lunes, diciembre 23, 2024

El Niño Dios viene a nosotros

Rafael Navarro Valls.

 

Obviamente este trabajo es una aportación al homenaje del Profesor Navarro Valls, al que dedicaré unas líneas. Tuve el honor y la suerte de conocerle en la defensa de mi tesis doctoral sobre el matrimonio condicionado el 13 de junio de 1985. Desde entonces y especialmente desde 2002 en la sección de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico de la Real Academia de jurisprudencia y legislación, he tenido la suerte de trabajar con él y aprender, no sólo de su saber sino de su vivir. Quizás el ideal de un Maestro, quedan y son pocos, sería el de quien enseña por el mero hecho de su existencia, suele decirse con los hombres y mujeres santos. Un modo de ser y de vivir, que el discípulo ve con admiración y algo de perplejidad fecunda que mueve a hacerse preguntas, que conducen a cambios de mente, de corazón y de manera de obrar. En Navarro Valls su actividad científica no está desligada de sus preocupaciones y pasiones vitales: amor a la libertad, rigor y belleza en la construcción jurídica, atención a las nuevas corrientes, profundas convicciones como roca y flexibilidad del junco, una especial veneración a la conciencia personal , generosidad y fidelidad con sus amigos, colegas y discípulos. Leí en una entrevista a su hermano Joaquín, portavoz de la Santa Sede, que le preguntaban si se consideraba amigo del Papa Juan Pablo II; el portavoz decía que para la amistad se necesita un cierto equilibrio entre los amigos, y para él el Papa estaba en otro nivel . A mí me pasa lo mismo con el Profesor Navarro Valls, me resulta inalcanzable y sólo espero seguir aprendiendo y aceptar como un regalo de la providencia, su cercanía.

Sic.

 

23 de diciembre de 2024
“Se ha hecho Hombre para redimirnos”
Pásmate ante la magnanimidad de Dios: se ha hecho Hombre para redimirnos, para que tú y yo –¡que no valemos nada, reconócelo!– le tratemos con confianza. (Forja, 30)

Lux fulgebit hodie super nos, quia natus est nobis Dominus, hoy brillará la luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor. Es el gran anuncio que conmueve en este día a los cristianos y que, a través de ellos, se dirige a la Humanidad entera. Dios está aquí. Esa verdad debe llenar nuestras vidas: cada navidad ha de ser para nosotros un nuevo especial encuentro con Dios, dejando que su luz y su gracia entren hasta el fondo de nuestra alma.

Nos detenemos delante del Niño, de María y de José: estamos contemplando al Hijo de Dios revestido de nuestra carne. Viene a mi recuerdo el viaje que hice a Loreto, el 15 de agosto de 1951, para visitar la Santa Casa, por un motivo entrañable. Celebré allí la Misa. Quería decirla con recogimiento, pero no contaba con el fervor de la muchedumbre. No había calculado que, en ese gran día de fiesta, muchas personas de los contornos acudirían a Loreto, con la fe bendita de esta tierra y con el amor que tienen a la Madonna. Su piedad les llevaba a manifestaciones no del todo apropiadas, si se consideran las cosas -¿cómo lo explicaré?- sólo desde el punto de vista de las leyes rituales de la Iglesia.

Así, mientras besaba yo el altar cuando lo prescriben las rúbricas de la Misa, tres o cuatro campesinas lo besaban a la vez. Estuve distraído, pero me emocionaba. Atraía también mi atención el pensamiento de que en aquella Santa Casa que la tradición asegura que es el lugar donde vivieron Jesús, María y José , encima de la mesa del altar, han puesto estas palabras: Hic Verbum caro factum est. Aquí, en una casa construida por la mano de los hombres, en un pedazo de la tierra en que vivimos, habitó Dios. (Es Cristo que pasa, 12)

domingo, diciembre 22, 2024

sic.

