Ahora que comienza el curso, no les ocultemos la realidad y la historia a los hijos.
(publicada
en "Noticias Obreras", núm. 1.371 (1-11-2004/15-11-2004), pg. 40
Perfil Biográfico
El socialista Jean Jaurés nació en 1859 en Castres,
Francia. Fue diputado por el Partido Obrero Francés en 1889, manteniéndose como
parlamentario hasta 1898. Posteriormente fue elegido también en las elecciones
de 1902, 1906, 1910 Y 1914. Murió en 1914.
En 1904 fundó el periódico L’Humanité. En 1905
consigue unir bajo su liderazgo a los socialistas franceses, formando la
Sección Francesa de la Internacional Obrera. Fue precisamente el diario
L’Humanité el que publicó esta carta dirigida a su hijo que reproducimos. Este
texto fue citado por Pildain en la Cortes Constituyentes de la II República
española (Diario de Sesiones, 1 de marzo de 1933. La carta fue entregada a los
taquígrafos de las Cortes)
Texto de la carta
Querido hijo, me pides un justificante que te exima
de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta
manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para
parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este
justificante, querido hijo, no te lo envío ni te la enviaré jamás.
No es porque desee que seas clerical, a pesar de que
no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias
que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar,
serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y
tu educación sean completas, no lo serían sin un estudio serio de la religión.
Te parecerá extraño este lenguaje después de haber
oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son hijo mío, declaraciones
buenas para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental
buen sentido. ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento
suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute?
¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre
estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?
Dejemos a un lado la política y las discusiones, y
veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un
hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender historia y la
civilización de los griegos de los romanos, y ¿ qué comprenderías de la
historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión,
que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué
serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si
no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas
contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón,
Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente
en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una
palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más
bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes
ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida,
la moral más sabia y más universal? -éste es el pensamiento de Juan Jacobo
Rousseau-.
Hasta en las ciencias naturales y matemáticas
encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era
piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la
ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas.
¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus
lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está
íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la
base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a
una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado
y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras. Ya que hablo de
educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las
leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los
que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que
no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple
"savoir vivre", hay que convenir en la necesidad de conocer las
convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos
obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder
guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas.
Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones
religiosas.
Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos
tienen interés en que los demás desconozcan la religión; pero todo el mundo
desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas,
eso es vana palabrería que rechazan de consuno los hechos y el sentido común.
Muchos anti-católicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han
recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su
libertad
Además, no es preciso ser un genio para comprender
que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad
para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión.
La cosa es muy clara: la libertad, exige la facultad de poder obrar en sentido
contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga
siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa
obligación.
2 comentarios:
Buen padre.Ahora está la religión tan menospreciada...Al final la verdad relucirá.
La gente esta un poco tonta pero no es imbecil del todo. Gracias a Dios
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