Entiendo muy bien, precisamente por eso, aquellas palabras del Obispo de Hipona [San Agustín], que suenan como un maravilloso canto a la libertad: Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti, porque nos movemos siempre cada uno de nosotros, tú, yo, con la posibilidad -la triste desventura- de alzarnos contra Dios, de rechazarle -quizá con nuestra conducta- o de exclamar: no queremos que reine sobre nosotros (...)
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