jueves, enero 09, 2025

San Josemaría.

 


Sic.

 

9 de enero de 2025
“Bendita perseverancia la del borrico”
Si no es para construir una obra muy grande, muy de Dios –la santidad–, no vale la pena entregarse. Por eso, la Iglesia –al canonizar a los santos– proclama la heroicidad de su vida. (Surco, 611)

Si la vida no tuviera por fin dar gloria a Dios, sería despreciable, más aún: aborrecible. (Camino, 783)

Bendita perseverancia la del borrico de noria! -Siempre al mismo paso. Siempre las mismas vueltas. -Un día y otro: todos iguales.

Sin eso, no habría madurez en los frutos, ni lozanía en el huerto, ni tendría aromas el jardín.

Lleva este pensamiento a tu vida interior. (Camino, 998)

¿Que cuál es el secreto de la perseverancia?

El Amor. -Enamórate, y no "le" dejarás. (Camino, 999)

La entrega es el primer paso de una carrera de sacrificio, de alegría, de amor, de unión con Dios. –Y así, toda la vida se llena de una bendita locura, que hace encontrar felicidad donde la lógica humana no ve más que negación, padecimiento, dolor. (Surco, 2)

¿Que cuál es el fundamento de nuestra fidelidad?

–Te diría, a grandes rasgos, que se basa en el amor de Dios, que hace vencer todos los obstáculos: el egoísmo, la soberbia, el cansancio, la impaciencia...

–Un hombre que ama se pisotea a sí mismo; le consta que, aun amando con toda su alma, todavía no sabe amar bastante. (Forja, 532)

miércoles, enero 08, 2025

Sic.

 

8 de enero de 2025
“Cristo también vive ahora”
¡Vive junto a Cristo!: debes ser, en el Evangelio, un personaje más, conviviendo con Pedro, con Juan, con Andrés..., porque Cristo también vive ahora: "Iesus Christus, heri et hodie, ipse et in saecula!" –¡Jesucristo vive!, hoy como ayer: es el mismo, por los siglos de los siglos. (Forja, 8)

Es ese amor de Cristo el que cada uno de nosotros debe esforzarse por realizar, en la propia vida. Pero para ser ipse Christus hay que mirarse en Él. No basta con tener una idea general del espíritu de Jesús, sino que hay que aprender de Él detalles y actitudes. Y, sobre todo, hay que contemplar su paso por la tierra, sus huellas, para sacar de ahí fuerza, luz, serenidad, paz.

Cuando se ama a una persona se desean saber hasta los más mínimos detalles de su existencia, de su carácter, para así identificarse con ella. Por eso hemos de meditar la historia de Cristo, desde su nacimiento en un pesebre, hasta su muerte y su resurrección. En los primeros años de mi labor sacerdotal, solía regalar ejemplares del Evangelio o libros donde se narraba la vida de Jesús. Porque hace falta que la conozcamos bien, que la tengamos toda entera en la cabeza y en el corazón, de modo que, en cualquier momento, sin necesidad de ningún libro, cerrando los ojos, podamos contemplarla como en una película; de forma que, en las diversas situaciones de nuestra conducta, acudan a la memoria las palabras y los hechos del Señor.

Así nos sentiremos metidos en su vida. Porque no se trata sólo de pensar en Jesús, de representarnos aquellas escenas. Hemos de meternos de lleno en ellas, ser actores. (Es Cristo que pasa, 107)

martes, enero 07, 2025

Sic.

 

7 de enero de 2025
“La riqueza de la fe”
No seas pesimista. -¿No sabes que todo cuanto sucede o puede suceder es para bien? -Tu optimismo será necesaria consecuencia de tu Fe. (Camino, 378)

En medio de las limitaciones inseparables de nuestra situación presente, porque el pecado habita todavía de algún modo en nosotros, el cristiano percibe con claridad nueva toda la riqueza de su filiación divina, cuando se reconoce plenamente libre porque trabaja en las cosas de su Padre, cuando su alegría se hace constante porque nada es capaz de destruir su esperanza.