 

22 de diciembre de 2024
“El amor se manifiesta con hechos”
Llégate a Belén, acércate al Niño, báilale, dile tantas cosas encendidas, apriétale contra el corazón... No hablo de niñadas: ¡hablo de amor! Y el amor se manifiesta con hechos: en la intimidad de tu alma, ¡bien le puedes abrazar! (Forja, 345)

Es preciso mirar al Niño, Amor nuestro, en la cuna. Hemos de mirarlo sabiendo que estamos delante de un misterio. Necesitamos aceptar el misterio por la fe y, también por la fe, ahondar en su contenido. Para esto, nos hacen falta las disposiciones humildes del alma cristiana: no querer reducir la grandeza de Dios a nuestros pobres conceptos, a nuestras explicaciones humanas, sino comprender que ese misterio, en su oscuridad, es una luz que guía la vida de los hombres.

He procurado siempre, al hablar delante del Belén, mirar a Cristo Señor nuestro de esta manera, envuelto en pañales, sobre la paja de un pesebre. Y cuando todavía es Niño y no dice nada, verlo como Doctor, como Maestro. Necesito considerarle de este modo: porque debo aprender de Él. Y para aprender de Él, hay que tratar de conocer su vida: leer el Santo Evangelio, meditar aquellas escenas que el Nuevo Testamento nos relata, con el fin de penetrar en el sentido divino del andar terreno de Jesús.

Porque hemos de reproducir, en la nuestra, la vida de Cristo, conociendo a Cristo: a fuerza de leer la Sagrada Escritura y de meditarla, a fuerza de hacer oración, como ahora, delante del pesebre.

Hay que entender las lecciones que nos da Jesús ya desde Niño, desde que está recién nacido, desde que sus ojos se abrieron a esta bendita tierra de los hombres. Jesús, creciendo y viviendo como uno de nosotros, nos revela que la existencia humana, el quehacer corriente y ordinario, tiene un sentido divino. (Es Cristo que pasa, nn. 13-14)

sábado, diciembre 21, 2024

Feliz Navidad.




 


DENTRO DE LA LLENA DE GRACIA DIOS; DENTRO DE TU ALMA EN GRACIA: DIOS. LO...

sic.

21 de diciembre de 2024
“Hemos de ser humildes”
Tú has de obedecer —o has de mandar— poniendo siempre mucho amor (Forja, 629).

Pertransiit benefaciendo. ¿Qué hizo Jesucristo para derramar tanto bien, y sólo bien, por donde quiera que pasó? Los Santos Evangelios nos han transmitido otra biografía de Jesús, resumida en tres palabras latinas, que nos da la respuesta: erat subditus illis, obedecía. Hoy que el ambiente está colmado de desobediencia, de murmuración, de desunión, hemos de estimar especialmente la obediencia.

Soy muy amigo de la libertad, y precisamente por eso quiero tanto esa virtud cristiana. Debemos sentirnos hijos de Dios, y vivir con la ilusión de cumplir la voluntad de nuestro Padre. Realizar las cosas según el querer de Dios, porque nos da la gana, que es la razón más sobrenatural.

El espíritu del Opus Dei, que he procurado practicar y enseñar desde hace más de treinta y cinco años, me ha hecho comprender y amar la libertad personal. Cuando Dios Nuestro Señor concede a los hombres su gracia, cuando les llama con una vocación específica, es como si les tendiera una mano, una mano paterna llena de fortaleza, repleta sobre todo de amor, porque nos busca uno a uno, como hijas e hijos suyos, y porque conoce nuestra debilidad. Espera el Señor que hagamos el esfuerzo de coger su mano, esa mano que Él nos acerca: Dios nos pide un esfuerzo, prueba de nuestra libertad. Y para saber llevarlo a cabo, hemos de ser humildes, hemos de sentirnos hijos pequeños y amar la obediencia bendita con la que respondemos a la bendita paternidad de Dios. (Es Cristo que pasa, 17)

 

viernes, diciembre 20, 2024

Las figuras del Belén.

 




Paz.

 

No he venido a traer paz

 

 

Daniel Tirapu


Evangelio.

 

 

 

 

 

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz?, no, sino división. (del evangelio)... pero vamos a ver, ¿no había venido a traer la paz, la unidad. En qué quedamos?. Creo que es bueno hacer oración siempre y enfadarse y pedirle al Señor cuentas: no te entiendo, déjame en paz, no te veo, te pido y me das otras cosas... para al final llegar una vez más a quererte y adorarte, porque sabes mucho más que yo, porque serías una triste careta de Dios si entrases en mi cabeza, porque no eres una máquina de cocacolas, que si "me porto bien" me das "mi premio".

