Con serenidad, sin escrúpulos, has de pensar en tu vida, y pedir perdón, y hacer el propósito firme, concreto y bien determinado, de mejorar en este punto y en aquel otro: en ese detalle que te cuesta, y en aquel que habitualmente no cumples como debes, y lo sabes. (Forja, 115) |
Porque, una vez que Jesús pronuncia el mandamiento, amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente es amarlo a Él mismo, a Cristo. Como tantas veces en el evangelio de Juan, en este pasaje del evangelio de Mateo Jesús está pidiendo ser amado incondicionalmente, con amor rendido. No ha habido, en toda la Historia, ningún ser humano que se haya atrevido a gritar que la salvación del hombre consiste en amarlo a él. Jesús, sin embargo, lo ha hecho. Y ha dicho la verdad. Es sobrecogedor. |
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