Estas palabras debemos entenderlas bien. Al fin y al cabo, la inocencia del niño es fruto de la ignorancia. Pero cuando uno ha crecido, ha conocido el mal y ha pecado, volver a esa inocencia sólo es posible mediante una muerte y un nuevo nacimiento. Jesús se refiere, con estas palabras, a los hijos de Dios, a quienes han nacido de lo alto, a esos niños a quienes exhorta Pedro: Como niños recién nacidos, ansiad la leche espiritual, no adulterada (1Pe 2, 2).
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