Es en esa hora, además y al mismo tiempo, cuando es capaz de admirar todas las bellezas y maravillas de la tierra, de apreciar toda la riqueza y toda la bondad, de amar con toda la entereza y toda la pureza para las que está hecho el corazón humano. Cuando el dolor ante el pecado no degenera nunca en un gesto amargo, desesperado o altanero, porque la compunción y el conocimiento de la humana flaqueza le encaminan a identificarse de nuevo con las ansias redentoras de Cristo, y a sentir más hondamente la solidaridad con todos los hombres.

Cuando, en fin, el cristiano experimenta en sí con seguridad la fuerza del Espíritu Santo, de manera que las propias caídas no le abaten: porque son una invitación a recomenzar, y a continuar siendo testigo fiel de Cristo en todas las encrucijadas de la tierra, a pesar de las miserias personales, que en estos casos suelen ser faltas leves, que enturbian apenas el alma; y, aunque fuesen graves, acudiendo al Sacramento de la Penitencia con compunción, se vuelve a la paz de Dios y a ser de nuevo un buen testigo de sus misericordias.

Tal es, en un resumen breve, que apenas consigue traducir en pobres palabras humanas, la riqueza de la fe, la vida del cristiano, si se deja guiar por el Espíritu Santo. (Es Cristo que pasa, 138)

lunes, enero 06, 2025

Los Reyes Magos

Bàscula.

 


Pentatonix - Angels We Have Heard on High

Sic.

 

6 de enero de 2025
“¿Dónde está el nacido rey?”
La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. -"Él" lo ha dicho: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón... y encontraréis paz para vuestras almas". (Camino, 607)

¿Dónde está el nacido rey de los judíos? Yo también, urgido por esa pregunta, contemplo ahora a Jesús, reclinado en un pesebre, en un lugar que es sitio adecuado sólo para las bestias. ¿Dónde está, Señor, tu realeza: la diadema, la espada, el cetro? Le pertenecen, y no los quiere; reina envuelto en pañales. Es un Rey inerme, que se nos muestra indefenso: es un niño pequeño. ¿Cómo no recordar aquellas palabras del Apóstol: se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo?

Nuestro Señor se encarnó para manifestarnos la voluntad del Padre. Y he aquí que, ya en la cuna, nos instruye. Jesucristo nos busca ‑con una vocación, que es vocación a la santidad‑ para consumar, con Él, la Redención. Considerad su primera enseñanza: hemos de corredimir no persiguiendo el triunfo sobre nuestros prójimos, sino sobre nosotros mismos. Como Cristo, necesitamos anonadarnos, sentirnos servidores de los demás, para llevarlos a Dios.

¿Dónde está el Rey? ¿No será que Jesús desea reinar, antes que nada en el corazón, en tu corazón? Por eso se hace Niño, porque ¿quién no ama a una criatura pequeña? ¿Dónde está el Rey? ¿Dónde está el Cristo, que el Espíritu Santo procura formar en nuestra alma? No puede estar en la soberbia que nos separa de Dios, no puede estar en la falta de caridad que nos aísla. Ahí no puede estar Cristo; ahí el hombre se queda solo.

A los pies de Jesús Niño, en el día de la Epifanía, ante un Rey sin señales exteriores de realeza, podéis decirle: Señor, quita la soberbia de mi vida; quebranta mi amor propio, este querer afirmarme yo e imponerme a los demás. Haz que el fundamento de mi personalidad sea la identificación contigo. (Es Cristo que pasa, 31)

domingo, enero 05, 2025

Ya vienen, ya llegan.


 

Sic.

 

5 de enero de 2025
“Dar es propio de enamorados”
Tu talento, tu simpatía, tus condiciones... se pierden: no te dejan aprovecharlas. –Piensa bien estas palabras de un autor espiritual: “No se pierde el incienso que se ofrece a Dios. –Más honrado es el Señor con el abatimiento de tus talentos que con el vano uso de ellos”. (Camino, 684)

Y abriendo sus tesoros le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Detengámonos un poco para entender este pasaje del Santo Evangelio. ¿Cómo es posible que nosotros, que nada somos y nada valemos, hagamos ofrendas a Dios? Dice la Escritura: toda dádiva y todo don perfecto de arriba viene. El hombre no acierta ni siquiera a descubrir enteramente la profundidad y la belleza de los regalos del Señor: ¡Si tú conocieras el don de Dios!, responde Jesús a la mujer samaritana. Jesucristo nos ha enseñado a esperarlo todo del Padre, a buscar, antes que nada, el reino de Dios y su justicia, porque todo lo demás se nos dará por añadidura, y bien sabe Él qué es lo que necesitamos.

En la economía de la salvación, Nuestro Padre cuida de cada alma con delicadeza amorosa: cada uno ha recibido de Dios su propio don, quien de una manera, quien de otra. Parecería inútil, por tanto, afanarse por presentar al Señor algo de lo que Él tuviera necesidad; desde nuestra situación de deudores que no tienen con qué pagar, nuestro dones se asemejarían a los de la Antigua Ley, que Dios ya no acepta: Tú no has querido, ni han sido de tu agrado, los sacrificios, las ofrendas y los holocaustos por el pecado, cosas todas que ofrecen según la Ley.

Pero el Señor sabe que dar es propio de enamorados, y Él mismo nos señala lo que desea de nosotros. No le importan las riquezas, ni los frutos ni los animales de la tierra, del mar o del aire, porque todo eso es suyo; quiere algo íntimo, que hemos de entregarle con libertad: dame, hijo mío, tu corazón. ¿Veis? No se satisface compartiendo: lo quiere todo. No anda buscando cosas nuestras, repito: nos quiere a nosotros mismos. De ahí, y sólo de ahí, arrancan todos los otros presentes que podemos ofrecer al Señor. (Es Cristo que pasa, 35)

sábado, enero 04, 2025

PUEDES PASAR 2025 SI QUIERES “CON QUIEN TODO FUE HECHO POR ÉL”: ES LA VE...

Epifanía.



 


Sic.

 

4 de enero de 2025
“Debemos santificar todas las realidades”
Tu tarea de apóstol es grande y hermosa. Estás en el punto de confluencia de la gracia con la libertad de las almas; y asistes al momento solemnísimo de la vida de algunos hombres: su encuentro con Cristo. (Surco, 219)

Estamos en Navidad. Los diversos hechos y circunstancias que rodearon el nacimiento del Hijo de Dios acuden a nuestro recuerdo, y la mirada se detiene en la gruta de Belén, en el hogar de Nazareth. María, José, Jesús Niño, ocupan de un modo muy especial el centro de nuestro corazón. ¿Qué nos dice, qué nos enseña la vida a la vez sencilla y admirable de esa Sagrada Familia?

Entre las muchas consideraciones que podríamos hacer, una sobre todo quiero comentar ahora. El nacimiento de Jesús significa, como refiere la Escritura, la inauguración de la plenitud de los tiempos, el momento escogido por Dios para manifestar por entero su amor a los hombres, entregándonos a su propio Hijo. Esa voluntad divina se cumple en medio de las circunstancias más normales y ordinarias: una mujer que da a luz, una familia, una casa. La Omnipotencia divina, el esplendor de Dios, pasan a través de lo humano, se unen a lo humano. Desde entonces los cristianos sabemos que, con la gracia del Señor, podemos y debemos santificar todas las realidades limpias de nuestra vida. No hay situación terrena, por pequeña y corriente que parezca, que no pueda ser ocasión de un encuentro con Cristo y etapa de nuestro caminar hacia el Reino de los cielos.

No es por eso extraño que la Iglesia se alegre, que se recree, contemplando la morada modesta de Jesús, María y José. (Es Cristo que pasa, 22)

viernes, enero 03, 2025

El Santo Nombre de Jesús Dios con nosotros

Derecho Canónico.

 

Año nuevo. Derecho Canónico

 

 

Daniel Tirapu


Libro VI del Código de Derecho Canónico.

 

 

 

 

 

Con el término derecho canónico se designa el derecho vigente en la comunidad religiosa formada por quienes creen en Cristo, Hijo de Dios, agrupados bajo la obediencia a la Iglesia católica. El ordenamiento jurídico de la Iglesia católica que le confiere la estructura de una sociedad jurídicamente organizada.

