Es cierto que en el mundo abundan los dramas y sufrimientos: catástrofes naturales que arrebatan la vida a millares de personas, focos de guerra y violencia en muchos lugares, enfermedades y carencia de bienes de primera necesidad en innumerables puntos de la tierra, divisiones y rencillas en las familias y entre los pueblos... A todo esto hay que añadir ahora la profunda crisis económica que afecta a muchos países, con tantos hombres y mujeres en paro forzoso.
Sin embargo, aunque la razón no llegue a entender el porqué de estas situaciones, la fe nos asegura que este tiempo nuestro encierra ya, de forma definitiva e imborrable, la novedad gozosa y liberadora de Cristo salvador (...). La Navidad nos hace volver a encontrar a Dios en la carne humilde y débil de un niño. ¿No hay aquí una invitación a reencontrar la presencia de Dios y de su amor que da la salvación también en las horas breves y fatigosas de nuestras vidas cotidiana? ¿No es una invitación a descubrir que nuestro tiempo humano —también en los momentos difíciles y duros— está enriquecido incesantemente por las gracias del Señor, es más, por la Gracia que es el Señor mismo?. (www.opusdei.es ).
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