viernes, julio 05, 2024

Homilía.

 


Un kilo de sal bien compartido

Decía Aristóteles que dos personas no pueden considerarse amigos si no han consumido juntos un kilo de sal. No sé cuánta sal pondrían aquellos griegos a la comida, ni cómo llevarían lo de la presión arterial, pero, desde luego, un kilo de sal son muchas comidas. Y la comida une mucho. Mañana ceno con cuatro amigos, y estoy seguro de que, a estas alturas, el kilo de sal lo hemos rebasado. ¡Bendita amistad!

¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Cristo sigue queriendo comer con publicanos y pecadores. Quiere seguir sanando enfermos a través de vuestra amistad. No busquéis amigos entre quienes comparten vuestra fe. Los «grupitos» de amigos hacen mucho daño en las parroquias y comunidades cristianas. En la Iglesia buscad hermanos. Los amigos buscadlos entre quienes no creen; dadle ese gusto a Cristo.

El verano es un momento magnífico para frecuentar terrazas, chiringuitos y restaurantes. ¿O acaso creéis que os vais a santificar pasando el día en el templo? Id al templo a orar, a reponer fuerzas y a encontraros con los hermanos. Pero no os entretengáis. Entreteneos en el chiringuito, en torno a un kilo de sal bien compartido con quienes más os necesitan.

No hay comentarios: