Un niño de 10 años estaba parado, descalzo, frente a una tienda de zapatos apuntando a través de la ventana y temblando de frío. Una señora se acercó al niño y le dijo: "Mi pequeño amigo ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?". La respuesta del niño fue: "Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos"
La señora lo tomó dela mano y lo llevó adentro de la tienda, le pidió al empleado que le diera media docena de pares de medias para el niño. Preguntó si podría prestarle una palangana con agua y una toalla. El empleado rápidamente le trajo lo que pidió. La señora se llevó al niño a la parte trasera de la tienda, se quitó los guantes, le lavó los pies al niño y se los secó con la toalla. Para entonces el empleado llegó con las medias, la señora le puso un par de ellas al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de las medias y se los dió al niño. Ella acarició al niño en la cabeza y le dijo: "¡No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!" Mientras ella daba la vuelta para marcharse, el niño la alcanzó, la tomó de la mano y mirándola con lágrimas en los ojos le preguntó: "¿Es usted la esposa de Dios? . Gentileza de Jorge.
2 comentarios:
muy bonito, Sinret.
Un abrazo
Bueno esta vez 10´5
Yo muchas veces me pregunto si Dios no tendrá el aspecto de una ancianita cariñosa,tan entrañable como nuestra proia madre.
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