http://libertadreligiosa.es/wp-content/uploads/2015/05/La-clase-de-Religi%C3%B3n-cat%C3%B3lica-en-Espa%C3%B1a-situaci%C3%B3n-y-ofensiva.pdf
Anexo 1: Artículo de Daniel Tirapu, Catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado
por la Universidad de Jaén y miembro del Consejo Asesor del OLRC.
La enseñanza de la religión y moral católica, voluntariamente, es una oferta prevista en los
Acuerdos Iglesia estado de 1979. Durante casi 40 años esta materia ha sido escogida,
entre un 70 y 80 por ciento por la mayor parte de la sociedad española; pese a que
gobiernos socialistas y populares no han dejado de poner trabas a su impartición: falta de
alternativa en bachillerato, menosprecio de un profesorado que tiene dos títulos (el
universitario y el teológico), horarios en desventaja, acoso laboral del profesorado y cierta
burla al alumnado.
Algunos dicen que esa formación se puede adquirir en la catequesis. La materia escolar no
es catequesis; supone el conocimiento de la historia de uno de los pilares de nuestra
sociedad occidental, la tradición judeocristiana, sin la que no se puede entender ni la vida
, ni la muerte, ni el arte, ni la historia de Europa y del nuevo Mundo , ni el siglo de oro
español en literatura, ni si quiera la ciencia, la reforma protestante, el sentido del mal y
del bien, la libertad, la fraternidad, el clericalismo y la sana laicidad del Estado.
Se ha puesto de moda el concepto de laico, pero como concepto indeterminado o muchas
veces como arma arrojadiza frente a la convicción o creencia religiosa. Curiosamente el
concepto de laico, en sus avatares históricos, tiene una fuerte carga cristiana a través del
Derecho canónico. Si todos los miembros de la Iglesia son fieles por el bautismo, los laicos
son aquellos fieles, la mayor parte de la Iglesia, que están llamados a santificar las
realidades terrenas con su ejemplo, la vida familiar y social, impregnando de espíritu
cristiano el trabajo y buscando sin exclusivismos con todos los hombres las soluciones
sociales, políticas, económicas acordes con la dignidad del hombre y el respeto de la Ley
de Dios.
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Sartori mantenía recientemente que la democracia civil no tiene que ver con la doctrina
de la Iglesia, pero el análisis de muchos valores democráticos tiene un profundo aroma
cristiano: la igualdad, la equidad, el concepto de soberanía, los derechos del hombre,
especialmente la libertad religiosa, la dignidad de la mujer, el Derecho penal, el de familia,
el valor de los compromisos al margen de su forma externa, la intrínseca justicia de la ley
no procedimental, etc. Se puede decir que son valores cristianos que se han hecho civiles
en su evolución histórica y cultural.
En cuanto a nuestra Constitución, el concepto laico no aparece por ninguna parte, por ello
no parece justo denominar al Estado como laico sin más explicaciones. El diseño de
nuestra Carta magna de acuerdo con los arts. 14 y sobre todo del 16 en materia religiosa
es el siguiente. Se reconoce el derecho de libertad religiosa con generosidad para los
individuos y los grupos religiosos, sin más límite que el orden público previsto por la ley. El
Estado no tiene religión propia, es aconfesional, pero los poderes públicos se
comprometen a tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y
mantener las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás
confesiones religiosas. Ese es el marco completo del tratamiento religioso en España.
El profesor Viladrich en los años 80 desarrolló el concepto de laicidad del Estado,
entendiendo por tal que el Estado no es competente en materias religiosas en cuanto
tales, que la Fe es libre de Estado, que por supuesto el Estado ni es ateo, ni agnóstico, ni
confesional, ni concurre, ni compite, ni sustituye al ciudadano en su creencia religiosa. Por
ello la laicidad significa que el Estado en cuanto tal es Estado y se relaciona con el hecho
religioso y las confesiones a través del Derecho en su repercusión social y jurídica. Esto
lleva a concluir que el Estado no puede ser agresivo, hostil, laicista frente a la religión.
Cosa diferente sería equiparar Estado y sociedad, la sociedad mantiene sus creencias que
deben ser tenidas en cuenta por los poderes públicos y reguladas por acuerdos con las
confesiones religiosas (en España con la Iglesia católica y, por el momento, con
musulmanes, judíos y protestantes).
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Otro equívoco, a mi entender, es el contraponer laico a confesional o religioso, de tal
modo que si eres creyente o cuentas con tus convicciones religiosas, ya no eres laico.
Laico lo es el creyente y el no creyente, porque ambos son ciudadanos en plena igualdad,
ni más ni menos. Por tanto, personalmente no renuncio a ser laico.
Otro malentendido no casual es pensar que el pensamiento del creyente determina su
discurso académico, político, científico; y en cambio el pensamiento "laico" es neutro,
científico, objetivo, no sometido más que a la razón. Nada más lejos de la realidad: el
pensamiento "laico" está lleno de ideología, concepciones del hombre y la sociedad y en
algunas ocasiones, imbuido de su aparente neutralidad, puede intentar imponerse como
un laicismo confesional.
10 comentarios:
Magnífico!
A sus pies caemos Jyy.
Qué maravilla, qué bien explicado.
Lo he entendido todo y me servirá de mucho, de mucho.
Muchas gracias!
Un abrazo de hermano orgulloso.
Jyy+
Muy bien explicado.La gente confunde laico con acofensional etc,etc.El caso es no dejar en paz a los creyentes.Parece que escuece...
nos lo prometió el Señor y no vamos a ser menos los discípulos, aunque lo reconozco es un poco cansino...
Jaimón, abrazos, no se pase
Lo que tiene leer a los catedráticos de verdad: que entiendes las cosas. Gracias, profesor
No nos pasamos! y nos quedamos cortos.
Jyy+
Gracias Cordelia, pero lo de ser catedrático está muy devaluado..
Magnífico artículo.
Muchas gracias.
¡Feliz Pentecostés!!!
Un abrazo.
Gracias Rosa, que el Espíritu Santo nos cubra y cubra la faz de la tierra.
Eres un Crack sin re. Me ha gustado mucho y tienes toda la razon
El argumento cultural es buen argumento (y de hecho es el argumento para llegar a los paganos), pero no es el mejor.
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El mejor argumento es que Dios existe, hay un Cielo y un infierno, la enseñanza de religión te transmite verdades sobre Dios y su proyecto de salvación del hombre.
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En otras palabras, la religión católica no se aprende como se aprende historia del arte.
Si estuviese bien impartida, te debería dar verdades que te ayuden a conocer y amar más a Dios. Y también nociones de moral cristiana para ser honrado en la vida... Pero la moral sin Dios es un fracaso, los valores cristianos son un resultado de un encuentro con Cristo.
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La ley sin Dios es una carga y corres el riesgo de que la gente se rebote contra la religión, o de educar fariseos...
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