Una señora se dirigió a su párroco y le dijo: no vuelvo a sus Misas, vengo a buscar paz y usted me inquieta con sus palabras, con sus reproches homiléticos. La Palabra de Dios es fuego, que quema, que saja, que cura. ¿A qué habéis venido, amigos?, nos dice Jesús; esto no es un parque temático.

Creo en ti, en tu libertad, en tus elecciones, en la seriedad de tu vida, y siempre seré un signo de contradicción. Eso sí, amigo, te quiero mucho más que tu madre y mucho más que tú a ti mismo, descúbrelo.

 

 

Daniel Tirapu
dtirapu@ujaen.es

 

No nacidos.



 


sic.

 

20 de diciembre de 2024
“Nuestra tendencia al egoísmo no muere”
No pongas tu “yo” en tu salud, en tu nombre, en tu carrera, en tu ocupación, en cada paso que das... ¡Qué cosa tan molesta! Parece que te has olvidado de que “tú” no tienes nada, todo es de Él. Cuando a lo largo del día te sientas –quizá sin motivo– humillado; cuando pienses que tu criterio debería prevalecer; cuando percibas que en cada instante borbota tu “yo”, lo tuyo, lo tuyo, lo tuyo..., convéncete de que estás matando el tiempo, y de que estás necesitando que “maten” tu egoísmo. (Forja, 1050)

Conviene que dejemos que el Señor se meta en nuestras vidas, y que entre confiadamente, sin encontrar obstáculos ni recovecos. Los hombres tendemos a defendernos, a apegarnos a nuestro egoísmo. Siempre intentamos ser reyes, aunque sea del reino de nuestra miseria. Entended, con esta consideración, por qué tenemos necesidad de acudir a Jesús: para que Él nos haga verdaderamente libres y de esa forma podamos servir a Dios y a todos los hombres. (...)

Estemos precavidos, entonces, porque nuestra tendencia al egoísmo no muere, y la tentación puede insinuarse de muchas maneras. Dios exige que, al obedecer, pongamos en ejercicio la fe, pues su voluntad no se manifiesta con bombo y platillo. A veces el Señor sugiere su querer como en voz baja, allá en el fondo de la conciencia: y es necesario escuchar atentos, para distinguir esa voz y serle fieles. (Es Cristo que pasa, 17)

jueves, diciembre 19, 2024

¿Existe realmente un conflicto entre justicia y política? | FUNCIVA

Meditar ante el Belén,

 


Navidad.

 


sic.

 

19 de diciembre de 2024
“Sin Él no podemos nada”
Cuando sientas el orgullo que hierve dentro de ti –¡la soberbia!–, que te hace considerarte como un superhombre, ha llegado el momento de exclamar: ¡no! Y así, saborearás la alegría del buen hijo de Dios, que pasa por la tierra con errores, pero haciendo el bien. (Forja, 1054)

¿Veis qué necesario es conocer a Jesús, observar amorosamente su vida? Muchas veces he ido a buscar la definición, la biografía de Jesús en la Escritura. La encontré leyendo que, con dos palabras, la hace el Espíritu Santo: Pertransiit benefaciendo. Todos los días de Jesucristo en la tierra, desde su nacimiento hasta su muerte, fueron así: pertransiit benefaciendo, los llenó haciendo el bien. Y en otro lugar recoge la Escritura: bene omnia fecit: todo lo acabó bien, terminó todas las cosas bien, no hizo más que el bien.

Tú y yo entonces, ¿qué? Una mirada para ver si tenemos algo que enmendar. Yo sí que encuentro en mí mucho que rehacer. Como me veo incapaz por mí solo de obrar el bien, y como nos ha dicho el mismo Jesús que sin Él no podemos nada, vamos tú y yo al Señor, a implorar su asistencia, por medio de su Madre, con estos coloquios íntimos, propios de las almas que aman a Dios. No añado más porque es cada uno de vosotros el que tiene que hablar, según su propia necesidad. Por dentro y sin ruido de palabras, en este mismo momento, mientras os doy estos consejos, aplico personalmente la doctrina a mi propia miseria. (Es Cristo que pasa, 16)