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Preguntan algunos dónde se encuentra, en la Biblia, una formulación explícita del misterio de la Santísima Trinidad. Supongo que les gustaría encontrar, en las Escrituras, un tratado completo sobre la perijóresis. Pero supongo que, para esas cosas, creó Dios a los teólogos. En cuanto a Él, su estilo es muy distinto.
Dios no es amigo de lo explícito, porque lo explícito es burdo. Dios se presenta en una nube luminosa, a cuyas claridades se accede por la fe. Querer adentrarse en Dios sin fe es como querer adentrarse en una gruta sin ir provisto de una buena linterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Guarda silencio y contempla sin prisas. Verás al Padre, llamado aquí Dios. Y verás que ese Padre decidió entregar al Hijo único. ¿Dónde está el Espíritu? Un poco antes, donde dice amó. El Espíritu es ese Amor, con que el Padre ama al Hijo desde la eternidad, y con el que también amó al mundo. Por eso, el mismo Espíritu, que movió al Padre a entregar al Hijo, cubrió a la Virgen para que el Hijo se encarnase y lo llevó a entregar la vida por nosotros.
¿Quién quiere declaraciones explícitas?
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