Rubalcaba e izquierda canalla, callad!!!!!!!!!!!

De Salvador Sostres, un campeón !!!!!

Cállate

SALVADOR SOSTRES

Actualizado: 04/02/2014 03:24 horas

El presidente Rajoy le ha dicho a Rubalcaba: «O te callas o reconoces el mérito de la gente», lo que es, en definitiva, una invitación al silencio, porque la izquierda, en su profunda mezquindad, carece de la grandeza que se precisa para reconocer las virtudes ajenas. No por casualidad conocimos las checas.

Últimamente tiendo a pensar que la crisis ha sido demasiado blanda, y demasiado breve, y que no hemos sufrido lo suficiente. Cuando veo la frivolidad con que tanta gente desprecia los primeros signos de la recuperación, olvidando el enorme sacrificio que han costado, y el descomunal esfuerzo, me doy cuenta de lo vulnerables que continuamos siendo. Porque nada hemos aprendido, porque no hemos sido capaces de extraer ninguna de las lecciones fundamentales de estos duros tiempos. Porque si Dios nos volviera a mandar a su Hijo, le crucificaríamos de nuevo.

La derecha disgregándose y la izquierda insistiendo en su perenne carraca involucionista demuestran su torpeza inconcebible, y son la minuciosa y desoladora explicación del desprestigio de la política. Cataluña, extraviada en la mediocridad de su líder, es hoy menos productiva que nunca, y más deficitaria; y en su constante mirarse el ombligo y hablar de sí misma ha perdido el nervio y el instinto, y cada vez hay menos motivos para decir que somos diferentes de Extremadura.

Igual necesitamos más privación y más miseria, un golpe más duro y seco para darnos cuenta del abismo que hemos bordeado y de cómo se degradan y envilecen los países y las sociedades que quedan definitivamente apartadas de la dinámica del progreso, como sin duda le habría pasado a España si hubiera tenido otros cuatro años de Rodríguez Zapatero. Igual tenemos que pasar más hambre, y más miedo, para tomar conciencia de la inmensa suerte que tenemos, de lo frágil que es lo que nos mantiene en la parte afortunada del plantea y de lo poco que lo protegemos.

Mandar callar a la gente es antidialéctico y grosero, aunque tengo que confesar que más de alguna vez me quedo muy a gusto haciéndolo. Rajoy es un hombre moderado y prudente, pero ayer, después de mucho callar y aguantar, después de meses y años de responsable silencio, se soltó y estuvo inmenso pidiendo a los socialistas que, ya que son incapaces de ayudar en nada bueno, hagan por lo menos el favor de no molestar y de no entorpecer este vigor creciente que nos vuelve a poner en la senda de la creación de riqueza.

A pesar de que bien poco cueste acostumbrarnos a volver a vivir bien, tendríamos que recordar el espanto que sentimos hace tres o cuatro años, cuando nos cayó el cielo encima y nos vimos perdidos en medio de la nada. Cada noticia era más terrible que la anterior. Los agoreros hicieron el agosto con nuestro estupor y mirábamos a nuestros hijos con la angustia de pensar que probablemente íbamos a ser la primera generación en mucho tiempo en legarle a la siguiente un mundo peor.

Parece mentira que después de aquel desierto y de aquel temblor, justo cuando somos capaces de recuperar la confianza y la prosperidad, en lugar de remar todos en la misma dirección nos empecinemos en vivir instalados en este grotesco festival del disparate. El presidente tiene razón: calla, Alfredo, cállate.