Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Quiere decir tontas y listas, en román paladino. Porque, al final, quienes entran al banquete son aquéllas que no cometen la estupidez de creer que basta con llevar lo justito y quedarse dormidas después. Son listas, saben que al Señor le gusta llegar tarde y que nosotros tenemos tendencia a dormirnos. Por eso se hacen con una reserva de aceite: un tiempo de oración, una vida sacramental, una tarea apostólica. De este modo, aunque se duerman, entrarán, porque, además de vírgenes y listas, son amigas.
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