El término canon significa en griego regla, que se opone a las nomoi o normas civiles. El cristianismo ha contribuido notablemente a la experiencia jurídica en el mundo occidental: la importancia de los actos internos de los que debe dar cuenta el derecho declarado, el derecho de familia, la equidad canónica, la intrínseca justicia de la ley al margen de su elaboración formal, la concepción del derecho penal como derecho rehabilitador, la valoración de toda persona al margen de su condición social, la radical igualdad por ser hijos de Dios, la defensa de los más débiles, los procesos escritos para la salvaguarda de la verdad formal, los elementos flexibilizadores - como la dissimulatio, tolerancia, dispensa y privilegio- sin renunciar a principios esenciales, su vigencia universal y espiritual al margen del territorio hacen del Derecho canónico una experiencia única en el mundo sin la que difícilmente se podría explicar el derecho actual. De tal modo que tanto el derecho continental como el anglosajón desprenden en sus más íntimas raíces un preciado aroma canónico, en ocasiones imperceptible, pero real.

Como conjunto de normas, el derecho de la Iglesia católica se contiene principalmente en el Código de Derecho Canónico promulgado por Juan Pablo II el 25.I.1983, que afecta a la Iglesia católica de rito latino. Para las Iglesias católicas de rito oriental (antioquena, alejandrina, sirio oriental, armenia), tras larga elaboración, el mismo Juan Pablo II promulgó el Código de los Cánones de las Iglesias Orientales el 18.X.1990. El sistema normativo de la Iglesia está constituido no sólo por las disposiciones del Código sino también por numerosas normas de adaptación y aplicación, que pueden ser del Romano Pontífice o de los Obispos en sus territorios o comunidades. El Código de 1983 abrogó el Código anterior de 1917, que codificó el derecho antiguo desde el Decreto de Graciano, siglo XII, hasta el siglo XX. La Iglesia no ha querido, ni quiere renunciar a la sabiduría jurídica formada a lo largo de dos milenios en su propio seno y que ha sido fuente de inspiración de numerosas respuestas en la Teoría general del Derecho universal.

 

 

Daniel Tirapu
dtirapu@ujaen.es

3 enero, santisimo nombre de jesús.

 


Sic.

 

3 de enero de 2025
“Cristo me dice y te dice que nos necesita”
Devoción de Navidad. –No me sonrío cuando te veo componer las montañas de corcho del Nacimiento y colocar las ingenuas figuras de barro alrededor del Portal. –Nunca me has parecido más hombre que ahora, que pareces un niño. (Camino, 557)

Cuando llegan las Navidades, me gusta contemplar las imágenes del Niño Jesús. Esas figuras que nos muestran al Señor que se anonada, me recuerdan que Dios nos llama, que el Omnipotente ha querido presentarse desvalido, que ha querido necesitar de los hombres. Desde la cuna de Belén, Cristo me dice y te dice que nos necesita, nos urge a una vida cristiana sin componendas, a una vida de entrega, de trabajo, de alegría.

No alcanzaremos jamás el verdadero buen humor, si no imitamos de verdad a Jesús; si no somos, como Él, humildes. Insistiré de nuevo: ¿habéis visto dónde se esconde la grandeza de Dios? En un pesebre, en unos pañales, en una gruta. La eficacia redentora de nuestras vidas sólo puede actuarse con la humildad, dejando de pensar en nosotros mismos y sintiendo la responsabilidad de ayudar a los demás.

Es a veces corriente, incluso entre almas buenas, provocarse conflictos personales, que llegan a producir serias preocupaciones, pero que carecen de base objetiva alguna. Su origen radica en la falta de propio conocimiento, que conduce a la soberbia: el desear convertirse en el centro de la atención y de la estimación de todos, la inclinación a no quedar mal, el no resignarse a hacer el bien y desaparecer, el afán de seguridad personal. Y así muchas almas que podrían gozar de una paz maravillosa, que podrían gustar de un júbilo inmenso, por orgullo y presunción se trasforman en desgraciadas e infecundas.

Cristo fue humilde de corazón. A lo largo de su vida no quiso para Él ninguna cosa especial, ningún privilegio. (Es Cristo que pasa, 18)

jueves, enero 02, 2025

Un Nuevo Año que Dios nos da

sic.

 

2 de enero de 2025
“Os apoyaréis unos a otros”
Si sabes querer a los demás y difundes ese cariño –caridad de Cristo, fina, delicada– entre todos, os apoyaréis unos a otros: y el que vaya a caer se sentirá sostenido –y urgido– con esa fortaleza fraterna, para ser fiel a Dios. (Forja, 148)

Llega la plenitud de los tiempos y, para cumplir esa misión, no aparece un genio filosófico, como Platón o Sócrates; no se instala en la tierra un conquistador poderoso, como Alejandro. Nace un Infante en Belén. Es el Redentor del mundo; pero, antes de hablar, ama con obras. No trae ninguna fórmula mágica, porque sabe que la salvación que ofrece debe pasar por el corazón del hombre. Sus primeras acciones son risas, lloros de niño, sueño inerme de un Dios encarnado: para enamorarnos, para que lo sepamos acoger en nuestros brazos.

Nos damos cuenta ahora, una vez más, de que éste es el cristianismo. Si el cristiano no ama con obras, ha fracasado como cristiano, que es fracasar también como persona. No puedes pensar en los demás como si fuesen números o escalones, para que tú puedas subir; o masa, para ser exaltada o humillada, adulada o despreciada, según los casos. Piensa en los demás ‑antes que nada, en los que están a tu lado‑ como en lo que son: hijos de Dios, con toda la dignidad de ese título maravilloso.

Hemos de portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios: el nuestro ha de ser un amor sacrificado, diario, hecho de mil detalles de comprensión, de sacrificio silencioso, de entrega que no se nota. Este es el bonus odor Christi, el que hacía decir a los que vivían entre nuestros primeros hermanos en la fe: ¡Mirad cómo se aman! (Es Cristo que pasa, 36)

miércoles, enero 01, 2025

Madre de Dios.

 


Un Nuevo Año que Dios nos da

Sic.

 

1 de enero de 2025
“Madre de Dios y Madre nuestra”
¡Qué humildad, la de mi Madre Santa María! –No la veréis entre las palmas de Jerusalén, ni –fuera de las primicias de Caná– a la hora de los grandes milagros. Pero no huye del desprecio del Gólgota: allí está, “ iuxta crucem Jesu” —junto a la cruz de Jesús, su Madre. (Camino, 507)

Esa ha sido siempre la fe segura. Contra los que la negaron, el Concilio de Éfeso proclamó que si alguno no confiesa que el Emmanuel es verdaderamente Dios, y que por eso la Santísima Virgen es Madre de Dios, puesto que engendró según la carne al Verbo de Dios encarnado, sea anatema (...).

La Trinidad Santísima, al haber elegido a María como Madre de Cristo, Hombre como nosotros, nos ha puesto a cada uno bajo su manto maternal. Es Madre de Dios y Madre nuestra.

La Maternidad divina de María es la raíz de todas las perfecciones y privilegios que la adornan. Por ese título, fue concebida inmaculada y está llena de gracia, es siempre virgen, subió en cuerpo y alma a los cielos, ha sido coronada como Reina de la creación entera, por encima de los ángeles y de los santos. Más que Ella, sólo Dios. La Santísima Virgen, por ser Madre de Dios, posee una dignidad en cierto modo infinita, del bien infinito que es Dios. No hay peligro de exagerar. Nunca profundizaremos bastante en este misterio inefable; nunca podremos agradecer suficientemente a Nuestra Madre esta familiaridad que nos ha dado con la Trinidad Beatísima.

Éramos pecadores y enemigos de Dios. La Redención no sólo nos libra del pecado y nos reconcilia con el Señor: nos convierte en hijos, nos entrega una Madre, la misma que engendró al Verbo, según la Humanidad. ¿Cabe más derroche, más exceso de amor? (Amigos de Dios, nn. 275-276)