El segundo mandamiento de la santa Madre Iglesia nos pide confesar al menos una vez al año. Es, digamos, lo mínimo para que el ángel custodio no tenga que ir con mascarilla. Si una persona confiesa por Pascua florida, cumple con el mandamiento. Y, si le llega la muerte al final de la Cuaresma siguiente… ¿cómo la encontrará? Mejor no pensarlo. Pero si una persona confiesa cada quince días, cuando Dios la llame encontrará su alma recién confesada. Las dos personas pecan, pero una estará mucho mejor dispuesta que otra.
Te falta vida interior: porque no llevas a la oración las preocupaciones de los tuyos y el proselitismo; porque no te esfuerzas en ver claro, en sacar propósitos concretos y en cumplirlos; porque no tienes visión sobrenatural en el estudio, en el trabajo, en tus conversaciones, en tu trato con los demás... –¿Qué tal andas de presencia de Dios, consecuencia y manifestación de tu oración? (Surco, 447) |
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