Amanecemos este lunes en el desierto. Cada uno de nosotros hemos hecho nuestro pequeño (porque somos pequeños) «plan cuaresmal», con ayunos, penitencias, sacrificios… ¿Y bien? ¿Ahora qué? ¿Qué hacemos en el desierto?
Lo primero, disfrutar de la soledad con Cristo. Sin Él, la Cuaresma queda reducida a una mera dieta de adelgazamiento. Y, para eso, no hace falta ir a la iglesia. Por tanto, deja que la oración, en estos días, lo ocupe todo.
Y, más concretamente, en esta primera semana, guiados por el mismo Señor, realizaremos un detenido examen de conciencia.
Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer… Deja que estas palabras te hieran. Y pide perdón, en primer lugar, por tus faltas de amor.
¡Cuántas faltas de amor! ¡Cuántos pecados de omisión! ¡Cuántas personas se nos han pasado por alto! ¡Cuántas deudas de caridad con aquéllos que nos necesitaban! ¡Cuánto daño infligido al prójimo, a veces por descuido, otras veces con intención!
¿Y me preguntas qué hacemos en el desierto? Por de pronto, llorar y reparar. Hay motivo. Y pedir la gracia de nunca más herir a Cristo en el prójimo.
3 comentarios:
genial¡ gracias¡
Magnificas reflexiones. Sí, la verdad es que a veces la petición se puede pervertir, pero ten por seguro que Dios escucha todas las oraciones. Creo recordar que una cosa que le pedí de niño me la dio de adulto un montón de años después...
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He escrito un artículo sobre Charlie Hebdo, por si me quieres leer:
PD: En mi blog de filosofía he dejado un artículo sobre Charlie Hebdo, por si quieres echarle un vistazo.
http://gloriaadiosxp.blogspot.com.es/
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Dios te bendiga:
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Javier
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hecho Javier
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